Guardaespaldas de Shar, antiguo caballero de los Paladines Imperiales.
- Gender
- Hombre
La historia del famoso caballero Revis Alanegra comienza en la gran ciudad de Kralu, donde yace la sociedad de los Dragonborn. Desde el Rhox hasta Xhorjas, la costa es dominada por las tribus que conforman el aglomerado, desde los Ravenit, los verdes, hasta los Nivenit, los blancos. Asi, cada pequeña comunidad (separadas por los colores de la raza) tiene sus diferentes costumbres, expresiones, y formas de llevarse. Sin embargo, todas las tribus se juntan en medio de lo que es aquella costa del Mar Negro para regirse como un estado independiente desde hace cientos de años.
Se dice que los Dragonborn llegaron al plano material durante las fisuras en la realidad de los siglos IV y V, y se asentaron en aquella costa, al Oeste, mismo cuando gran parte de las comunidades se desarrollaron en el este. Pasó el tiempo, y cuando se produjo el Avenamiento de las tierras salvajes, las comunidades del Este quisieron migrar, muchas por el Mar Negro, al nuevo mundo. Los Dragonborn de Kralu fueron de gran ayuda para muchos, y su servicio les ganó respeto y reputación.
Al llegar Tyr, durante la Conquista, Kralu acordó mantenerse independiente, luego de derrotar las armadas de los Dwindal. Mismo si el conquistador aceptó, también le propuso a cualquier tribu que quisiera unirsele en su gloria de acompañarlo al sur. Los Alanegra, una facción de la tribu Balnit, aceptó dicha oferta. Se les otorgaron honores, títulos, y un lugar en la capital, Zephra, como condecorados nobles. Así fue como los Alanegra se asentaron no en Kralu, que los había rechazado al aceptar el trato de Tyr, sino en la ciudad más grande del Imperio.
Esto nos trae nuevamente a Revis, que nació como el tercer hermano de dicha casa noble. Como dicta la tradición, al primogénito se le enseña la política, al segundo la cultura y al tercero la guerra. Lo educaron desde pequeño, por consecuencia, para ser el soldado más eficiente, el comandante más imponente y el duelista más peligroso. Se acopló a los Escudos Dorados como un teniente, por su linaje, y se lo mandó al sur, a luchar con el conflicto de aquel momento: la Turba Monstruosa. En su escuadrón asignado se encontraba un hombre que cambiaría su vida para siempre: Trevor Vemrot.
Revis estuvo presente, herido, frente al mismísimo Ygaret, cuando Trevor se levantó a duras penas y golpeó con ferocidad al gran orco. El Dragonborn fue uno de los primeros en ver aquella tenacidad, aquella fuerza. Cuando volvieron, victoriosos por la hazaña de del futuro Sargento Rojo, Revis le cedió su liderazgo y su lugar como teniente a Trevor, aceptando seguirlo hasta el fin de los tiempos. Se dice que un vidente le había hecho una premonición al caballero dragón, antes de partir de Zephra por primera vez: "Servirás a alguien grande, alguien que cambiará el mundo". Por esta razón, el Dragonborn se dedicó en cuerpo y alma, creyendo que Trevor sería dicha persona.
Cuando se conformaron los Paladines Imperiales, Revis fue una elección obvia para Trevor, ya que fue uno de los primeros en seguirle. Así, mientras su familia ascendía los rangos de la sociedad, el noble Dragonborn se dedicaba a su Comandante. Se suele hablar del Trío Infame al mencionar a los Paladines, sin duda. Esto opaca las otras historias de la Orden, protagonizadas casi singularmente por Revis y algunos otros. Se dice que el Dragón Negro era el As bajo la manga de Trevor.
Extrañamente, luego de la muerte de Jeremiah II, el Dragonborn fue uno de los primeros en partir de la Orden. Parece que estuvo presente durante el fatídico incidente de la taberna de Miriam, y volvió con una visión diferente de su comandante. No volvió con su familia, en Zephra, sino que decidió aventurarse por el mundo, pasando de pueblo en pueblo, usando sus habilidades para el bien de la gente. Tomó un puñado de soldados, y asumió nuevamente su posición de teniente, dedicándose a patrullar el gran Imperio todavía en los confines de la ley de hierro.
