El Rey Tortuga, siempre esperando, siempre deseando. Su sabiduría es milenaria, su consejo muy valioso. Sabe las respuestas a todas las preguntas... pero por qué las revelaría?

Muchos han visitado al famoso Profeta al pasar los años. Como un acto de dioses, héroes legendarios se presentaron ante él para escuchar sus destinos, respetándolo como uno debe respetar a un Deva. De los Tres Incorruptos, es el único que decidió poner raíces en Rel, esperando el Inevitable Fin.
 
A primera vista, sin embargo, parece nada más que una tortuga humanoide, un Tortle. Uno no podría estar más equivocado. El Profeta es... algo más. Para cada quién, algo diferente, pues algunos piensan poder doblar el destino frente a su mismo maestro. Solo los más cultos sabrán reconocerle como aquel Rey de antaño, que solo aparece en algunas canciones olvidadas, pues su memoria misma fue arrancada de la historia por sus hermanos.
 
Mithrandir, Rey-Bestia, de nombre Somnus, el silencio antes del sueño.
 
Sabe quienes se presentarán ante él, cuando llegarán, en qué estado, y qué conversación tendrá con ellos. Domina el Destino predeterminado, una poderosa fuerza que ancla a los mortales. Pero no fue siempre así. El hilo del futuro, presente y pasado era antes un ovillo de elecciones, lleno de incertidumbre y posibilidades. Estas dos fuerzas coexistieron durante mucho tiempo, hasta que Apocrypha fue arrancada de Elysium, y Adra se desarmó en pedazos.
 
Pues la contra parte del Profeta sigue allí, en las raíces del Árbol de la Creación, en compañía misma de los titanes. De entre los Deva, tanto Mithrandir como Empyrean tenían acceso al Mundo de los Dioses. Sin embargo, la bondad o maldad de cada quien no depende del molde del que nacieron. El Empyrean conocido como Cthae, árbol del conocimiento, es todo lo contrario al Profeta, pues domina los muchos destinos, no el único. Es una lástima que sea más malvado que cualquier dios, y se deleite en la tragedia, pues si algún mortal se encuentra con él, el Cthae usará su gran conocimiento para decirle exactamente lo que debe escuchar para causar el máximo sufrimiento y la tragedia más absoluta.
 
Sin embargo, al ser inalcanzable, nadie le visita, y es guardado por una séquita de Empyreans. Aquello solo afecta el mundo de los dioses, claro, pues sobre el Plano Material, es el Profeta quien únicamente puede ver los Hilos del futuro de cada quién. Su clarividencia está nublada, lamentablemente, por el terrible juramento de su líder, el Krin Mithrandir, Rey Mono. Los Tres Incorruptos deberían ser nada más que testigos, y no interferir en el mundo que los había abandonado, pues era de los dioses, y no de ellos.
 
Por esta razón, mismo si las intenciones del Profeta siempre fueron buenas, no se puede permitir hablar de más, para el bien, o para el mal, ya que además de estar rompiendo el juramento del Itinerante, también estaría interfiriendo con el Destino de la Dama de los Cuervos, que le permitió tan gentilmente ser un testigo imparcial.
 
El Profeta puede, sin embargo, estar atado a un destino, y en ese caso, tiene permitido cumplir con su deber en la vida de aquel mortal. Se habla de los Tocados por el Destino, aquellos héroes que encuentran su templo perdido en los bosques de Tal'Dorei, donde se esconde de Paelor y sus hijos, que todavía le cazan. Cuando un Tocado por el Destino entra en su santuario, el Profeta siempre sonríe, pues es capaz de incidir en la historia nuevamente.
 
Grandes héroes, tanto como villanos, le visitaron. De entre ellos, los más famosos son el Gran Montaraz, Iremir, que luego de escuchar sus palabras partió de su isla para aventurar con Tyr y los Invencibles. Aquello llevo a su muerte en la batalla contra Shast, pero nunca se arrepintió de sus acciones. Sus seres queridos, sin embargo, sí. Occuleth, en una terrible rabia, mandó a matar al Profeta, pero sus soldados nunca lo encontraron, mismo si el bosque para ellos era como su segunda casa.
 
Sigue allí, en la Isla del Amanecer. Vive con una terrible pena, claro, pues lleva consigo la voz del destino, y es testigo de todos los eventos que llevarán al Fin Inevitable. Sin embargo, de tanto en tanto, el poderoso Cthae, desde Apocrypha, habla por él, se comunica, pues entre maestros del destino debe haber algún tipo de respeto. La entidad malvada incide incluso en el futuro de meros mortales por esta conexión.
 
No tienen ni un parentezco, siquiera, pues son de castas diferentes. Los Mithrandir, mismo si eran Devas como los Empyrean, no solían relacionarse con ellos. Es cuando volvemos a la antigüedad, cuando el Rey Tortuga todavía reinaba, que podemos encontrar aquel lazo, pues el Cthae y Somnus estudiaron bajo la misma maestra: la Dama de los Cuervos, maestra no solo del Destino Inevitable, sino también de los Múltiples Destinos. Favoreció siempre más el primero que el segundo, pues es el que impuso en todos los mortales, pero siempre respetó la probabilidad y las elecciones del segundo, claro.
 
Otros grandes Héroes que alguna vez visitaron al Profeta incluyen los famosos vizires, como lo fue en su tiempo Jiran, Ojos de Gato, de los Teng; o quizá también Esmeralda, la dragona verde, protectora de la vida, de los Yasha. Divinadores de todo el mundo desean tener una audiencia con este Profeta de leyenda, pero pocos son Tocados por el Destino.
 
Una cosa siempre es verdad: mientras que un mortal se adhiera a su Destino Predeterminado, este se cumplirá. La única forma de escapar de ello, es escapando de los restos de Adra. Ningún plano está a salvo de lo Inevitable, y solo los Dioses están por arriba de ello. Sin embargo, para los mortales, hay una forma. Una forma terrible.
 
Si el Profeta es el Maestro del Destino Predeterminado, cómo escapa uno de ello? Pues hablando con su contra parte, allí en la Tierra de los Dioses. En las Raíces del Árbol de la Creación, descansa, esperando el Cthae. Quien desee cambiar su destino, debe llegar a él primero. Al hacer contacto, uno ya no es más Tocado por el Destino, sino que se vuelve Tocado por la Tragedia. Sí, su futuro ya no está predeterminado, pero el maldito Empyrean se las arregló para que el pequeño copo de nieve se vuelva una avalancha.

Gender

Hombre