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La Orden Exalta

Remanente de un Pasado Mejor

En honor a la Santa Celestine y a Cawl el Poderoso, vigilamos.
  El tercer Primarca, Marneus Cawl, era considerado el hijo del Emperador con mayor capacidad. Su talento, la conexión con el caos primal del Limbo, le permitía manifestar mediante la Luz del Emperador los logros arcanos más grandes de la historia. Cuando se habla de hechiceros legendarios, se suele mencionar a Gambino el Halcón, a Charilus el Itinerante, o incluso a la Archimaga Sadha Vilaren. Ninguno de estos se acercaba a los poderes de Cawl. Muchos dicen que el Emperador lo creó en imágen al Rey de Reyes, quizá con algún artefacto de este, pero nunca se sabrá.   Cawl siempre fue un hombre torturado. Su mente llevaba tanto poder que debía controlarse todo el tiempo para no crear una singularidad o un agujero negro. Y cuando se le permitía utilizar esa magia... el caos despertaba. Su Falla, aquel contrapeso generado por Nyx durante la concepción de los Primarcas, era la de la avaricia y la obsesión. Cawl se perseguía con encontrar más conocimiento, con descubrir los límites del universo mismo. Deseaba saberlo todo, ávidamente, y siempre buscaba más, alejándose de lo conocido y adentrándose en el mismo caos del cual tomaba sus poderes.   Su gran inteligencia, sin embargo, le hizo comprender que aquel deseo tenía su raíz en el mal, por lo que se rodeó de quienes podrían detenerlo si sucumbía a la tentación. Así, se volvió de más en más cercano con la Santa Celestine, con la que se cruzó durante la Tercera Defensa de Cadia. De ella hablaremos más tarde.   Sus alumnos, grandes y poderosos hechiceros de todo el Imperio e incluso del Cónclave (Cawl siempre fue muy amigo de los elfos) seguían sus pasos diligentemente. Claro, no solo se rodeó de aquellos investigadores tan hambrientos como él, sino que también creó una división dentro de su séquito dedicada a la contención de la magia. Dedicada, muchos decían, a poder vencerlo. Esta división se llamó las Iluminadas, compuesta exclusivamente de mujeres, al mando de su querida Celestine.   Estas hijas del Emperador eran poderosas, nacídas con el Don, por supuesto. Se les enseñaba como luchar contra la misma magia que los hechiceros de Cawl estudiaban. Así, las Iluminadas y los Hechiceros se unieron en una sola Orden, llamada la Orden Exalta. Siguiendo el ejemplo de Cawl y Celestine, los estudiantes del primarca podían perderse en el vacío, ir hasta los bordes del conocimiento, presenciar las verdades del universo; sabiendo que siempre habría una Iluminada para traerlos de vuelta... o lidiar con ellos si la situación lo amerite.   Se formaban parejas, y en el combate, la Orden Exalta era indiscutiblemente la más efectiva. No la más fuerte, sin embargo, por sus bajos números; pues difícil era encontrar estudiantes de las artes arcanas de nivel suficientemente alto como para seguir las enseñanzas de Cawl. Además de esto, todos los hechiceros de la Orden debían aprender combate cuerpo a cuerpo, así como la habilidad de convocar la luz. Nacieron, entonces, los guerreros de élite más adeptos del Imperio; paladines que utilizaban el Arcana, junto a mujeres de gran poder divino.   Las Iluminadas también debían aprender un poco de magia, claro, pero se centraban más en cómo anularla. Por esta razón, la Orden Exalta solía ser requerida en las batallas contra los fanáticos de Tzeench, dios de las pesadillas. Cawl y Celestine mismo lucharon contra el Príncipe Demonio en la Última Defensa de Cadia, antes de la Gran Cruzada. Tzeench se vio obligado a escapar del poder de los dos combinados. Como muchos dicen; Celestine y Cawl juntos eran capaces incluso de vencer al mismo Emperador.   Al partir, Cawl se separó de la Santa, pues ocurrió un conflicto entre Sangüinius y Fulgrim donde el Poderoso tuvo que intervenir. Más adelante, se reencontrarían para la Batalla de la Noche Eterna, donde se reveló el poder de Nyx. La Orden Exalta, dedicada a batallar contra estos enemigos, se separó de la fuerza principal del Emperador, persiguiendo a la sombra hasta el borde de lo que hoy en día llamamos Callidus. Allí, sin embargo, Tzeench les había tendido una trampa.   