Durante años, no se supo mucho del caballero dragón, hasta que se unió a la banda de mercenarios conocida como los Merodeadores. Aquello fue muy extraño, y ninguno de sus compañeros en la armada lo creyeron al principio. Cómo alguien tan correcto, con educación noble y sentido del honor podría unirse a una banda de criminales? La historia es simple: parece ser que Revis escuchó de los Merodeadores, y guió a sus soldados en búsqueda de ellos, para llevarlos ante la justicia. Terminaron encontrándose, y lucharon durante un tiempo, antes que su barullo llame la atención de una terrible Wyvern.
Los Merodeadores parecían querer dispersarse, al ver que los Escudos Dorados se ponían firmes ante la criatura, bajo las órdenes de Revis, pero Shar se negó a retirarse: ante la tenacidad de su líder, cada uno de esos penosos criminales pareció envigorarse con una voluntad ajena. Resultó que la criatura casi elimina a todos y cada uno de los combatientes. Al final, solo restó Shar y la Wyvern, con Revis en el suelo, herido. El caballero fue testigo, entonces, nuevamente de la ferocidad de una nueva líder. Era como si la situación de Ygaret, hace tanto tiempo, se estuviese repitiendo frente a sus ojos.
Shar derrotó al monstruo, y echándole una mirada a Revis, ordenó la retirada, mismo si para ese entonces los Escudos Dorados no eran una amenaza. Se dice que la Señora de la Batalla tiene también un gran sentido del honor, y al presenciar tanta voluntad por parte del Dragonborn, le perdonó la vida. Pasaron los días, y el caballero, sin sus soldados (que volvieron, heridos, a Zephra), se presentó ante Shar en medio de la noche, cuando los Merodeadores estaban descansando. Por sus crimenes, debía pagar, y sin embargo, Revis no podía ver en ella más que aquella tenacidad, aquella voluntad guerrera.
Nadie sabe qué pasó más allá de eso. Algunos especulan que la Caudilla le convenció, ofreciéndole el mundo. Otros dicen que al contrario, fue el caballero quien se entregó por voluntad propia. Hoy, Revis acompaña a Shar, fuera de la ley que tanto protegió, buscando cumplir con las ambiciones de su señora. Parece que el Dragonborn encontró finalmente a quien debía servir, cumpliendo con las palabras de aquel vidente, cuando todavía era joven.
Se dice que los Dragonborn llegaron al plano material durante las fisuras en la realidad de los siglos IV y V, y se asentaron en aquella costa, al Oeste, mismo cuando gran parte de las comunidades se desarrollaron en el este. Pasó el tiempo, y cuando se produjo el Avenamiento de las tierras salvajes, las comunidades del Este quisieron migrar, muchas por el Mar Negro, al nuevo mundo. Los Dragonborn de Kralu fueron de gran ayuda para muchos, y su servicio les ganó respeto y reputación.
Al llegar Tyr, durante la Conquista, Kralu acordó mantenerse independiente, luego de derrotar las armadas de los Dwindal. Mismo si el conquistador aceptó, también le propuso a cualquier tribu que quisiera unirsele en su gloria de acompañarlo al sur. Los Alanegra, una facción de la tribu Balnit, aceptó dicha oferta. Se les otorgaron honores, títulos, y un lugar en la capital, Zephra, como condecorados nobles. Así fue como los Alanegra se asentaron no en Kralu, que los había rechazado al aceptar el trato de Tyr, sino en la ciudad más grande del Imperio.
Esto nos trae nuevamente a Revis, que nació como el tercer hermano de dicha casa noble. Como dicta la tradición, al primogénito se le enseña la política, al segundo la cultura y al tercero la guerra. Lo educaron desde pequeño, por consecuencia, para ser el soldado más eficiente, el comandante más imponente y el duelista más peligroso. Se acopló a los Escudos Dorados como un teniente, por su linaje, y se lo mandó al sur, a luchar con el conflicto de aquel momento: la Turba Monstruosa. En su escuadrón asignado se encontraba un hombre que cambiaría su vida para siempre: Trevor Vemrot.
