Cuarta Inquisidora de la Eclisiarquía, lleva consigo la luz del Emperador, pues a los ojos de todos, es santificada por Su gracia.
- Age
- 33
- Gender
- Mujer
- Eyes
- Blancos, brillantes, pero en el fondo, salpicados de verde
- Hair
- Corto, mantenido siempre a la misma altura, blanco como sus ojos.
- Skin Tone/Pigmentation
- Suave y Blanca
La comandante del cuarto capítulo de la Inquisición es quizá una de las inquisidoras más famosas del Imperio. De sus buenos actos se cuentan historias, y de sus hazañas, leyendas. De baja estatura pero gran carácter, tiene autoridad por sobre cada capítulo por encima del suyo, siendo así la Teniente General de la Inquisición. Tanto el tercer, segundo y primer capítulo poseen mayor poder e influencia, pero al tomar por base Desembarco del Emperador y el Bastión Luz del Alba, es el cuarto capítulo quien conlleva esa autoridad a los demás.
No mucho se sabe fuera del círculo de la Inquisición sobre la Santa en sus primeros años. Desde pequeña instruída para comandar, pues su familia siempre fue de gran poder, el Bastión Luz del Alba funcionó como su morada. Dentro de esos campos de entrenamiento e infinitas librerías muchos cuentan sobre los tiempos de la Santa Axa como estudiante. Nunca esos viejos paredones de fría piedra vieron semejante ingeniosidad, tanto como proeza marcial e intelecto. Al día de hoy se utilizan las calificaciones que obtuvo la Comandante Axa hace quince años para medir a los excepcionales.
Mismo si muchos se acercaron, solo un estudiante pudo superar a Axa en aquellos tiempos, o por lo menos eso dicen en el Bastión. Sin embargo, es tabú mencionarlo, pues la Comandante, Santa del Emperador, es considerada la mejor alumna que el programa haya visto. Será por la censura, pero el estudiante misterioso ganó notoriedad. Poco se sabe de él, pues fue contemporaneo a la misma Axa, y hace mucho expulsado.
Se dice que la Comandante, antes de partir del Bastión como miembro élite de la Orden Exalta, retó al mismo rector general del Bastión Luz del Alba, acusándole de falso e inútil. El hombre, de nombre irrelevante, perdió no solo el duelo, sino su honor, y fue entonces reemplazado. Lleno de furia, se dice que aquel rector utilizó magia herética, y levantó por los aires a la futura comandante.
Fue entonces cuando ocurrió, frente a todos, en el patio principal de Luz del Alba. Un rayo de luz destrozó la magia negra, iluminando únicamente a Axa de entre todos, pues tan fuerte era su fé. De aquel rector no se habla, tal como de aquel misterioso estudiante. Cualquier forma de recordarlos borrada de los archivos, desde los bustos y cuadros del director como las calificaciones y los registros del alumno.
Desde entonces, todos siempre vieron a Axa como un gran futuro a punto de forjarse. Dejó Bastión Luz del Alba detrás, hizo sus juramentos, y entró en la Orden Exalta como Iluminada, donde solo los mejores encuentran su lugar.
Entonces, tan repentinamente como brilló en sus años dentro del Bastión, desapareció del ojo público. Años se sucedieron hasta que historias de una santa, una mujer de pelo blanco y voluntad de hierro se enfrentase contra un demonio de gran poder. Un dragón, muchos decían, que terrorizaba un pueblo en la profunidad de las montañas. Será que una leyenda resonó con otra, más antigua, de otra era; poco tardaron las historias y rumores en adoptar la nueva versión y repetirla.
Así, la Comandante Axa Inferia, como cuenta el relato, pasó por un pueblo dejado de lado por la luz, oscuro bajo las montañas y las alas de tiranos demonios. Como Inquisidora del Cuarto Capítulo, se detuvo a descansar en la taberna. Allí, un pobre loco entró gritando que ya venía el monstruo: una criatura alada, un enorme halcón.
