Credo Imperatum

Las páginas vuelan en el aire, un cuaderno con tapa roja abandonado en el pasto. El cadáver de la magnífica criatura yace inamovible, nadie posee el coraje de acercarse. Aquel cuaderno, sin embargo, llama a la atención; en su faz, en letras doradas, se ve plasmado el terrible mandato.   "La Verdad Imperial"   Aquel cuadernillo nunca dejaba sus manos. Siempre a su lado, como un recordatorio de su verdadero propósito. Un Rey brillante, trabajando con los monstruos que dirigen el Imperio. Un Rey magnífico, de escamas doradas y voz de rayo. Un Rey doblegado, pues frente al Emperador todo Rey se arodilla.   De las páginas, varias faltan. El cuaderno es pesado en las manos del Guerrero del Trueno, que lo levanta de la colina, allí donde batallaron por última vez. Sus ojos se fijan en silencio sobre las letras. Las páginas no se mojaron bajo la tormenta, parecen flotar al pasarlas. Y una a una, imágenes de un pasado perdido regresan a la mente resquebrajada de Dante; pesadas memorias de pérdidas dolorosas, terribles torturas del entrenamiento Tartarus, parecido al Método Loto en su crueldad.   Dante posa el diario sobre el cadáver brillante, emociones conflictivas luchando en su psíquis. Sin embargo, la paz del Fruto nunca le abandonó, y con voluntad ímpida, decide investigar aquellas páginas profanas. No muy lejos aún el Poderoso Cawl vela por él, su mirada robótica siempre vigilante, su forma metálica fija como una estatua.  

Nota de Investigación #466: “Sobre la Voluntad Humana, el Poder y la Sumisión: El Caso de 001.”

  ¿Quién sabe lo que puede ser un humano, con los estímulos correctos? Claro, no poseen ni una fracción del poder que poseen los Dioses, los Devas, los Yashas… Pero hay una determinación en ellos, una ceguera furiosa y llena de rabia que genera una voluntad inquebrantable y, en muchos casos, homicida.   Envidiables cualidades, sin duda: las cualidades de un héroe, que no es más que un asesino con justificaciones más o menos válidas. Pero son inútiles sin el poder para tomar lo que desean. Las diversas culturas humanas han sobrepasado estas “limitaciones” mediante la utilización del poder de las masas, llevadas adelante por líderes y/o héroes. Pero… ¿Qué sucedería si mezclamos la rabiosa voluntad de un humano, con el asolador poder de un Dios? Un experimento interesante, que arrojó como resultado a los Guerreros del Trueno: la conclusión fue que demasiado poder, incluso cuando éste es aceptado por el frágil cuerpo humano, torna a sus espíritus al servilismo y la sumisión, pues un simple mortal no tiene la capacidad de dominar realmente tal poder, y necesita ser instruido en su utilización. Los llamamos Guerreros del Trueno, pero sería más apto llamarlos cómo los llama Charles: Perros del Trueno.   001 siempre fue un espécimen excepcional, como su denominación numérica indica. Pero nadie se sale de las reglas, en el fondo. Me agrada que haya llegado tan lejos, pero su destino es ser otro perro guardián, otro asesino de secretos. El líder de la manada no deja de ser parte de la manada por su condición de líder. He tenido que esforzarme más para romper a Dante… a esa voluntad que busca dominar incluso mi rayo. Esa voluntad de héroe… ¿Quién se creía este chico, y por qué la voluntad de mi rayo no es suficiente para doblegarlo? Me sigo haciendo esas preguntas, aunque en el fondo las sé innecesarias. Años de tortura psicológica, física, sexual… han hecho mucho más de lo que sólo el rayo podría. Prueba de ello es que, incluso para los estándares de una máquina de matar, no se relaciona con sus hermanos más allá de lo que sus tareas requieren. El desdeño natural de un predador superior, y el perfecto antónimo de el héroe que alguna vez fué, aquel débil soldado preocupado por aquellos bajo su mando, aún más débiles que él.   No tengo dudas que su próxima misión sellará su sumisión frente a mi. Al morir Herbie por su crimen de intromisión, nacerá finalmente 001, el Dante que siempre quise construir. Y, ¿Quién sabe? Tal vez, tras matar a una hermana, algún día mi mascota no será ni más ni menos que el Santo de Caín… Nada me prohíbe soñar, aunque sé que la voluntad de un Dios es siempre quisquillosa. 001 hoy es más de lo que jamás hubiese podido ser por su cuenta, y su voluntad es prácticamente inexistente. Este experimento ha sido de lo más fructífero. Como extensiones de mi poder y de mi voluntad, mi deber se vuelve siete veces más expeditivo. Mi vieja opinión sobre los humanos y los héroes en general ha sido refutada: no son inútiles estorbos en mi camino, son perfectamente útiles una vez ahogada su libertad y alimentada su agresividad con un poder que no les pertenece.

