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La Eclisiarquía

Culto al Emperador

La fé. La Iglesia del Emperador. La Eclisiarquía.   Fue cuando el Emperador se sentó en su trono dorado que la iglesia se formó. Bajo Altair el Puro, se nombraron cien obispos, y el Imperio se transformó en base a esto. Todo el enorme engranaje imperial fu construído para proteger la fe, para proteger al Emperador y para salvar sus territorios.   Vivir en el Imperio significa ser religioso. Pocos son los pueblos dentro de este que no adoran abiertamente al Tyr. Y es difícil no ser creyente, cuando uno de cada mil niños posee poderes sobrenaturales que cambian la vida de tantos. Es la determinación de los acólitos lo que manifiesta los milagros, lo que defiende las fronteras, lo que cambia el mundo. ¿Y quién no querría ser un acólito?   Quizá uno se pregunta a qué refiere este término. Pues, simplemente, acólito es todo practicante de la luz que está comenzando su entrenamiento. Uno es acólito hasta volverse clérigo o paladín, y solo unos pocos ascienden al rango de sacerdote, capellán o incluso Inquisidor. Ahora, poniéndose en el lugar de algún pobre campesino, ¿por qué no creer en Dios? Quizá, si la pobre alma tiene suerte, sus hijos manifestarán el don. ¿Por qué arriesgarse a perder esa oportunidad?   Además, no creer en el Emperador es una rápida forma de atraer el interés de los demonios, o peor, de volverse un Regresado después de la muerte. Cual canario en una mina de carbón, no hacer caso a la misericordia eclisiárquica es maldecir el alma, destinarla a un futuro trágico, lejos de la luz de Elysium, y de los cálidos brazos de Sif. Estas son las enseñanzas de la iglesia. La fe combate el terror del Kraken. Del Regresado. Del Demonio.   En Cadia, el corazón del Imperio, lejos de Tyrath y del Nuevo Mundo, el Virrey Fulgrim representa la mayor autoridad eclisiárquica. Es uno de los semi-dioses, uno de los grandes primarcas. El único que restó. Se dice que por lo menos una vez por día, el Virrey se encierra en la sala del trono, con su Padre, o con el cadáver de su padre, para hacer comunión. Él, solo, sin sus hermanos, sin su padre, debe llevar adelante al Imperio. Fulgrim Tarsus, el cuarto nacido, lleva la melancolía de ser el último en pie.   Sus hermanos murieron en batalla. Su padre también. Primero, Dorne, su hermano más querido y quien más ejemplificaba la autoridad del Emperador, se sacrificó frente al Gran Demonio Nurgle, derrotándolo y llevándoselo al Infierno. Luego, Sangüinius, el más amado de todos, quien seguro remplazaría al Emperador cuando la Cruzada termine, cayó contra Kallemtur, el Bélico. Fulgrim recuerda bien aquella batalla, pues él la terminó. Él derrotó a Kallemtur, cuando este trajo a su hermano, roto, arrastrándolo por las aguas del Mar Sigmarino.   Por último, Cawl, el más poderoso, quien podía con el poder de su mente levantar continentes y dar vuelta montañas. Los mares se partían al escuchar su palabra, los cielos rugían con tornados y tormentas. Y aún así, Marneus Cawl no pudo con la magia del Dios de la Hechicería, Tzeench. Tuvo que, con todo su poder y voluntad, utilizar el prohibido Rito de Acheron, atándose a sí mismo y al demonio en cadenas de piedra y arcilla.   Y durante la última batalla, contra Abbadon, su propio Padre fue herido mortalmente.   Estas son las historias que formaron la fe Eclisiárquica, y que consolidaron el Duelo de Fulgrim. Por esta razón, Altair el Puro tomó el puesto de Arzobispo, que luego de su sacrificio entregó al corriente Arzobispo, Astorius Ghor, quien no tiene la mejor relación con el Apotecario de Guerra.

Divine Origins

La Eclisiarquía se originó luego del sacrificio del Emperador en 1415.
Habiendo perdido a todos sus Primarcas menos a uno, el Emperador persiguió a Abbadon hasta el fin de la tierra, donde, junto a Fulgrim, su último hijo, vencieron. No solo cayó el Primordial del fuego, sino también el último Archidiablo, Ibkesh, quien regresó al abismo, traicionando al Dios de la Traición. Gracias a la herida que Fënor le había propinado, el Emperador derrotó a Abbadon, que dejó su espada clavada en la tierra, para siempre marcandola. Tyr, como sus hijos, no tardó en caer por sus heridas. Fue Fulgrim quien le llevó de vuelta, atravesando el nuevo mundo, visitando las tumbas de cada uno de sus hermanos, hasta dejar en Cadia a su padre, sentado en el artefacto conocido como el Trono de Oro, forjado de los restos del Trono del Cosmos. Allí, Tyr ascendió, dejando el plano material y encontrando la divinidad.
El primer Arzobispo de la Eclisiarquía fue el mismo Fulgrim Tarsus, al ser el único de los primarcas en sobrevivir. Cuando fue nombrado virrey, dejó el previo puesto, que pasó a uno de los amigos más cercanos del Emperador durante la cruzada: Altair el Puro.