De nombre científico, los Cazadores de la Orden Maledictus hablarían quizá de un roc, un ave de trueno. Nunca se sabrá con exactitud que tipo de criatura aterrorizaba a aquella villa miseria. Axa tomó a sus mejores soldados, y subieron la montaña, donde bajo una enorme percha, esperaba el monstruo. Dragón, le decían, pues sus plumas azules parecían de rayo, y sus alas eran tan grandes como todo el monte. Fue una feroz batalla, de la cual solo con un brillo de luz y un favor divino resultó la Comandante victoriosa.
No se sabe tampoco con exactitud qué pueblo se menciona. Algunos dicen Pollus, otros Taho, otros incluso Krath. Quizá podría ser alguna de las ciudades cerca de la cordillera, como Ylsat, o el Condado de Equis. Es mediante este relato, sin embargo, que la Santa se ganó su título. Invencible ante aquel demonio, solo el Emperador podría haberle entregado semejante poder. A todas partes la acompaña un halo de luz, blanco y brillante, y sus manos pueden sanar cualquier herida. Sus lágrimas traen de vuelta a los muertos y liberan a los pecadores de sus codiciosos pactos.
Así, en recientes tiempos, las historias parecen cruzar mares y cordilleras. Ahora Axa se encuentra nuevamente en el campo, en búsqueda de de algo, o alguien. Rinavel es una provincia que durante mucho tiempo no tuvo quién la salvara. Ahora, luego de aguantar los fuegos candentes de la guerra y los azotes de diferentes capítulos de la Inquisición, Axa se propone en su búsqueda salvar a tantos como su división lo consiga. Entre ellos, solo los más fieles y capaces pueden acompañarla.
Su luz, casi innatural, choca con su insistensia en ser llamada Comandante, y no Inquisidora, o menos aún, Santa. ¿Comandante de qué, exactamente? No muchos conocen la historia de la Orden Exalta, pues la reforma de la Inquisición, llevada a cabo por el Apotecario de Guerra, borró gran parte de los registros y envió a cada capítulo en una misión religiosa más que táctica o misionera.
Orden Exalta, órden de cien promesas. Hoy no más que un recuerdo. Pues quizá Axa insiste en ser llamada Comandante de nadie, como recuerdo de su antiguo puesto, pero nunca podrá devolverle a todos esos firmes soldados sus vidas ni sus almas. Nombrada Inquisidora luego de la reforma, la Santa es una de las primeras en llevar el título. Los planes del Apotecario de Guerra son muchos, y difícil es saber dónde encajan los nuevos Inquisidores en ellos.
No mucho se sabe fuera del círculo de la Inquisición sobre la Santa en sus primeros años. Desde pequeña instruída para comandar, pues su familia siempre fue de gran poder, el Bastión Luz del Alba funcionó como su morada. Dentro de esos campos de entrenamiento e infinitas librerías muchos cuentan sobre los tiempos de la Santa Axa como estudiante. Nunca esos viejos paredones de fría piedra vieron semejante ingeniosidad, tanto como proeza marcial e intelecto. Al día de hoy se utilizan las calificaciones que obtuvo la Comandante Axa hace quince años para medir a los excepcionales.
Mismo si muchos se acercaron, solo un estudiante pudo superar a Axa en aquellos tiempos, o por lo menos eso dicen en el Bastión. Sin embargo, es tabú mencionarlo, pues la Comandante, Santa del Emperador, es considerada la mejor alumna que el programa haya visto. Será por la censura, pero el estudiante misterioso ganó notoriedad. Poco se sabe de él, pues fue contemporaneo a la misma Axa, y hace mucho expulsado.
Se dice que la Comandante, antes de partir del Bastión como miembro élite de la Orden Exalta, retó al mismo rector general del Bastión Luz del Alba, acusándole de falso e inútil. El hombre, de nombre irrelevante, perdió no solo el duelo, sino su honor, y fue entonces reemplazado. Lleno de furia, se dice que aquel rector utilizó magia herética, y levantó por los aires a la futura comandante.
