Khosmos
El Universo en un Escudo
Khosmos. La defensa absoluta.
Este artefacto fue creado por el mismísimo Dios del Orden, Primus, desde su trono de tuercas en Mécanus. Data de la Guerra Arcana, usado no por él, sino por Paelor para defenderse de la gran Gae Bolg. Bane se había esforzado en crear el arma más poderosa de toda la existencia, por lo que Primus tuvo que crear una defensa suficientemente poderosa como para aguantar la destrucción de planos enteros.
Recluido durante mil años en su burbuja de tiempo, el gran mecánico comenzó a trabajar. Bane era demasiado poderoso, debía ser detenido. En su infinito conocimiento, el dios del orden también sabía que necesitarían un objeto suficientemente poderoso como para aguantar las llamas de la destrucción y sellar a Tiamat detrás del Ojo de Aritas.
Construyó un titánico telescopio, que observaría cada instante del universo en ese preciso momento, capturándolo, y replicándolo. Primus ajustó este gigantesco objeto, el Andaborde, para poco a poco fotografiar el Uroboros tal como era en ese preciso momento, pero también como fue, y como sería. Logró, luego de un milenio de observación, decantar los funcionamientos del mismísimo caos, tanto como del orden, del bien y del mal.
Con estas esencias, se puso a trabajar en un espejo que las reflejaría, y poco a poco, logró plasmar lo que hacía al Uroboros dentro del vidrio, y por ende, replicándolo en miniatura. Primus se sintió satisfecho con su trabajo: había encontrado la forma de construir un universo dentro de aquel espejo, que fijó a un escudo.
Khosmos, le llamó. El escudo, cada día, replica la creación: Aritas e Irikq se muerden las colas para hacer al Uroboros. A medida que pasan las horas, pasan los eones, y al mediodía, ocurre la gran Guerra Arcana. Luego el tiempo continua, hasta que, a la medianoche, el universo miniatura se destruye, por causas que solo Primus conoce.
Todos los días, el escudo vuelve a generar un nuevo universo, igual al anterior, igual al posterior. Nace, vive, y se destruye en 24 horas. El espejo funciona como puerta: al levantar el escudo, se activa la reliquia dentro, y giran las tuercas claves que Primus insertó dentro. Cualquier cosa que toca el espejo es transportada dentro de aquel universo miniatura, absorbiéndola, y removiéndola de la existencia.
Así, Paelor pudo defenderse de los golpes certeros de Gae Bolg, lo suficiente para que Asmodeus atraviese el negro corazón de Bane por detrás, con su propia reliquia, Agonía. Fue la única forma de terminar con el Bélico. Khosmos, entonces, se usó nuevamente para poner el último sello en la Tumba de Tiamat, aquella Cárcel de Carbón. Evitaría que las rejas eternas se pudran.
Los fuegos del apocalipsis chocarían con el Khosmos por todo un día, desapareciendo dentro del espejo hacia otro universo. Por más poder que posea la Reina de la Destrucción, ni siquiera su inmensurable poder podía con toda la existencia en unas simples 24 horas.
Así fue como, dentro de la Pirámide de la Luna, se selló con siete guardas a la Diosa de la Destrucción, más allá del Ojo de Aritas, en el vacío. Khosmos residió allí durante miles y miles de años, hasta que, finalmente, fue retirado de la tumba eterna por Calypso y Roku, ya que, sino, Xerxas, el cazador de Reliquias, la tomaría para él.
Mechanics & Inner Workings
Khosmos, el Universo en un Escudo, tiene varias mecánicas.
La primera es su más obvia: al levantarse, abre un portal a aquel Uroboros en miniatura. Cualquier cosa que pasa por el espejo es transportada al otro lado, y debe encontrar la forma de salir antes que el universo se destruya, a la hora 00:00 del día.
La segunda es su protección absoluta: como la defensa perfecta, puede usarse para volver invulnerable a un objetivo en un rango de 120 pies. Este no puede ser afectado por ningún hechizo o efecto de control de masas.
La tercera es su innata defensa. El escudo defiende a su portador, mismo si este no se da cuenta del peligro. Se mueve independientemente, bloqueando cualquier cosa que podría dañarle.
El artefacto indestructible, la defensa perfecta. Algunos dicen que, junto con Gae Bolg, lo hacen al portador el guerrero perfecto: posee tanto la fuerza imparable como el objeto inamovible.
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