En la historia de la orden, se considera al dios de las pesadillas y la hechicería como el Primer Enemigo. Nyx, princesa de la noche, es la heredera, y muchos dicen, fue la teniente de Tzeench al ocurrir la Decimotercera Incursión. Recordando su derrota en manos de Celestine y Cawl, el Príncipe Demonio tendió una emboscada, separando al Primarca de la Santa. Mientras Nyx luchaba contra Celestine, Tzeench se erguió con todo su poder psíquico y asaltó magicamente la mente de Cawl.   En esa batalla, el Tercer Nacído lo dejó todo. Nyx logró escapar de la furia de Celestine, pero para cuando la Santa llegó a la escena, Cawl y sus más poderosos hechiceros se habían tornado en estatuas de piedra, solos en un cráter de magia arcana. Al parecer, Tzeench había logrado luego de un terrible duelo penetrar la mente del Primarca. Su objetivo: destruír las armadas del Emperador con el poder incomparable de Cawl. Este último, sin embargo, se había preparado para esto, y mismo si el Dios de las Pesadillas había logrado su cometido, el Tercer Nacído solo sonrió.   Sus últimas palabras se escucharon en todo el mundo. Un eco de lo que alguna vez fue su poder incomparable todavía puede escucharse en la Cordillera Ilwé y por todo el Mar Meridional.  
Tu poder es incomparable, Tzeench, Dios de las Pesadillas. Pero el mío va más allá de cualquier cosa que puedas conjurar con tus decrépitas manos. El Emperador me guía, mismo en la oscuridad del caos. El Emperador me guía, frente al Kraken, frente al Regresado, frente a tí... demonio. Pues no eres más que eso. Un simple demonio. Y quizá hayas tomado mi mente. Quizá haya tomado mi cuerpo. Pero estás encerrado en él. Estás encerrado conmigo, ahora, y para siempre. ¡Acheron! ¡Llamo a tu Rito! ¡Aprisióname junto con esta escoria, para que por toda la eternidad su avaricia le castigue!
  Y así, invocando un poderoso y antiguo rito, Cawl y sus más cercanos hechiceros se transformaron en piedra, encerrando a Tzeench en una conciencia colectiva.   Celestine llegó demasiado tarde. Y desde entonces, nunca volvió a sonreír. Si ella no se hubiese dejado llevar, si no hubiese caído en la trampa... juntos, podrían haber vencido. Lo que ocurrió era evitable. Y por mayor sacrificio, Celestine no pudo continuar con la cruzada. Restó en lo que hoy en día es Callidus, y alzó una ciudad con el nombre de su amado alrededor de las estatuas. La Cruzada llegó a su fin, y la Orden Exalta se encontró con una líder melancólica y apagada, herida por algo que no puede sanar. Sus años se cernieron en ella, y murió sola, al tope de la torre más alta que había construído. Era una Santa, pero no revivió. Callidus se lamentó por ella, y el Cónclave, después de la Caída de Abbadon, se asentó cerca de Cawl y de Celestine, para nunca olvidarlos.   Las dos corrientes de la Orden continuaron prosperando, y el Alto Templario de la Orden se volvió una posición democrática, elegida por los miembros de la misma. Así, para demostrar la capacidad de llevar adelante una Orden con héroes tan legendarios como lo fueron Cawl y Celestine, el Alto Templario debía demostrar maestría absoluta en la hechicería, tanto como proficiencia divina a la par con las Iluminadas.   Y la Orden Exalta continuó al servicio del Imperio. Asentada principalmente en Callidus, se terminó extendiendo al mundo entero, ya que incluso ayudaban al Dominio y al Cónclave en materia de demonios. Pues su especialidad era eso mismo: la magia demoníaca, las incursiones, los portales a otros mundos. Y su Primer Enemigo había pasado de ser Tzeench a ser Nyx; si no fuese por ella, Cawl aún los guiaría.   Durante el siglo XV, la Orden Exalta se volvió la fuerza de mayor poder dentro del Imperio. Ninguna Orden se les acercaba en términos de efectividad. Eran pocos, pero eran los mejores. Incluso se les consideraba más fuertes que la Orden Salazar, los remanentes de la Guardia de Fulgrim. Y al pasar el tiempo, la Orden Exalta solo mantuvo aquella posición.