Fue entonces cuando ocurrió, frente a todos, en el patio principal de Luz del Alba. Un rayo de luz destrozó la magia negra, iluminando únicamente a Axa de entre todos, pues tan fuerte era su fé. De aquel rector no se habla, tal como de aquel misterioso estudiante. Cualquier forma de recordarlos borrada de los archivos, desde los bustos y cuadros del director como las calificaciones y los registros del alumno.
Desde entonces, todos siempre vieron a Axa como un gran futuro a punto de forjarse. Dejó Bastión Luz del Alba detrás, hizo sus juramentos, y entró en la Orden Exalta como Iluminada, donde solo los mejores encuentran su lugar.
Entonces, tan repentinamente como brilló en sus años dentro del Bastión, desapareció del ojo público. Años se sucedieron hasta que historias de una santa, una mujer de pelo blanco y voluntad de hierro se enfrentase contra un demonio de gran poder. Un dragón, muchos decían, que terrorizaba un pueblo en la profunidad de las montañas. Será que una leyenda resonó con otra, más antigua, de otra era; poco tardaron las historias y rumores en adoptar la nueva versión y repetirla.
Así, la Comandante Axa Inferia, como cuenta el relato, pasó por un pueblo dejado de lado por la luz, oscuro bajo las montañas y las alas de tiranos demonios. Como Inquisidora del Cuarto Capítulo, se detuvo a descansar en la taberna. Allí, un pobre loco entró gritando que ya venía el monstruo: una criatura alada, un enorme halcón.
De nombre científico, los Cazadores de la Orden Maledictus hablarían quizá de un roc, un ave de trueno. Nunca se sabrá con exactitud que tipo de criatura aterrorizaba a aquella villa miseria. Axa tomó a sus mejores soldados, y subieron la montaña, donde bajo una enorme percha, esperaba el monstruo. Dragón, le decían, pues sus plumas azules parecían de rayo, y sus alas eran tan grandes como todo el monte. Fue una feroz batalla, de la cual solo con un brillo de luz y un favor divino resultó la Comandante victoriosa.
No se sabe tampoco con exactitud qué pueblo se menciona. Algunos dicen Pollus, otros Taho, otros incluso Krath. Quizá podría ser alguna de las ciudades cerca de la cordillera, como Ylsat, o el Condado de Equis. Es mediante este relato, sin embargo, que la Santa se ganó su título. Invencible ante aquel demonio, solo el Emperador podría haberle entregado semejante poder. A todas partes la acompaña un halo de luz, blanco y brillante, y sus manos pueden sanar cualquier herida. Sus lágrimas traen de vuelta a los muertos y liberan a los pecadores de sus codiciosos pactos.
Así, en recientes tiempos, las historias parecen cruzar mares y cordilleras. Ahora Axa se encuentra nuevamente en el campo, en búsqueda de de algo, o alguien. Rinavel es una provincia que durante mucho tiempo no tuvo quién la salvara. Ahora, luego de aguantar los fuegos candentes de la guerra y los azotes de diferentes capítulos de la Inquisición, Axa se propone en su búsqueda salvar a tantos como su división lo consiga. Entre ellos, solo los más fieles y capaces pueden acompañarla.
Su luz, casi innatural, choca con su insistensia en ser llamada Comandante, y no Inquisidora, o menos aún, Santa. ¿Comandante de qué, exactamente? No muchos conocen la historia de la Orden Exalta, pues la reforma de la Inquisición, llevada a cabo por el Apotecario de Guerra, borró gran parte de los registros y envió a cada capítulo en una misión religiosa más que táctica o misionera.
Orden Exalta, órden de cien promesas. Hoy no más que un recuerdo. Pues quizá Axa insiste en ser llamada Comandante de nadie, como recuerdo de su antiguo puesto, pero nunca podrá devolverle a todos esos firmes soldados sus vidas ni sus almas. Nombrada Inquisidora luego de la reforma, la Santa es una de las primeras en llevar el título. Los planes del Apotecario de Guerra son muchos, y difícil es saber dónde encajan los nuevos Inquisidores en ellos.
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