Séptima Inquisidora, única en su capítulo. Lleva consigo el cuervo mensajero, pues carga con la tarea de atar cabos sueltos.
- Age
- ?
- Eyes
- Inexistentes; dos cavidades oscuras ocupan el lugar de los ojos en aquel rostro arrugado.
- Hair
- Blanco, lleno de canas, se ata en un rodete detrás de su cabeza.
- Height
- 167 cm
De la Inquisidora Corvax, nada se sabe. De la Dama Coralia, sin embargo, muchos hablan. Es difícil conciliar dos caras de la misma moneda.
La Iglesia Eclisiárquica al origen de la Inquisición es bastante secretiva, más aún con lo que debe esconder de ojos curiosos. Al ocurrir la Reforma, hace ya cinco años, las antiguas Órdenes se disolvieron (por lo menos oficialmente) y se constituyeron los Diez Capítulos que hoy se conocen. A la hora de conformarlos, se les dió roles, como el de liderazgo para el Primer Capítulo.
Mismo si cada uno tiene su propia jerarquía, todos responden a esta autoridad. Así, un miembro del Primero tiene un rango superior a cualquier otro miembro de la Inquisición fuera de su capítulo, y solo responde al mismo Apotecario de Guerra.
El Tercer Capítulo, por ejemplo, se dedica a las misiones más recónditas, como un escuadrón de reconocimiento. Esto quizá se debe al excéntrico Cyrus Walker, Tercer Inquisidor, y su eterno viaje en el Vingilot. El Segundo Capítulo está atado intrínsecamente a la Marina Imperial, por el rango de Gran Almirante que posee el inquisidor Fujitora, etc. El Quinto Capítulo, conformado únicamente de mujeres, tiene el rol de Sello, y siempre que un portal o anomalía se manifiesta, una miembro de este debe presentarse además del capítulo asignado.
Así, el engranaje Eclisiárquico funciona, y cada subdivisión posee su rol dedicado. Algunos se superponen, claro, y todo capítulo responderá a un llamado de emergencia si se encuentran cerca. Todos, menos el Séptimo. Aquí, la información que propina la misma estructura imperial impide saber mucho más. No es posible unírse al Séptimo Capítulo, mismo saliendo del Bastión Luz del Alba como el mejor recluta o acólito. No es posible preguntar por el Inquisidor a cargo, ni es necesario que éste se presente al Bastión.
El Séptimo Capítulo no puede ser llamado al deber, ya que no responde a nadie más que a los altos mandos eclisiárquicos. Es un cargo especial, el de Séptimo Inquisidor. Único. Pues lo que no muchos saben, es que no existe tal cosa como un Séptimo Capítulo. No existe, pues no tiene miembros. Solo su Inquisidor lo representa. Solo él (o en este caso, ella) actúa en nombre del todo.
¿Y cuál es el propósito de un capítulo con un solo miembro? El de mantener a todos los otros en su lugar. Pues el Séptimo procura proteger los secretos de su institución. Defender de traidores. Y atar cabos sueltos. Sobre la Inquisidora Coralia Corvax recae la autoridad y la obligación de justiciar a todo Inquisidor que deje la Eclisiarquía. A todo traidor que busque hundirla. A todo hereje que fuera sido corrupto.
Por eso nadie habla del Séptimo. Quizá podría aparecerse en tu puerta a la medianoche. Inquisidor de Inquisidores, se le dice a quien tome el cargo en cuestión. Y solo puede tener éxito en su misión. Pues un asesino que falla no fallará de nuevo. Es reemplazado. Es deshechado.
Por todas estas razones, Coralia Corvax es un enigma.
Dama, pues posee el título; se pasea a pie y a paso de hombre. Su edad muestra su habilidad. Su compasión, sin embargo, no cuadra. Para alguien que debe manifestarse como la muerte misma, es amable. Un tanto firme, quizá, pero nunca se involucra en lo que no es su misión. Y siempre intenta disfrutar tanto el viaje como la caza, al final de su recorrido. La siguen los cuervos, y sus anillos de velorio capturan la luz por donde sea que vaya. Cuando la oportunidad se manifiesta, ayuda a quienes lo necesitan.
Dama Coralia, Inquisidora Corvax. De esta última se cuentan historias de terror, pero quienes se cruzaron con la primera solo recuerdan su personalidad mercurial y sus extensas historias. Cuentos y leyendas de algún pasado perdido, mucho antes de la Inquisición, mucho antes del Imperio mismo.
Su figura es débil y jorobada. Su cara hundida en sí misma, y sus ojos inexistentes. Solo cavidades negras ven a través de arrugas y medias sonrisas. Quizá esta descripción resulta familiar. Quizá no. Muchos dicen haber encontrado sospechosas similitudes entre la Inquisidora Corvax y la elusiva Iris de los Trotamundos. Esta última habiendo desaparecido hace más de un medio siglo, pocos esperan volver a verla pasar por las ciudades y ofrecer sus bendiciones.