Disbandment

Es... conocida... la masacre de la Orden Exalta.   Fue una sorpresa escuchar que Leana Velenor, la Alta Templaria de la Orden había sido asesinada por uno de sus discipulos, junto con todos sus soldados. Fue una traición, denunciada por el mismo Apotecario de Guerra. Se habló del "Criminal Arcano", un hombre de los más adeptos. Abelfort Graves, el capellán de la orden. Este evento fue un golpe tan grande al Imperio que el Apotecario de Guerra Elvir Charles Inferia pasó la resolución de la "Reforma Eclisiárquica", por la que crearía una Inquisición central, y disolvería las Ordenes.   Muchos criticaron la Reforma, pues le dió al Apotecario de Guerra mucho más poder del que ya tenía. Sin embargo, la resolución pasó por las cámaras del senado y fue aceptada casi unánimemente; la multiple gestión de las órdenes eclisiárquicas era la culpable de lo que había ocurrido.   El Criminal Arcano desapareció después de asesinar a Leana y a su séquito, y a todos los recién asignados Inquisidores se les entregó la siguiente directiva: encontrar al culpable. La Santa Axa, hija del Apotecario de Guerra, fue nombrada Cuarta Inquisidora, y fue quien más a pecho tomó esta misión. Ella había sido parte de la Orden Exalta, y una de las únicas supervivientes. Su determinación fue tal que incluso se le permitió llevar a su capítulo con ese único objetivo.   Axa es una mujer extraña. Nunca habló de qué ocurrió aquella noche. Abelfort Graves asesinó a toda la Orden, pero le perdonó la vida.
DISBANDED/DISSOLVED

Divina Arcane

Los mataste a todos. Qhoz, Ferfield, Leana... Los asesinaste. Eres un monstruo, Graves. Y no pienses que estoy aquí por ellos. No. Estoy aquí por mí. Me quitaste algo que nunca podré recuperar. Y nunca... nunca voy a perdonarte por ello.

1388 - 1497

Type
Religious, Holy Order
Successor Organization
Training Level
Elite
Veterancy Level
Veteran
Demonym
Exaltados
Parent Organization
"Ferfield, uno de los agentes más adeptos de la Orden Exalta. Armado de una espada, fue quien enseñaba a todos los reclutas el arte de la cimitarra. Como él, habían pocos. Leana siempre decía que Ferfield era uno de sus compañeros más confiados. Juntos, Ferfield y Leana eran a penas acólitos cuando Celestine murió en su torre."
Uno debe tener la mayor cautela al entrar en combate con el criminal arcano. Fue él quien, solo, mató a los guerreros más poderosos de la Orden Exalta. Lo que aprendió del Comandante Ferfield lo utilizó contra él, y asesinó a la Alta Templaria, mismo cuando ella le había dado el puesto de Capellán de la Orden. La Santa Axa, Segunda Comandante, logró escapar con su vida, pero una gran herida en su estómago la mantuvo en coma durante casi seis meses. Anthony Lascal, uno de los únicos supervivientes, se quedó con ella durante su recuperación.

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