La extraña capitana de la tripulación animada, persiguió durante años al elusivo Euron Von Yotengar, hasta finalmente cumplir con su cometido en la Vorágine.

Pocos conocen a la verdadera Shin. 
 
Nacida en los mares, hija de Euron Von Yotengar y de una elusiva princesa, creció entre marineros y piratas. Su herencia, desconocida durante muchos años, le fue escondida, pues el amor hace que uno tuerza la realidad. Poco se sabe de su madre, y poco se habla, pues el Fénix Oscuro se aseguró que nadie lo discuta.
 
Su nombre le fue otorgado por su madre, pero nunca su apellido. Von Yotengar era su padre, y su capitán. Pero historias de pasión y de escape suelen terminar en tragedia, o en locura. La elusiva princesa de un país lejano había escapado su deber para surcar los mares con el pirata de sus sueños, mismo si muchos creyeron que fue un secuestro. Trágico, en verdad, pues años después dicho país se derrumbó, conquistado por sus enemigos, y su legendaria dinastía fue borrada del mundo.
 
Habrá sido culpa, o los años de difícil vivir, pero la madre de Shin se recluyó en el mismo barco, sufriendo de una vida que ella misma había elegido. Euron, acusado por el mundo de sabotear y no de amar, se carcomió en su despecho, nacido de un profundo orgullo como genasi, mismo si no lo dejaba ver. Fue una época de tragedia y decadencia, mientras el mundo se deterioraba y los tiranos expandían sus imperios.
 
Para los piratas del mundo, quienes vivían libres de cualquier país, de cualquier estado, los mares se tornaron en trampas letales, pues la extensa marina de Tal'Dorei decidió terminar con la piratería y la criminalidad de la Costa Mercante. Pocos querían verse asociados con Euron, y menos con la misteriosa princesa, siempre encerrada, sin ver siquiera a su hija. Carcomida por sobrevivir, carcomida por ser la única que podría haber hecho una diferencia.
 
Habrá sido un terrible día y una peor noche lo que llevó al hechizo. Shin no era más que una niña cuando su madre intentó apuñalar a su padre. De gran poder, Euron la empujó dentro de la cabina, y la encerró desde fuera, su cara un enigma indescifrable. Cada vez que la niña, ya una adolescente, preguntaba por su madre, el capitán del Silencio hablaba de una terrible enfermedad, y de demencia.
 
No mentía. No del todo, por lo menos. Habrá sido luego de años de entrenamiento entre lo peor de lo peor que dieron a Shin su tenacidad. Eventualmente, abrió la puerta cerrada a quince candados con su gran habilidad, y vio en lo que su madre se había convertido. Un espectro de odio, un cuarto destrozado, la princesa elusiva murió hace mucho tiempo. Solo quedó su odio y su resentimiento, tanto por Euron como por ella misma.
 
Shin casi muere esa noche. Los ojos amarillos le tatuaron la piel, y su pelo rojizo, mezcla de un genasi de fuego y una de aire, tomaría el tinte de las llamas. Fue su padre quien la salvó, soltando un pesado hechizo sobre el espíritu. Cayó en el suelo de madera, retumbando, una espada ornamentada, de plata y rubíes, digna de un pirata, pero con la gracia de la Princesa de Orochi.
 
Euron, furioso, desterró a su propia hija por desobedecerle. Shin, resentida, juró hacerle pagar. Y así, el ciclo de venganza nace del amor. Pues Euron solo se volvió peor y peor, haciendo más enemigos, cometiendo horribles crímenes. Su luz, la de un hijo de las runas, apagada entre sangre y una falsa apariencia. Su hija intentó tomar la espada, Iris. Intentó robar a su propia madre, o lo que quedaba de ella.
 
Años, intentó.
 
Cada vez que se acercaba a su padre nuevamente, este la vencía, pero nunca la mataba. Ya quizá en los últimos tiempos, no era el odio, sino el deber de recuperar a su madre lo que la impulsaba. Cambió su nombre a Cirassi Dalsen, rechazando su herencia, rechazando el peso de su apellido. Muchos mencionaron a la capitana pelirroja, y de como, entre todos los enemigos de Euron, era la peor, pues era impasible y perseverante. Además... como ningún otro... había sobrevivido al encuentro del terrible pirata.
 
Es irónico como la fama trastorna la realidad, como la pasión joven se vuelve agria y amarga. Muchas personas se presentaron ante Shin, todos buscando la caída del hombre que "Conquistaría el mundo". Lo único que quería, al fin y al cabo, era cambiar el pasado. Rectificar su error. Pero su hija nunca le perdonaría.
 
La culpa del sobreviviente, ese concepto tan macabro que trastornó a la princesa, terminó torciendo a su hija y al pirata. Pues para ella, nada excepto él importaba, y para él, nada excepto su objetivo. Uno debe temerle al hombre que no tiene nada que perder.
 
Entre quienes fueron cruzados por Euron, pocos sobrevivieron, pero este último desarrolló un gusto por usar su poderosa magia para castigarles por siquiera presentarse. A un gran caballero de Kut, Edward Prsyt, que se había jurado vengar a su familia, pescadores que cruzaron al pirata, le transformó en una espada, tal como a la princesa. A una bella bailarina, vestida de vendas rojas y una máscara, le volvió en bote, para tenerla siempre cerca. A una asesina de Markett, buscando hacer pagar a Euron por su crimen, en arco y flecha.
 
La nueva Cirassi Dalsen conoció a cada uno de estos individuos, y juntos, comprando un poco de tiempo de un extraño enano, se lanzaron a perseguir a dicho enemigo, mismo si vendieron algo mucho peor que sus voluntades. Años pasaron, de servicio, de persecución, hasta que encontraron a Euron en la taberna de Mantarraya, refugio de los perdidos.
 
Todo desencadenó desde entonces.
 
Descansarán en paz, quienes por tan poco dieron tanto?

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Mujer