Vyksha y los Cuatro Enemigos
La Determinación de la Dragona Blanca
Le dije que podía encontrarlo, bien hecho. Ahora intente que los testigos no se enteren. O quizá sabrán de nuestro colaborador.Miles de años han vivido los Yashas. Los cuatro aspectos primordiales del Enemigo. Infinitos en su presencia, inmortales en alma. Cuatro aspectos que tienen al mundo por obstáculo, y a ellos mismos como rivales. Bahamut, al ser derrotado luego de la Danza de los Dragones, maldijo al Uroboros con los Cuatro, que llevarían a cabo su terrible venganza. Diamante, el más joven; una furia de mar y tierra. Su maldad era eterna, y su poder desafiaba al mismo Calgar. Los mares y todo aquel de mala intención se doblegaba ante él. Rápido como el relámpago, causó estragos en los campos de Elysium, y su marca llamó la atención del mismo Príncipe del Estancamiento. Aceptando la ayuda del demonio, Diamante se tornó en el aspecto más resiliente. Nunca le interesó la magia ni las leyes de la realidad, ya que siempre buscó romperlas. El Rebelde, el Loco, manifestó el espíritu indomable de su padre. Y con ese exceso de emociones, también llevó su fuerte obsesión, que él llamaría amor; y los poderes del demonio alimentaron su parecer. Jade, la tercera nacida, fue la heredera de la mente de Bahamut. Su ambición, su inteligencia, su ingeniosidad; pero también su envidia y su codicia. La dragona era considerada la más posesiva, la más planeadora. De esta forma, tentó al Príncipe de la Pesadilla, que le otorgó su favor en todo aquello que llevaba a la paradoja. Como hechicera, y con el poder del Primordial de los Sueños, Jade se volvió la maga más poderosa del Uroboros; por lo menos antes de Mystra y de su Arcana. Diamante siempre estuvo enamorado de ella, mismo si aquel sentimiento no era mutuo. La dragona le utilizó, y por su eterna devoción, lo traicionó. Sin embargo, Diamante nunca paró de amarla, y al pasar los eones, regresó una y otra vez a su lado, siempre leal. Onyx, el segundo, tomó de su padre aquella determinación infinita. Una tarea por cumplir, un mundo que moldear. Amante del diseño, construyó una ciudad oscura y cientos de criaturas sin alma. Su perseverancia era eterna, y en la noche marchaban sus armadas. Forjó artefactos y artilugios, que, en su busqueda de perfección, tentaron al Príncipe del Exceso, que ayudó a Onyx en su deber. Le entregó el poder de la Corrupción, con el cual tornaría al mundo entero en una perfecta imágen. Todo ser había sido malhecho por el Magnum Opus; era Onyx quien mostraría la forma definitiva de las cosas. Las haría salir de lo profundo del alma. Por último, Ámbar, el mayor. El heredero de la Presencia de Bahamut. Portador de su terrible Ego. El Líder de los Cuatro. Su hambre, su pensar, su gran voluntad; todo aquello llamó a los Truenos y las Tormentas. El Rey de Amarillo, su poder infalible, fue quien creó el rayo. Manifestaba el gran castigo, la calamidad que Bahamut había liberado al mundo entero. La tormenta, la luz dorada, la presencia infalible; todo aquello llamó al Príncipe de la Barbarie, que le entregó su furia. Así, Ámbar se volvió imparable. En una época antes del tiempo, los Yashas pelearon como uno. Destruyeron reinos y avasallaron a los pueblos mortales. Tal fue la batalla que Tiamat, Diosa de los Cielos, tuvo que manifestar a su propia campeona. Así nació Vyksha, imparcial en su juicio, de bondad y compasión; pero de infinita determinación y tácito deber. Vyksha fue en su momento un gran aspecto dragon, como los Yashas, pero en aquella batalla cósmica, el