Coralia, a su vez, es una incógnita; parece no existir. No hay ningún registro de ella dentro del organismo Imperial, y desempeña su rol como Séptima Inquisidora desde la Reforma misma. ¿Quién és, en verdad? ¿Quién, sino la líder de los Trotamundos?
La Iglesia Eclisiárquica al origen de la Inquisición es bastante secretiva, más aún con lo que debe esconder de ojos curiosos. Al ocurrir la Reforma, hace ya cinco años, las antiguas Órdenes se disolvieron (por lo menos oficialmente) y se constituyeron los Diez Capítulos que hoy se conocen. A la hora de conformarlos, se les dió roles, como el de liderazgo para el Primer Capítulo.
Mismo si cada uno tiene su propia jerarquía, todos responden a esta autoridad. Así, un miembro del Primero tiene un rango superior a cualquier otro miembro de la Inquisición fuera de su capítulo, y solo responde al mismo Apotecario de Guerra.
El Tercer Capítulo, por ejemplo, se dedica a las misiones más recónditas, como un escuadrón de reconocimiento. Esto quizá se debe al excéntrico Cyrus Walker, Tercer Inquisidor, y su eterno viaje en el Vingilot. El Segundo Capítulo está atado intrínsecamente a la Marina Imperial, por el rango de Gran Almirante que posee el inquisidor Fujitora, etc. El Quinto Capítulo, conformado únicamente de mujeres, tiene el rol de Sello, y siempre que un portal o anomalía se manifiesta, una miembro de este debe presentarse además del capítulo asignado.
Así, el engranaje Eclisiárquico funciona, y cada subdivisión posee su rol dedicado. Algunos se superponen, claro, y todo capítulo responderá a un llamado de emergencia si se encuentran cerca. Todos, menos el Séptimo. Aquí, la información que propina la misma estructura imperial impide saber mucho más. No es posible unírse al Séptimo Capítulo, mismo saliendo del Bastión Luz del Alba como el mejor recluta o acólito. No es posible preguntar por el Inquisidor a cargo, ni es necesario que éste se presente al Bastión.
El Séptimo Capítulo no puede ser llamado al deber, ya que no responde a nadie más que a los altos mandos eclisiárquicos. Es un cargo especial, el de Séptimo Inquisidor. Único. Pues lo que no muchos saben, es que no existe tal cosa como un Séptimo Capítulo. No existe, pues no tiene miembros. Solo su Inquisidor lo representa. Solo él (o en este caso, ella) actúa en nombre del todo.
¿Y cuál es el propósito de un capítulo con un solo miembro? El de mantener a todos los otros en su lugar. Pues el Séptimo procura proteger los secretos de su institución. Defender de traidores. Y atar cabos sueltos. Sobre la Inquisidora Coralia Corvax recae la autoridad y la obligación de justiciar a todo Inquisidor que deje la Eclisiarquía. A todo traidor que busque hundirla. A todo hereje que fuera sido corrupto.
Por eso nadie habla del Séptimo. Quizá podría aparecerse en tu puerta a la medianoche. Inquisidor de Inquisidores, se le dice a quien tome el cargo en cuestión. Y solo puede tener éxito en su misión. Pues un asesino que falla no fallará de nuevo. Es reemplazado. Es deshechado.
Por todas estas razones, Coralia Corvax es un enigma.
Dama, pues posee el título; se pasea a pie y a paso de hombre. Su edad muestra su habilidad. Su compasión, sin embargo, no cuadra. Para alguien que debe manifestarse como la muerte misma, es amable. Un tanto firme, quizá, pero nunca se involucra en lo que no es su misión. Y siempre intenta disfrutar tanto el viaje como la caza, al final de su recorrido. La siguen los cuervos, y sus anillos de velorio capturan la luz por donde sea que vaya. Cuando la oportunidad se manifiesta, ayuda a quienes lo necesitan.
Dama Coralia, Inquisidora Corvax. De esta última se cuentan historias de terror, pero quienes se cruzaron con la primera solo recuerdan su personalidad mercurial y sus extensas historias. Cuentos y leyendas de algún pasado perdido, mucho antes de la Inquisición, mucho antes del Imperio mismo.
Su figura es débil y jorobada. Su cara hundida en sí misma, y sus ojos inexistentes. Solo cavidades negras ven a través de arrugas y medias sonrisas. Quizá esta descripción resulta familiar. Quizá no. Muchos dicen haber encontrado sospechosas similitudes entre la Inquisidora Corvax y la elusiva Iris de los Trotamundos. Esta última habiendo desaparecido hace más de un medio siglo, pocos esperan volver a verla pasar por las ciudades y ofrecer sus bendiciones.
Coralia, a su vez, es una incógnita; parece no existir. No hay ningún registro de ella dentro del organismo Imperial, y desempeña su rol como Séptima Inquisidora desde la Reforma misma. ¿Quién és, en verdad? ¿Quién, sino la líder de los Trotamundos?
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