Cosmological Views

La religión Eclisiárquica admite la existencia de diferentes seres poderosos en el universo, pero solo cuentan con un dios. Todo otro dios es denominado falso, pagano. El Emperador es el único que tiene su lugar en el panteón, otros siendo nada más que ángeles comunes o demonios heréticos. El mundo se rige por Tyr y para Tyr, y todo quien no admite esto está perdido. Es posible la conversión a la fe eclisiárquica, y muchos misioneros intentan esto mismo en los pueblos más salvajes del norte, pero no es la norma; se suele responder al paganismo con sangre.   Existe el Único Dios, Tyr, y sus tres ángeles; Tiamat, el ángel de la justicia, Sif, el ángel de la bondad, y Abel, el ángel del coraje. Además de ello, se alaba también a los hijos del Emperador: los primarcas. Sangüinius, el primer nacido, representa el sacrificio y la furia del Imperio. Dorne, el segundo nacido, demuestra la rigidez, la organización y estabilidad. Cawl, el tercer nacido, representa la inteligencia, la curiosidad y el poder de la fé. Este último fue considerado el primarca más poderoso. Por último, Fulgrim, el cuarto nacido, y el único primarca que sigue en vida, representa el carácter, la voluntad y el orgullo imperial.   Estas son las ocho figuras más prevalentes dentro del culto imperial, pero no son las únicas. Diferentes sectas toman a santos como sus guías espirituales. Algunos de los más conocidos (pues hubieron demasiados como para contarlos), fueron la Santa Celestine, quien muchos dijeron era la hija de la misma Sif; Altair el Puro, el primer Arzobispo de la Eclisiarquía; el Conde Eqüis, mayor de los Caballeros de Sangre del primer nacido (aún con vida como el Delegado Provincial de Equinox y, la última que vamos a mencionar, Axa la Santa, hija del mismo Apotecario de Guerra. Dicen que posee con ella el espíritu de la difunta Celestine.

Tenets of Faith

"A spiritu dominatus, Domine, libra nos: Del rayo y la tempestad, Oh Emperador, líbranos. De la Plaga, de la mentira y de la muerte, Oh Emperador, líbranos. Del azote del Kraken, Oh Emperador, líbranos. De la blasfemia de los Caídos, Oh Emperador, líbranos. De los planes demoníacos, Oh Emperador, líbranos. De la maldición del mutante, Oh Emperador, líbranos. A morte perpetua, Domine, libra nos."
- Himno Imperial, tercera versión.

Priesthood

El Arzobispo es el líder de toda la Eclisiarquía. Dentro de esta organización, se separa la Inquisición, que mismo si está bajo el control del Arzobispo, respnde al Apotecario de Guerra y primer Inquisidor Sir Elvir Charles Inferia. Bajo el Arzobispo se encuentran cien obispos, con suficiente autoridad como para decidir dónde desean asentarse. Esparcidos por todo el Imperio (quizá poco equitativamente, pues casi cincuenta de esos obispos se encuentran en Dwindalia), son ellos quienes guían el culto en los pequeños pueblos y grandes ciudades.   Además de estos cargos, que son elegidos dentro de la Eclisiarquía (excepto por el cargo de Arzobispo, que es elegido por el Virrey), existen los elusivos Santos Imperiales, héroes que representan la voluntad de alguno de los ángeles del Emperador, ya sea Tiamat, Abel o Sif. Hay una larga historia de santos imperiales, y son inequivocables, ya que no poseen una vida sino siete. Los más famosos en la historia se volvieron figuras a las que se adora hasta el día de hoy.

