Acto II: La muerte es solo el principio - Parte 1.3
General Summary
Después de un largo y agotador viaje, los Capitanes llegan finalmente a Aurengard, la ciudad dorada, bastión del conocimiento y la fe, el corazón palpitante de un continente en crisis.
Las murallas inmaculadas los reciben como un sueño; dentro de sus torres y plazas, les esperan fragmentos de su nueva realidad.
Una vez aprovisionados, deciden buscar respuestas. El Comandante Rick Eyehawk los recibe en el cuartel general. Con una mirada serena y palabras cargadas de peso, les revela un secreto estremecedor:
Moristeis en batalla. A través de un ritual sagrado os devolvieron el cuerpo y... el alma. Encontraréis las respuestas que os faltan con los Sabios del Consejo del Alba, yo no sé nada más. Sois héroes de Aurelis, libres para viajar por el país y descubrir sus secretos. Pero no lo olvidéis: seguís estando bajo las órdenes de la comandancia.
Los nuevos Héroes le informan sobre Eryandra Xil'Tharony su intención de encontrar un "segundo corazón", pero solo reciben una respuesta fría:
“Información clasificada. Habéis hecho bien en informarme. Ahora dejad eso en manos del ejército.”
En la majestuosa Catedral de Helm, son conducidos a través de pasillos y portales secretos cerrados con magia divina. Allí, en la parte más alta, en el balcón bajo la gran cúpula de la catedral, les espera Gromli Hammerdeep, un enano y sabio del consejo.
Con voz firme y tono de viejo oráculo, les habla sobre las gemas que llevan en sus collares:
Vuestras almas están ligadas a estas gemas. Activadlas y podréis acceder al poder de los Campeones Divinos.
La conversación con Hammerdeep aporta poco más que otro enigma, otra respuesta que habrá que buscar. Como símbolo de recompensa por su esfuerzo y dedicación, les entrega el Anillo de los susurros.
También conocen a Thariel Goodhealth, una elfa de mirada antigua, quien les advierte que se encuentran en estado Postraumático por el Ritual de los Venerados, el cual los ha devuelto a la vida. Solo podrán liberarse de sus efectos si encuentran el fruto de una Fuente de Poder.
A pesar de su evidente sabiduría, los sabios ocultan más de lo que revelan. Ninguno de ellos debería vivir más de 300 años… pero se dice que algunos llevan más de 800. Han presenciado capítulos de héroes y tragedias, y conocen bien los riesgos de entregar poder a quienes no están preparados.
Con las palabras de los sabios grabadas como heridas abiertas, los Capitanes se retiran a la Taberna del Oso Feroz, donde una sorpresiva coincidencia los toma por sorpresa: Iarut Shierlin, el pequeño tiefling, y Valira, la semielfa de mirada desconfiada, descansan en una mesa tras un largo viaje.
Un gesto impulsivo de Musashi lanza el zumo de Iarut por los aires. La tensión se corta con cuchillo. Kinlung, con templanza y elegancia, paga otro zumo y ofrece disculpas. ¿Qué hacen estos dos aquí? Una elfa joven y un pequeño tiefling, viajando solos por Aurelis... es todo un misterio.
La taberna es bien conocida por ofrecer encargos para cazadores y mercenarios. Entre jarras y murmullos, encuentran un cartel de caza. Un nombre destaca: B. Ferrabruta. La misión: investigar la aparición de un dragón plateado en la remota y gélida estepa de Hielgrass, una tierra solitaria entre montañas dentadas y un silencio ancestral. Pocas personas habitan esas tierras, pero las leyendas se aferran a ellas como la escarcha a la piedra.
Al amanecer, un grito rompe la paz: Krataklar descubre que le han robado las 50.000 piezas de oro ganadas en la batalla contra Zar’gul. Ni rastro del dinero.
Finalmente, en el corazón del distrito de los forjadores, Mount’s Heart Forge, el maestro Durigan les revela el misterio del Hierro de Ascuas, un mineral ancestral, oscuro como sangre seca, ideal para forjar armas dignas de leyenda, pero de una dificultad extrema al trabajar.
Krataklar pide al diestro forjador si puede hacer un escudo. Aceptan el precio: 100.000 monedas de oro. En dos semanas, estará listo.