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Simbiosis Divina

La simbiosis divina es una extraña condición espiritual que existe en todos los entes sapientes de Terenar. Todo ente se encuentra en una serie de relaciones simbióticas con un conjunto de seres espirituales. La gran mayoría de estas relaciones son comensalistas, en el sentido de que los entes divinos se benefician de residir en el espíritu de sus hospedadores sin ofrecer nada a cambio pero, a la vez, sin causar ningún detrimento. Además de las relaciones comensalistas, están las parasitistas y las mutualistas. Aquellos que se encuentran en una de estas últimas dos son considerados iluminados, y son conocidos por adquirir poderes de alguno de los diferentes entes que residen en ellos. Mientras que los mutualistas tienen una relación donde reciben poderes a cambio de alimentar a un ente divino con su espíritu, los parasitistas tienen más de una de estas relaciones, lo cual hace que ambos seres espirituales que se alimentan de él combatan y reaccionen negativamente, causando toda clase de efectos negativos en la persona.   La población de iluminados es del 0.00001% en la mayoría de las religiones. Son pocos quienes reciben la simbiosis mutualista o parasitista, puesto que consiste en un dios otorgándole sus poderes a un espíritu, lo cual puede observarse como una inversión a largo plazo. Con la presencia de un taumaturgo capaz de invocar milagros, 1 por cada 100,000 creyentes y 10 por cada millón, el dios puede inspirar entusiasmo y fervor para que estos devotos continúen en el camino de la fe. Pues ¿qué diferencia a los hombres comunes y corrientes de los enviados de Dios, si no es ese vínculo íntimo que existe entre ambos, permitiéndole moldear el mundo en nombre y en aras de su señor divino? Y estos hombres poderosos con el favor de sus dioses son quienes más atraen ovejas al pastizal.   El índice de iluminados por fe varía dependiendo de la cantidad de creyentes y las especies afectadas. Hay especies cuyos espíritus son más débiles, sujetos a más aflicciones del espíritu que otros y que, por lo tanto, son más fáciles de manipular por estos parásitos espirituales. Los nenúnicos, por ejemplo, son de espíritu sumamente débil, razón por la cual son más propensos a la iluminación divina y, en general, son más poderosos como taumaturgos. En las religiones más pequeñas, como el eratorismo y el eranorismo durante la Maldición de Eneter y las primeras décadas posteriores a esta, el porcentaje por población pudo llegar a ser mucho mayor (hasta del 10%), donde el dios hizo una mayor inversión en búsqueda de alcanzar más creyentes en menor tiempo. A medida que más creyentes se unen, menos taumaturgos emergen porque dejan de ser necesarios. Así que, en verdad, la adquisición de la taumaturgia es más una cuestión de las necesidades de cada dios que de cuán apegado esté un ser a los dogmas y sistemas morales de esta fe.   Cabe resaltar, entonces, que los dioses no necesariamente tienen que escoger a quienes más creen en ellos, pues así como la influencia de un dios en un espíritu puede verse aumentada o mermada por factores ambientales (si una persona que antes no creía en Eranor ahora vive rodeada de personas que sí, entonces se abre más a la presencia de Eranor en su alma, lo cual aumenta las posibilidades de una simbiosis mutualista o parasitaria), también se puede por la misma agencia del espíritu (si Eranor decide que sería más conveniente para sí entrar en una relación mutualista con un ente poco religioso, entonces Eranor mismo puede influir en su relación con esta alma y abrirse paso en ella para iluminarla como por especie de una teofanía).   Puede pensarse en la simbiosis divina como una forma de coevolución ocurriendo en dos planos metafísicos diferentes. Los dioses, como espíritus diseminados por las almas de los sapientes del mundo terrenal, se alimentan de estas paulatinamente para poder mantenerse con vida en los planos nouménicos de la Realidad Última. A cambio, lo que habrían sido apenas bloques de construcción para la moralidad en especies menos desarrolladas se vuelven sistemas éticos con justificación y desarrollo en sus pautas normativas. Los sistemas éticos y sociales regidos por las simbiosis divinas confieren más estructura y orden a las sociedades de los entes racionales. Ciertamente, antes de que este orden de parásitos divinos naciera, los terenarios vivían en un estado de la naturaleza sin moral ni religión de ningún tipo: criaturas ateas e inmorales, cuya empatía era solo la suficiente para permitir el surgimiento de pequeños núcleos sociales con las mismas complejidades y características de primates como los chimpancés y los bonobos. El origen de las civilizaciones, el lenguaje, la ética, la filosofía y todo lo que diferencia a los entes racionales de otras criaturas nace del tacto que estos comenzaron a recibir de los parásitos divinos; por lo tanto, es en el paráclito de cada dios que existe todo lo que es inherente a la naturaleza sapiente. Sin la gracia de los dioses, no existiría nada de lo que hoy en día las grandes ciudades-Estado, reinos, repúblicas y demás han logrado.   Los parásitos divinos conocidos como dioses compiten unos con otros por los espíritus de los entes racionales. Varios "dioses" existen en las almas de cada ser racional, pero solamente un dios rige sobre esta, atenuando los efectos de los demás en gran medida. Las interacciones entre diferentes espíritus dentro de un alma están determinadas por las interacciones con el ambiente que esta posee. Si un alma se cría entre personas guiadas por un espíritu eratorista, es más probable que también sea regida por uno. Si una persona está íntimamente relacionada a alguien de un espíritu titanista, es plausible que sus inclinaciones cambien.   Mientras más poderoso sea un parásito divino en un espíritu, más difícil es mermar su supremacía sobre el resto de los parásitos divinos en este. Aquellos sapientes que son iluminados, o sea, que se encuentran en una simbiosis mutualista donde el parásito confiere taumaturgia a cambio de alimentarse de gran parte del alma del ser racional, son muy difíciles de cambiar de fe. Cuando un alma parece estar cambiando de fe a pesar de estar en un estado de iluminación, el parásito divino principal reacciona devorándola presto antes de que si quiera tenga tiempo de convertirse por completo a otra religión. Este estado de ingesta acelerada del espíritu de un ente racional se conoce como parasitismo divino. Debido a que la presencia del parásito divino es más activa en esta alma en un estado parasitista, el iluminado recibe también taumaturgia más poderosa en el corto lapso de vida que le queda.
La simbiosis divina es el medio por el cual los entes racionales terenarios adquieren las capacidades que los separan del resto de animales: sus sofisticados sistemas éticos, sus impresionantes habilidades de razonamiento, sus intereses en la política y en el desarrollo de sociedades cada vez más complejas, y su fe. Además, los terenarios son capaces de invocar milagros en el mundo gracias a las relaciones que tienen con los dioses, las cuales no son nada más y nada menos que esta forma de simbiosis.

Detalles generales

Tipos de simbiosis

  • Comensalista: El dios se alimenta del espíritu de la persona sin conferirle ningún beneficio pero sin causarle algún daño tampoco.
  • Mutualista: El dios se alimenta del espíritu del hospedador al mismo tiempo que le otorga sus poderes. Estos hospedadores son conocidos como iluminados o taumaturgos y pueden invocar milagros en el mundo a través de la fe.
  • Parasitista: Dos o más dioses confieren poderes al hospedador pero, a cambio, estos luchan por alimentarse lo más rápido que pueden del espíritu de este. Al mismo tiempo que el hospedador es más fuerte, su tiempo de vida también es mucho más corto y sufre toda clase de síntomas y enfermedades tanto físicas como psicológicas y espirituales a causa de esto.

Otros datos

Origen
Divine
Ciclo
Chronic, Congenital
Rareza
Common
Especies afectadas

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