Veterano de guerra, soldado e inquisidor, Varlt es el responsable del Octavo Capítulo de la Inquisición.
- Age
- 54
- Gender
- Hombre
- Eyes
- Grises, siembre nublados. Antes eran azules, cuando todavía Varlt amaba.
- Hair
- Negro, descuidado.
- Height
- 1,85 m
Un nombre simple. Un nombre corto. Un nombre que él mismo se dió.
El Octavo Inquisidor es un hombre lleno de misterio. Nadie conoce plenamente su juventud, ni tampoco su vida antes de la Guerra del Kalí. Algunos rumores hablan de una compañía de mercenarios, y de como la abandonó para unirse a la armada; dejó atrás a su padre, un moribundo pistolero, y condenó a sus compañeros tanto como a su familia a una lenta muerte. Pues la era de los bandidos había terminado, y el Imperio extendía su alcance a lo más alto de las cordilleras.
Entrenó como militar en la ciudad de Dertag, pues era nativo de Wellingham y la gran ciudad estaba a un fuerte de distancia. Los pantanos de Vhen le enseñaron todo lo que más tarde traería a la guerra, y al estar tan cerca del frente, fue enviado con a penas veinte años al Condado de Strähd, para servir bajo la Condesa frente a las amenazas de guerra de los pueblos alrededor del Nilo, los Tak Nihel.
Allí sirvió durante años, pues la Guerra del Kalí no comenzaría hasta el 1472, y pasó de soldado raso a sargento para cuando el conflicto se llevó a cabo. Con su gran habilidad táctica, una de las cualidades de un estudiante de la Academia de Guerra de Dertag, luchó en varias escaramuzas, llevando consigo los nuevos fusiles MK-17, inestables pero de gran capacidad. Más tarde, por su afinidad con las armas de fuego, se le otorgaría el prototipo del fusil MK-18, "la Bayoneta".
Se asume que su amor por la pólvora y los disparos vino de su juventud entre mercenarios, y transmitió esa misma pasión a todo su escuadrón, el número 8. Conoció en este a quien sería su mujer, una muchacha por nombre de Herbie. Era extraño que una mujer forme parte del ejército, y más aún de los Escudos Dorados, pues mismo si el sexo femenino lleva mayor afinidad para la luz del Emperador, el Ejército está compuesto en su gran mayoría por hombres.
Así, conflicto tras conflicto, defendió el pantano de Strähd, aquella fortaleza impenetrable, de todo quien la asediara. Bajo las órdenes de la brillante Condesa, todavía joven en esa época, la Guerra del Kalí, que había comenzado con fuertes derrotas imperiales, comenzó a darse vuelta. Mismo si las fuerzas del Nilo eran los principales enemigos, el Caliphato nunca perdería una chance de atacar Vhen, por lo que algo que debería haber sido nada más que un simple encuentro militar se tornó en una guerra que duraría siete años.
El escuadrón del Sargento Varlt se mantuvo invicto; pasaría de defender el pantano a atacar los desiertos, tomando la torre vigía de Bodoc, así forzando al Caliphato a capitular. Este logró le permitió al futuro inquisidor abandonar el conflicto y regresar a Wellingham mediante un ascenso a Teniente Coronel. A esto, Valrt famosamente rió, negándose a partir del frente hasta ganar la guerra.
Por esta razón, todavía hoy se le dice Sargento: el único hombre lo suficientemente testarudo como para rechazar un ascenso. Y así fue como Varlt se quedó con su escuadrón, al servicio de la Condesa, volviéndose uno de los héroes de la Guerra. Cuando esta llegó a su fin y los Tak Nihel desistieron, aceptando pagar reparos y ceder tierras al Imperio, el Escuadrón 8 regresó a Dertag, victorioso. Pasaron unos años hasta que finalmente se le ofreció el ascenso a Teniente Coronel nuevamente, y luego en poco tiempo a Coronel.
En este tiempo, Valrt tuvo un hijo con su esposa, a comienzos del 1479. Residió en su pequeño pueblo de origen por poco, sin embargo, pues sus servicios eran necesitados en Desembarco del Emperador, en Dwindalia. Herbie, quien había perdido una pierna a una bala de cañon durante la Guerra del Kalí, se pasó días y días sola con el niño, pues las nuevas responsabilidades de Varlt le mantenían fuera de la casa.
Pocos conocieron a la muchacha, pues su vida fue muy corta, y su lesión no le permitía moverse con total libertad. Quienes sí afirman que era un espíritu libre, que en otra vida había sido una liebre. Andaba en silla de ruedas por las calles de Desembarco, cargando con su hijo siempre con ella. Muchos dicen que si no fuese por su herida, estaría volando por lo más alto de la Cordillera Ilwë.