Revis estuvo presente, herido, frente al mismísimo Ygaret, cuando Trevor se levantó a duras penas y golpeó con ferocidad al gran orco. El Dragonborn fue uno de los primeros en ver aquella tenacidad, aquella fuerza. Cuando volvieron, victoriosos por la hazaña de del futuro Sargento Rojo, Revis le cedió su liderazgo y su lugar como teniente a Trevor, aceptando seguirlo hasta el fin de los tiempos. Se dice que un vidente le había hecho una premonición al caballero dragón, antes de partir de Zephra por primera vez: "Servirás a alguien grande, alguien que cambiará el mundo". Por esta razón, el Dragonborn se dedicó en cuerpo y alma, creyendo que Trevor sería dicha persona.
Cuando se conformaron los Paladines Imperiales, Revis fue una elección obvia para Trevor, ya que fue uno de los primeros en seguirle. Así, mientras su familia ascendía los rangos de la sociedad, el noble Dragonborn se dedicaba a su Comandante. Se suele hablar del Trío Infame al mencionar a los Paladines, sin duda. Esto opaca las otras historias de la Orden, protagonizadas casi singularmente por Revis y algunos otros. Se dice que el Dragón Negro era el As bajo la manga de Trevor.
Extrañamente, luego de la muerte de Jeremiah II, el Dragonborn fue uno de los primeros en partir de la Orden. Parece que estuvo presente durante el fatídico incidente de la taberna de Miriam, y volvió con una visión diferente de su comandante. No volvió con su familia, en Zephra, sino que decidió aventurarse por el mundo, pasando de pueblo en pueblo, usando sus habilidades para el bien de la gente. Tomó un puñado de soldados, y asumió nuevamente su posición de teniente, dedicándose a patrullar el gran Imperio todavía en los confines de la ley de hierro.
Durante años, no se supo mucho del caballero dragón, hasta que se unió a la banda de mercenarios conocida como los Merodeadores. Aquello fue muy extraño, y ninguno de sus compañeros en la armada lo creyeron al principio. Cómo alguien tan correcto, con educación noble y sentido del honor podría unirse a una banda de criminales? La historia es simple: parece ser que Revis escuchó de los Merodeadores, y guió a sus soldados en búsqueda de ellos, para llevarlos ante la justicia. Terminaron encontrándose, y lucharon durante un tiempo, antes que su barullo llame la atención de una terrible Wyvern.
Los Merodeadores parecían querer dispersarse, al ver que los Escudos Dorados se ponían firmes ante la criatura, bajo las órdenes de Revis, pero Shar se negó a retirarse: ante la tenacidad de su líder, cada uno de esos penosos criminales pareció envigorarse con una voluntad ajena. Resultó que la criatura casi elimina a todos y cada uno de los combatientes. Al final, solo restó Shar y la Wyvern, con Revis en el suelo, herido. El caballero fue testigo, entonces, nuevamente de la ferocidad de una nueva líder. Era como si la situación de Ygaret, hace tanto tiempo, se estuviese repitiendo frente a sus ojos.
Shar derrotó al monstruo, y echándole una mirada a Revis, ordenó la retirada, mismo si para ese entonces los Escudos Dorados no eran una amenaza. Se dice que la Señora de la Batalla tiene también un gran sentido del honor, y al presenciar tanta voluntad por parte del Dragonborn, le perdonó la vida. Pasaron los días, y el caballero, sin sus soldados (que volvieron, heridos, a Zephra), se presentó ante Shar en medio de la noche, cuando los Merodeadores estaban descansando. Por sus crimenes, debía pagar, y sin embargo, Revis no podía ver en ella más que aquella tenacidad, aquella voluntad guerrera.
Nadie sabe qué pasó más allá de eso. Algunos especulan que la Caudilla le convenció, ofreciéndole el mundo. Otros dicen que al contrario, fue el caballero quien se entregó por voluntad propia. Hoy, Revis acompaña a Shar, fuera de la ley que tanto protegió, buscando cumplir con las ambiciones de su señora. Parece que el Dragonborn encontró finalmente a quien debía servir, cumpliendo con las palabras de aquel vidente, cuando todavía era joven.
Social
Honorary & Occupational Titles
El Dragón Negro