Ciudad de Umvir

La vieja Umvir fue, décadas atrás, una bulliciosa metrópoli envuelta en el humo de las múltiples fábricas que se erguían en los derredores de sus centros comerciales y residenciales. Fue hogar de muchos inversionistas predominantemente ravneses, hasta que, luego de las Revoluciones Rojas, el creciente partido socialista expropiara sus edificios, capital y medios de producción sin ningún tipo de compensación.  

"Sus riquezas fueron heredadas de tus padres, quienes las recibieron de sus abuelos, quienes las consiguieron derramando sangre e imponiéndose sobre los demás. Ahora nosotros nos impondremos sobre ustedes de la misma forma en que sus ancestros lo hicieron, pero esta vez con una buena causa. Por y para el pueblo".

  Hoy en día, Umvir es la capital del Estado Federal-Socialista de Marovem, el cual es parte a su vez de la República Socialista Federativa de Damvar-Marovem.   Antes del estallido de las revoluciones vingeístas en Marovem, Umvir era cuna de múltiples burgueses que eran dueños de gran parte de las tierras, e invertían constantemente dinero en la construcción de apartamentos y casas costosas para dominar un mercado con demanda inelástica, por lo tanto aprovechándose de las necesidades de la clase trabajadora umvírea. La falta de viviendas asequibles, así como también de comida y salud económica para el proletariado, inspiró a muchos a rebelarse en la misma época en que Vimghe Aumdhirhem comenzó a publicar sus ideas. Esto llevó a múltiples paros y boicoteos que acabaron con la clase dominante.   Los burgueses fueron en su mayoría ejecutados y otros huyeron, perdiendo todas sus riquezas en el proceso. El proletariado, que se armó en sindicatos, tomó control de los medios de producción y la propiedad privada de los ricos, distribuyendo las casas para los vagabundos y comida para los desempleados. Hoy en día las fábricas están bajo control completo de los trabajadores y la ciudad se encuentra parcialmente militarizada a causa del esporádico brote de insurrectos financiados por burgueses extranjeros para reestablecer el status quo y continuar el extractivismo en los recursos de Umvir de parte de las naciones coloniales y neocoloniales.   La ciudad se yergue con altos edificios a través de la bruma y las constantes tormentas de nieve en la meseta darmina. Desde lo lejos se observa como un titán de concreto compitiendo con las montañas y los casquetes glaciares por alcanzar el cielo, al lado de la calma de un gélido y silencioso lago que se doblega a su autoridad. Sus fábricas siguen utilizando gases de efecto invernadero, pero a menor medida que en los tiempos pre-revolucionarios, pues la producción se hace de acuerdo a las necesidades del pueblo y no al simple incremento del capital. A causa de esto, algunas veces nubes negruzcas se mezclan con la lívida neblina del panorama, en lo que parece ser una fotografía en blanco y negro a lo lejos.