Cortos años vivieron de paz.
Fue en 1484 que ocurrió el misterioso Viaje de los Tres, donde el futuro apotecario de guerra, Sir Elvir Charles Inferia, tanto como el futuro apotecario de ciencia, Viktor Luria, y el Contra-Almirante Kazu Fujitora, desaparecieron en los Pantanos de Sal, luego de hundir siete cruceros del Dominio. Varlt fue asignado como líder de la unidad de los Escudos Dorados, bajo las órdenes directas del Almirante de la Flota Garton Derrick.
Esta misión tomó un año, en el cual se dice Varlt creó un lazo de amistad con el Contra-Almirante Fujitora luego de encontrarle a él, a Inferia y a Luria en la isla de Qoeldrass, solos. Al regresar, fue Fujitora quien tornó al futuro octavo inquisidor en un verdadero hombre del Emperador, tomando el título de obispo (superior incluso al título formal de Fujitora, que se mantuvo como sacerdote hasta ser oficializado como Santo del Emperador) y uniéndose a la Ordo Maleus, la Orden dedicada a la caza de individuos y criaturas rendidos ante las blasfemias del caos.
Se dice que durante algunos años, Varlt vivió siempre con responsabilidades, y la bella Herbie salió cada vez menos de aquella casa en la colina; "la Mansión de la Pólvora".
En 1489, sin embargo, Varlt volvió a partir; pues ocurrió el conflicto de las islas sigmarinas, y el Reino de Severen entró en guerra con Aurelis, a lo que el Imperio intervino, tal como el Dominio. Varlt, tanto como gran parte de su antiguo escuadrón, viajó a Severen para apoyar al aliado imperial en el combate, tomando partido en aquel gran conflicto.
Pocos hablan de esta guerra. No duró más de cuatro meses, y fue mucho más pequeña en escala, pero no por eso menos brutal. Los caballeros de Severen, siempre altinos y orgullosos, capitularon cuando el Rey Alleo fue asesinado por las Furias de Heraklion, dejando así al Imperio solo frente a dos enemigos.
La derrota fue tal, que ni un solo navío imperial regresó. El Almirante de la Flota Kazu Fujitora estaba del otro lado del mundo cuando esto ocurrió, y el Contra-Almirante Sullyvhan, un joven muy prometedor, desapareció. Nadie sabe exactamente cómo, pero Varlt terminó en las Costas Rojas, el único de aquel escuadrón que regresó. Le salvaron viajeros de las terribles criaturas que de aquella zona surgen, y una vez en Zhara se comprendió la gravedad de sus heridas.
Tardó seis meses en regresar a Desembarco del Emperador, pero cuando eventualmente se apareció, parecía haber envejecido veinte años. Le faltaba un pie, y su mirada estaba siempre nublada. Nadie le honró por sobrevivir, pues la guerra había sido una humillación, y Varlt pocas veces habló de aquel conflicto, que siempre recordó con odio.
Fue al regresar a su casa que encontró a Herbie en el suelo y a su hijo encerrado en el sótano, desnutrido y descuidado.
La muchacha con alma de liebre había muerto de una sobredosis.
Nunca más Varlt sonrió plenamente. Nunca más recibió un ascenso. Se mantuvo en sus responsabilidades como miembro de la Orden Maledictus, y eventualmente, durante la Reforma, fue nombrado Octavo Inquisidor, uno de los únicos hombres tomados del Ejército para servir a la Eclisiarquía, probablemente por su rango como Obispo.
En algún momento entre la muerte de Herbie y la Reforma, sin embargo, Varlt perdió a su hijo. Para entonces, su actitud era tan hostil y su presencia tan intimidadora que nadie se dignó a preguntarle cómo ocurrió. Veterano de dos guerras, todavía se le considera uno de los mejores estrategas del Ejército; por lo menos cuando está en control de todas sus facultades. Con 52 años, parece de 65, y su abuso del cigarro lo condenó a una muerte joven.
Algunos dicen que está loco. Que alguna parte de sí murió con Herbie. Sin embargo, siempre será un excelente instructor, y por esta razón le dieron un trabajo provisorio como docente en el mismo Bastión Luz del Alba. Se dedicó a enseñarle a una nueva generación de Acólitos las materias troncales "Arte de la Guerra", "Defensa Coordinada" y "Tácticas I, II y III", además de los talleres adicionales de "Tiro con Arma de Fuego" y "Supervivencia".