Granted Divine Powers

La luz del Emperador es el principal poder decantado de la fe. Cada cual, al nacer, posee o no posee lo que se llama el Don. Quienes sí, pueden manifestar los poderes de la luz, elegidos por Tyr para llevar su voluntad. Esta distribución no es igual, sin embargo, y por cada veinte varones que poseen el don, ochenta niñas lo comparten. Mismo si la luz no es algo común en el ciudadano imperial promedio, nacer mujer cuadriplica las chances de llevarla.   El Don es un poco diferente en cada persona, y puede llevar a manifestaciones sigulares, como la histórica habilidad de la Santa Celestine de traer de vuelta a los caídos y resucitarlos, o la legendaria voz del Primarca Fulgrim, que encanta a quien la escucha. En manos suficientemente poderosas, como la del Apotecario de Guerra, por ejemplo, la luz se vuelve un arma de proporciones apocalípticas. Sin embargo, suele simplemente manifestarse como la habilidad de curar heridas y purgar enfermedades en el acólito promedio, más tarde desarrollándose en su estilo propio.   Los poderes sobrenaturales más comunes de los clérigos y de la Eclisiarquía en general son las Tres Plegarias. La Plegaria de Abel, Dominus in Virtute, llama al ángel del coraje para multiplicar las capacidades físicas del usuario. La Plegaria de Tiamat, Divinam Vindicta, llama a la luz de la justicia para manifestar los famosos Castigos Divinos que utilizan los paladines. Por último, la Plegaria de Sif, Divinum Lumen Imponite, es la manifestación de la luz para sanar las heridas, comúnmente referida como la "imposición de manos".   El mayor de los poderes divinos que se le puede entregar a un usuario de la Luz es la Resurección. Ser traído de la muerte, incorrupto, es imitar al mismo Tyr. Algunos, sin embargo, hablan de algo mayor incluso. Aquellos clérigos y paladines que pueden conjurar favores divinos. Milagros, como les dicen. Solo los más aptos en materias divinas llegan a este estadío.   Es, sin embargo, más interesante hablar de las Técnicas de Fe, es decir, aquellas habilidades singulares que se adaptan a la persona. El famoso Kazu Fujitora posee su Peso del Pecado, la Santa Celestine podía reanimar a una armada entera, y Altair el Puro poseía el Escudo Divino, que lo volvía invulnerable. Cada paladín tiene la habilidad de desarrollar su propia Técnica de Fe, y muchos llevan esto a su límite. La Santa Axa, por ejemplo, sana a quien toca, mientras que la Dama Coralia puede manifestarse como un cuervo. ¿Qué poder singular desarrollarán los próximos santos?

Sola Fide, Dominus Rex Mundi

Cómo olvidar al Puro, Altair, uno de los grandes amigos del Emperador. No hay que dejar de lado a aquellos individuos que participaron de la Gran Cruzada y, mismo acompañados de semidioses, encontraron la forma de brillar. Altair era uno de ellos, tal como lo fue Eqüis, o el legendario Von Strähd. Altair fue el primer Santo de Abel, especial por su coraje incomparable, y sus Siete Vidas perdidas en la misma batalla. Algunos creen que la única razón por la cual los Santos poseen siete vidas es porque Altair pereció esa cantidad de veces en su batalla contra Nyx. Se considera posible que el héroe hubiese regresado de la muerte tantas veces como fuera necesario para derrotar a la Sombra del Sol.
Founding Date
1415
Type
Religious, Organised Religion
Alternative Names
La Iglesia del Emperador, el Corazón del Imperio, la Fe Imperial.
Successor Organization
Demonym
Tyraliano
Parent Organization
Subsidiary Organizations
Permeated Organizations
Related Ranks & Titles
La Santa Celestine, Hija de Sif, acompañó al Emperador en su Gran Cruzada. Más particularmente, era parte de la Orden Exalta, bajo el Poderoso Cawl. Algunos dicen que nunca se alejaban mucho. Es extraño que la heroína se haya apegado tanto a quien era sin duda el Primarca más extraño de los cuatro, pero hicieron una pareja legendaria. Se dice que juntos, podrían haber vencido al mismo Emperador, Cawl como el Primarca más adepto, y Celestine como la Primera Santa de Sif. Cuando Cawl se sacrificó para vencer a Tzeench, Celestine tomó el control de la Orden Exalta, llena de dolor, y desde entonces, dentro de dicha organización, siempre hubo dos corrientes; la de la Santa y la del Poderoso.
"El Arzobispo Ghor, viejo y débil, no aparenta la imágen de un verdadero líder. Nunca le llegará ni a los tobillos al Puro, y si sigue enemistando a nuestro Apotecario de Guerra, no le veo un gran futuro tampoco. ¿Quién le haría caso a un anciano senil, más que al Quinto Primarca? No le queda mucho tiempo en este mundo."

Organización pariente

Mismo si la Inquisición es parte de la Eclisiarquía, los últimos años fueron degradando las relaciones entre el Arzobispo y el Apotecario de Guerra. El Arzobispo estuvo en completo desacuerdo con respecto a la declaración de guerra contra el Dominio, por ejemplo.

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