cuerpo de la Heroína fue deshecho, destruído por los Enemigos. Su espíritu, sin embargo, se alzó como la Justicia de Dios, Zedekiah; y solo con aquel sacrificio el panteón pudo contener a los dragones. Pues la Majestuosa, como le llamaban a Vyksha, era más poderosa que los cuatro enemigos. Fue su compasión que le impidió la victoria, y que murió con su cuerpo, pues Bahamut ya no estaba dentro del Uroboros, y Tiamat había muerto en la Danza de los Dragones. Vyksha sola era quien cargaba con el amor por sus hermanos, y los Yashas no dudaron. Su cadáver cayó de los cielos al perder la batalla, y en su forma titánica, cambió el mundo al estrellarse contra él. Muchos extrañan aún a la dragona blanca, la inmaculada, pues la muerte de Tiamat ya había sido demasiado dolorosa. Perder a Vyksha fue como perder a la Madre de los Cielos de nuevo, y las constelaciones lloraron por ella. Tres de los Yashas fueron encerrados, pues no podían ser destruídos. Diamante, el Dragón Azul, fue derrotado y aprisionado en lo profundo del mar por los 7 Han-Kami, hijos de Calgar. Allí, durante miles de años mantuvo callada su obsesión, deseando a Jade por encima de todo. Onyx, el Dragón Oscuro, fue vencido por la Dama de los Cuervos y encerrado debajo de la gran ciudad de Edunedain, en el Shadowfell. Allí, entre el diseño casi perfecto de la Herrera de los Dioses, fue el único que descansó en paz. Por último, la voluntad de los cielos, el rayo y el castigo; Ámbar fue vencido por el único con la fuerza suficiente. Kord, Hijo de Paelor, logró doblegarlo, encerrándolo debajo del Palacio de las Batallas, donde solo el infinito conflicto apaciguaba al malvado Rey de Amarillo. Jade nunca fue apresada. Al derrotar a Vyksha, desapareció, pues supo que el Panteón vendría a por ellos. Y miles de años después, sus planes continuan. Su vida por encima de todo, una terrible herida que no puede sanarse llevándola a la locura. Solo un deseo podría devolverle su destino. Solo un poder por encima de los Titanes mismos le recordaría su pasado. Así, los Yashas fueron vencidos; pero el pasar de los años corroe toda celda, y ninguna prisión dura para siempre. Vyksha lo supo, por lo que se manifestó más allá de Zedekiah. La Justicia de Dios siempre esperaría a los Héroes del Uroboros, pues su deber era protejerlo, pero su voluntad renació en los mortales que dió su vida por defender. De esta forma, al pasar los años, cada vez que un Yasha regresaba, Vyksha poseía a un mortal, y ponía fin a la catástrofe. Vyksha siempre nos cuidará, pase lo que pase. Y mientras Zedekiah se muestre poderosa aún, el Uroboros tendrá su chance. Tiamat así nos protege, con su voluntad y su justicia, que manifestaron a grandes héroes al pasar los años. Asmodeus, Ecthelion, Ki. Xerxas, Sif, Trevor e Igmar. Haku, Iris y Fënor. Volmar. Anathema. Vesper. Todos han pasado por Tiamat, ya sea manifestando a Vyksha, o enfrentándose al Juicio de Dios. Todos comprendieron la fe y la voluntad que uno debe tener para servir al Uroboros.- X-A. d. A.
En los tiempos antes del tiempo, en la Era de los Héroes; cuando todo era uno y Apocrypha aún no conectaba la Puerta Divina, los Reinos de los Mithrandir se alzaban como pilares de fuerza frente al caos. Los Yashas siempre vieron a los Deva con desprecio, pues Bahamut buscaba el fin de todo. Al pasar la Guerra Arcana, y dividirse los reinos, muchos Deva buscaron refugio... pero los Yasha no lo permitirían.
Date of First Recording
Unkown
Date of Setting
Era de Änor
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