CFL2.3: Misterios en Biaran
General Summary
Biaran, Teyrham de Arganois
En su último aliento, el padre Giro reveló la verdadera identidad de Lillia Deschamps. Con voz quebrada por la agonía, confesó también la trágica muerte de Mina, los amores prohibidos que habían florecido en la sombra y sus temores acerca de lo que se ocultaba tras las puertas que el doctor y la propia Lillia habían erigido en secreto. Y, tras aquel breve pero crucial relato, el sacerdote se despidió del mundo invocando un único milagro, lo suficientemente poderoso como para llevar su espíritu más allá del velo.
Gerian, roto por el dolor ante la caída de su mentor y guía espiritual, ofreció cuanto sabía para que los héroes pudieran abrir las puertas malditas. Les habló de una vela que jamás se extinguía, colocada sobre el altar de la Antigua Diosa, y de una piedra manante, oculta en el patio, cuyo goteo eterno alimentaba una pileta olvidada. No pasó mucho antes de que los aventureros hallaran ambos objetos, abrieran la entrada prohibida y descendieran hacia el escondite subterráneo… mientras temblores, gritos y destellos de luz verde desgarraban el aire a su alrededor.
Lejos de allí, en Arganois, los altos mandos de Los Filos Libres encomendaron a Tarkir el Errante la tarea de registrar cada suceso y a Tywin la misión de protegerlo con su vida. Tras varios días de viaje, ambos alcanzaron la colina que dominaba el valle y el pueblo. Al caer el sol, la visión que se desplegó ante ellos parecía arrancada de los mitos antiguos: lianas gigantescas emergían desde los flancos del bosque, avanzando con lentitud inexorable, iridiscentes en un verde enfermizo. Al aproximarse, distinguieron, entre la bruma del atardecer, que el pueblo estaba sumido en una masacre. Horrores imposibles brotaban de las casas: cuerpos transfigurados, mutaciones profanas, quimeras retorcidas que atacaban sin juicio ni palabra.
En tanto, en las profundidades, los héroes se vieron cara a cara con un ejército de quimeras que marchaba desde múltiples túneles. En el centro de la cámara se alzaba Lillia Deschamps, riendo con desdén, maldiciendo al grupo y desencadenando la batalla. El combate se tornó caótico: derrumbes, estallidos de tierra, y los látigos vivientes de las lianas arrasándolo todo. Mientras, en la superficie, n medio del frenesí desbordado apareció un ente: un cuerpo envuelto y movido por las propias lianas, como una marioneta de la naturaleza. Habló en élfico, proclamándose como el mismísimo Bosque de Froubez. Su voz, impregnada de ira ancestral, resonó en las mentes de los héroes… y fue Tarkir quien, con palabras medidas, logró apaciguarlo lo suficiente para obtener una tregua: una hora para evacuar al pueblo, antes de que la furia natural reclamara lo que era suyo.
Mientras tanto, en el sótano, Ew-Tymon y sus compañeros vieron interrumpido su enfrentamiento cuando una liana colosal atravesó el techo, abriendo la estancia en dos. Lillia aprovechó el caos para huir hacia los pisos superiores. Lo que ocurrió después se sintió como un parpadeo eterno: Lillia encontró a Tarkir y, fingiendo vulnerabilidad, lo envolvió en un engaño seductor. Pero Ew-Tymon llegó a tiempo para revelar la verdad. Enfurecida, Lillia apuñaló al bardo, dejándolo al borde de la muerte.
Tywin y Runa, mediante un esfuerzo sobrehumano, lograron arrancar la fuerza vital que sostenía a las quimeras; al tiempo que Samiaza irrumpía en la batalla invocando una tormenta descomunal que electrificó el aire… y el cabello de Lillia más de una vez. Tywin, aun siendo alcanzado por los rayos, consiguió finalmente asestar un golpe mortal a la enemiga: de un tajo certero, la decapitó, poniendo fin a su retorcido legado.
En ese momento, Samiaza fue inundado por visiones enviadas por el Bosque: escenas del sufrimiento causado por la tala de Mina, de cómo la corrupción lo había tentado a absorber cuerpos sin vida para sobrevivir. Cansado de los caprichos y veleidades de los humanoides, el Bosque selló un pacto con Tarkir, prometiendo arrasar con todo en su camino. Pero por azar, o destino, la criatura que se hacía llamar "El Bosque" recibió la sanación de Samiaza . Y, por primera vez en años incontables, recordó la bondad… recordó la armonía que alguna vez reinó en sus dominios. Así, el druida fue nombrado Protector del Bosque, marcado para siempre en su tobillo como testigo del pacto.
Los pocos supervivientes fueron reubicados lejos del valle. El pueblo, devorado por raíces y sombras, quedó sepultado bajo el renacido —y vigilante— Bosque.
10: El Mago, 1842
Hozak Slava
Cronista de los Filos Libres
Samiaza Stormrage
Ninetsu, Canción de Fuego
Tharak Grover
Tarkir el Errante
Tywin
Ew-Tymon
Fecha del informe
18 Nov 2023
Localización principal
Localización secundaria

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