Junto con el Noveno y Tercer capítulos, fue despachado a Rinavel, con la misión de investigar los extraños comportamientos de los Calashite de Krath, además de la siempre vigente búsqueda del Criminal Arcano. Se suponía que debería haberse encontrado con los demás capítulos en Ankev, pero por distintas razones, ninguno de los tres llegó a la reunión.
El Octavo Inquisidor es un hombre lleno de misterio. Nadie conoce plenamente su juventud, ni tampoco su vida antes de la Guerra del Kalí. Algunos rumores hablan de una compañía de mercenarios, y de como la abandonó para unirse a la armada; dejó atrás a su padre, un moribundo pistolero, y condenó a sus compañeros tanto como a su familia a una lenta muerte. Pues la era de los bandidos había terminado, y el Imperio extendía su alcance a lo más alto de las cordilleras.
Entrenó como militar en la ciudad de Dertag, pues era nativo de Wellingham y la gran ciudad estaba a un fuerte de distancia. Los pantanos de Vhen le enseñaron todo lo que más tarde traería a la guerra, y al estar tan cerca del frente, fue enviado con a penas veinte años al Condado de Strähd, para servir bajo la Condesa frente a las amenazas de guerra de los pueblos alrededor del Nilo, los Tak Nihel.
Allí sirvió durante años, pues la Guerra del Kalí no comenzaría hasta el 1472, y pasó de soldado raso a sargento para cuando el conflicto se llevó a cabo. Con su gran habilidad táctica, una de las cualidades de un estudiante de la Academia de Guerra de Dertag, luchó en varias escaramuzas, llevando consigo los nuevos fusiles MK-17, inestables pero de gran capacidad. Más tarde, por su afinidad con las armas de fuego, se le otorgaría el prototipo del fusil MK-18, "la Bayoneta".
Se asume que su amor por la pólvora y los disparos vino de su juventud entre mercenarios, y transmitió esa misma pasión a todo su escuadrón, el número 8. Conoció en este a quien sería su mujer, una muchacha por nombre de Herbie. Era extraño que una mujer forme parte del ejército, y más aún de los Escudos Dorados, pues mismo si el sexo femenino lleva mayor afinidad para la luz del Emperador, el Ejército está compuesto en su gran mayoría por hombres.
Así, conflicto tras conflicto, defendió el pantano de Strähd, aquella fortaleza impenetrable, de todo quien la asediara. Bajo las órdenes de la brillante Condesa, todavía joven en esa época, la Guerra del Kalí, que había comenzado con fuertes derrotas imperiales, comenzó a darse vuelta. Mismo si las fuerzas del Nilo eran los principales enemigos, el Caliphato nunca perdería una chance de atacar Vhen, por lo que algo que debería haber sido nada más que un simple encuentro militar se tornó en una guerra que duraría siete años.
El escuadrón del Sargento Varlt se mantuvo invicto; pasaría de defender el pantano a atacar los desiertos, tomando la torre vigía de Bodoc, así forzando al Caliphato a capitular. Este logró le permitió al futuro inquisidor abandonar el conflicto y regresar a Wellingham mediante un ascenso a Teniente Coronel. A esto, Valrt famosamente rió, negándose a partir del frente hasta ganar la guerra.
Por esta razón, todavía hoy se le dice Sargento: el único hombre lo suficientemente testarudo como para rechazar un ascenso. Y así fue como Varlt se quedó con su escuadrón, al servicio de la Condesa, volviéndose uno de los héroes de la Guerra. Cuando esta llegó a su fin y los Tak Nihel desistieron, aceptando pagar reparos y ceder tierras al Imperio, el Escuadrón 8 regresó a Dertag, victorioso. Pasaron unos años hasta que finalmente se le ofreció el ascenso a Teniente Coronel nuevamente, y luego en poco tiempo a Coronel.
En este tiempo, Valrt tuvo un hijo con su esposa, a comienzos del 1479. Residió en su pequeño pueblo de origen por poco, sin embargo, pues sus servicios eran necesitados en Desembarco del Emperador, en Dwindalia. Herbie, quien había perdido una pierna a una bala de cañon durante la Guerra del Kalí, se pasó días y días sola con el niño, pues las nuevas responsabilidades de Varlt le mantenían fuera de la casa.
Pocos conocieron a la muchacha, pues su vida fue muy corta, y su lesión no le permitía moverse con total libertad. Quienes sí afirman que era un espíritu libre, que en otra vida había sido una liebre. Andaba en silla de ruedas por las calles de Desembarco, cargando con su hijo siempre con ella. Muchos dicen que si no fuese por su herida, estaría volando por lo más alto de la Cordillera Ilwë.
Cortos años vivieron de paz.