  Las palabras de su mentor retumban en la mente de Dante. ¿Qué tan cerca podría él haber estado del desastre? ¿Merecía incluso la redención? Como respuesta, casi, su corazón se prendió fuego, implacable en su propósito. El Don no lo abandonaría. Después de tantos años, quién sabría de aquel milagro. De aquel deber inatendido. Su tarea no estaba terminada, y las páginas de blanco papiro y tinta arcana revelaban mucho más que antiguos informes.  

Anotaciones al márgen: "Sobre la Verdad Imperial, los 10 Preceptos de Caín y los Trotamundos"

La profecía nos pesa a todos. La Verdad Imperial es mi intento de evitarla. No es la mejor forma de proteger el conocimiento, pero funciona como directiva para todos aquellos que peleen por el bien del Uroboros. No es coincidencia que cada párrafo lleve el nombre Precepto, pues somos nosotros, los Preceptos de Cain, quienes deben protegerla. Cada cuál tomó una estrofa, y juramos protegerla a todo costo.   Fue mi tarea reclutarlos, pues puedo ser muy persuasivo frente a mortales con grandes sueños. Las promesas que se hicieron crearán un mejor mundo, pero aquello no me interesa. Nos describe aquel credo, y por sobre todo, protegeremos el significado. La Inquisición fue una prueba que, por la intrusión de mi querido hermano, fracasó rotundamente. La verdad es que se puede vestir a un perro de duque, pero siempre comerá del suelo; los Inquisidores nunca tomarían el lugar de los Preceptos.   Luego está la materia de los Trotamundos. Alguna vez se unieron para detenernos, hoy no son más que un montón de pequeñas ratillas escabulléndose para que no podamos encontrarlos. Los Asesinos del Conocimiento, como llamaron a mis queridos Guerreros del Trueno, se preocuparon de hacerles comprender la gravedad de su transgreción. Y con el fracaso de Iris y la muerte de Leana, no tienen a quién para liderarlos. El único que se posa como problema es Guilliman Thessar, que a pesar de todo, nunca se rindió en su búsqueda de la verdad. Los demás no valen el esfuerzo.   Es mi pensar que, al llegar el Día del Juicio, batallaremos nuevamente. No pueden esconderse para siempre. Sus poderes nunca menguaron, si el Apotecario de Ciencia es un ejemplo. Me pregunto cómo habrán crecido las habilidades de Mallory. Reconocí su immaculada herrería en la espada roja de aquella pobre infeliz. Solamente la legendaria Espada del Amanecer podría vencer al Herrero Atreus en su propio dominio. Quizá aún vivan, aquellos dos, en alguna parte de este mundo. El Heredero de Igmar y el Filo Encantado. En sus tiempos sí que nos causaron problemas.   En cuanto a Cidrán, el Hacedor de Barcos, y Tassadar, Líder del Alma de Cobalto, sabemos de su ubicación. Ciádame será una ciudad bien defendida, pero ningún Empyrean podrá detener el paso de Sir Elvir Charles Inferia cuando tome el poder de Caín. En cuanto a los desaparecidos, Gertrud la Vagrante Invulnerable y Sagitario el Maldito Itinerante aún están allí fuera.   Y por último, Thessar y Ozen, los más poderosos de los Trotamundos, que tenemos bien vigilados. Trabajaron con nosotros en el pasado, y su traición no pasó desapercibida por sus compañeros.