Sepulcro de Acero

Al viajar hacia la provincia de Eifgíd, es posible ver desde las carreteras principales cinco arcologías antiguas extendiéndose en el horizonte. Desde el 95 e.M. han sido abandonadas a causa del hundimiento de las Gemelas Einhersand y Romhenlig, sin embargo, aún permanecen ahí; irguiéndose sobre las colinas y los bosques, sus torres apuntando con dificultad hacia el cielo envuelto en miasma y el humo enruvés de la muerte. Al acercarse es posible apreciar sus detalles: desde las venas metálicas que corren a través de sus edificios y rascacielos en la forma de tuberías hasta sus diferentes entradas y las vías férreas que conectan cada piso y cada sector principal. Las cinco arcologías estaban conectadas por un viejo sistema ferroviario que ya está en desuso, cuyas vías están embutidas en nieve y atrapadas por la maleza que ha crecido con el pasar del tiempo.   A pesar de que desde lo lejos las urbes aparenten estar completamente abandonadas, el pasar del tiempo hizo que criminales y forajidos decidieran adentrarse en ellas y reclamarlas como sus hogares. Einhersand, cuyos pisos inferiores han estado sepultados bajo tierra desde el hundimiento, es hogar de una innumerable cantidad de comunidades que han dado paso a toda clase de relaciones y gobiernos, haciendo de la propia Einhersand un mundo aislado donde pequeñas sociedades pelean entre sí por los recursos del interior de la arcología. Otras, como Hindermug, están casi completamente abandonadas. Esto ha hecho que personas de poderes ocultos y poderosos las hayan tomado como sus guaridas para mantenerse fuera de la vista de la República, y en algunas de ellas se esconden investigadores, científicos, taumaturgos y emanadores que han experimentado con criaturas y personas para dar vida a toda clase de horrores.   Los entresijos de estas arcologías son laberintos que requieren de un experto para ser navegados sin perderse. Quienes se adentran a los recónditos rincones de estas ruinas urbanas, además, se exponen a ladrones, dementes y toda clase de criminales y forajidos que han reclamado estas tierras para sí. Muchas de las comunidades en la región odian a los forasteros, y muchas veces este odio es suficiente para matarlos.