Fue en 1484 que ocurrió el misterioso Viaje de los Tres, donde el futuro apotecario de guerra, Sir Elvir Charles Inferia, tanto como el futuro apotecario de ciencia, Viktor Luria, y el Contra-Almirante Kazu Fujitora, desaparecieron en los Pantanos de Sal, luego de hundir siete cruceros del Dominio. Varlt fue asignado como líder de la unidad de los Escudos Dorados, bajo las órdenes directas del Almirante de la Flota Garton Derrick.
Esta misión tomó un año, en el cual se dice Varlt creó un lazo de amistad con el Contra-Almirante Fujitora luego de encontrarle a él, a Inferia y a Luria en la isla de Qoeldrass, solos. Al regresar, fue Fujitora quien tornó al futuro octavo inquisidor en un verdadero hombre del Emperador, tomando el título de obispo (superior incluso al título formal de Fujitora, que se mantuvo como sacerdote hasta ser oficializado como Santo del Emperador) y uniéndose a la Ordo Maleus, la Orden dedicada a la caza de individuos y criaturas rendidos ante las blasfemias del caos.
Se dice que durante algunos años, Varlt vivió siempre con responsabilidades, y la bella Herbie salió cada vez menos de aquella casa en la colina; "la Mansión de la Pólvora".
En 1489, sin embargo, Varlt volvió a partir; pues ocurrió el conflicto de las islas sigmarinas, y el Reino de Severen entró en guerra con Aurelis, a lo que el Imperio intervino, tal como el Dominio. Varlt, tanto como gran parte de su antiguo escuadrón, viajó a Severen para apoyar al aliado imperial en el combate, tomando partido en aquel gran conflicto.
Pocos hablan de esta guerra. No duró más de cuatro meses, y fue mucho más pequeña en escala, pero no por eso menos brutal. Los caballeros de Severen, siempre altinos y orgullosos, capitularon cuando el Rey Alleo fue asesinado por las Furias de Heraklion, dejando así al Imperio solo frente a dos enemigos.
La derrota fue tal, que ni un solo navío imperial regresó. El Almirante de la Flota Kazu Fujitora estaba del otro lado del mundo cuando esto ocurrió, y el Contra-Almirante Sullyvhan, un joven muy prometedor, desapareció. Nadie sabe exactamente cómo, pero Varlt terminó en las Costas Rojas, el único de aquel escuadrón que regresó. Le salvaron viajeros de las terribles criaturas que de aquella zona surgen, y una vez en Zhara se comprendió la gravedad de sus heridas.
Tardó seis meses en regresar a Desembarco del Emperador, pero cuando eventualmente se apareció, parecía haber envejecido veinte años. Le faltaba un pie, y su mirada estaba siempre nublada. Nadie le honró por sobrevivir, pues la guerra había sido una humillación, y Varlt pocas veces habló de aquel conflicto, que siempre recordó con odio.
Fue al regresar a su casa que encontró a Herbie en el suelo y a su hijo encerrado en el sótano, desnutrido y descuidado.
La muchacha con alma de liebre había muerto de una sobredosis.
Nunca más Varlt sonrió plenamente. Nunca más recibió un ascenso. Se mantuvo en sus responsabilidades como miembro de la Orden Maledictus, y eventualmente, durante la Reforma, fue nombrado Octavo Inquisidor, uno de los únicos hombres tomados del Ejército para servir a la Eclisiarquía, probablemente por su rango como Obispo.
En algún momento entre la muerte de Herbie y la Reforma, sin embargo, Varlt perdió a su hijo. Para entonces, su actitud era tan hostil y su presencia tan intimidadora que nadie se dignó a preguntarle cómo ocurrió. Veterano de dos guerras, todavía se le considera uno de los mejores estrategas del Ejército; por lo menos cuando está en control de todas sus facultades. Con 52 años, parece de 65, y su abuso del cigarro lo condenó a una muerte joven.
Algunos dicen que está loco. Que alguna parte de sí murió con Herbie. Sin embargo, siempre será un excelente instructor, y por esta razón le dieron un trabajo provisorio como docente en el mismo Bastión Luz del Alba. Se dedicó a enseñarle a una nueva generación de Acólitos las materias troncales "Arte de la Guerra", "Defensa Coordinada" y "Tácticas I, II y III", además de los talleres adicionales de "Tiro con Arma de Fuego" y "Supervivencia".
Junto con el Noveno y Tercer capítulos, fue despachado a Rinavel, con la misión de investigar los extraños comportamientos de los Calashite de Krath, además de la siempre vigente búsqueda del Criminal Arcano. Se suponía que debería haberse encontrado con los demás capítulos en Ankev, pero por distintas razones, ninguno de los tres llegó a la reunión.
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