Ayuda a su abuelo a buscar las máscaras, luego de la trágica muerte de sus padres a manos de vampiros.
Belén Weyrn es la hija de Victor Weyrn y Amber Sefira, una pareja noble originaria de Landover, en Dwindal. La familia Weyrn era muy adinerada, por lo que se construyeron una mansión en las afueras de la ciudad, rodeada de altos muros. Belén vivió gran parte de su vida allí, como niña, con su familia. Los Weyrn, sin embargo, tenían enemigos.
Una fatídica noche, una familia rival mandó mercenarios a destruir la morada. Cuando entraron al cuarto de Belén, sin embargo, un terrible rayo de luz iluminó la noche, y una aparición divina ahuyentó a los criminales. La madre, Amber, era familiar con el Portador del Amanecer, Paelor, y con sus símbolos. Convencida de que su hija fue elegida, la pareja no tardó en llevarla a un monasterio. Allí, se produjo otro milagro. Al acercarse a los enfermos, Belén calmaba sus dolores.
Se formó como una clérgia de Paelor, dios de la luz, desde los nueve años, visitando su familia una vez a la semana, cuando el monasterio le dejaba a los futuros sacerdotes tiempo en la ciudad. Aquellos eran sin duda buenos tiempos. Pasaron los años, y Belén creció, volviéndose una bella y joven mujer. Muchos hombres se le propusieron, pero Victor negó a cada uno, echándolos de las puertas de la gran mansión, que se volvió una fortaleza luego del ataque de los mercenarios, años atrás.
Durante su último año de formación, en el monasterio, Belén tenía mucha más libertad, pero muchas más responsabilidades. Acababa de cumplir los dieciséis cuando ocurrió el trágico evento. Una noche, en la cual la chica se quedó en la sede para sanar a los enfermos y heridos, Victor y Amber invitaron a su casa a una pareja noble de Ki, en Virimil. Belén sabía de esto, y prometió asistir a la cena, pero se encontró sobrecargada de trabajo.
Eso fue para mejor, claro, ya que cuando salió a la calle, la gente se asomaba por las ventanas para ver el fuego de la gran mansión de los Weyrn, en la colina. La chica corrió como nunca antes, ciudad arriba, para llegar a su morada en llamas. Cuando finalmente llegó a la puerta, logró distinguir dos figuras entre el humo. Primero, pensó que se trataba de su familia. Entonces, aquellas figuras mutaron, transformándose en grotescas aberraciones vampíricas, que reían, y reían, y reían a través del fuego.
Aquellas risas quedaron para siempre en la mente de Belén. Fue recogida más tarde por el padre de su madre, Charilus el Sabio, que terminó volviéndose su único relativo. La rubia logró seguir adelante gracias a los consejos de su abuelo, y lo acompañó en sus viajes cartográficos. Terminó realizándose como persona, y creciendo bajo su tutela.
Terminó haciéndose muy amiga del Bardo Omar, acompañante de Charilus desde antes incluso que ella. El músico le encantó tener una chica a la que contar sus historias, además del viejo cascarrabias que siempre guiaba el carromato de seis ruedas, y a la rubia le fascinaba escuchar, aprender de las tierras lejanas, como Markett, Vintas, o incluso Bor.
A los 23 años, se embarcó en una nueva aventura, mucho más importante que cualquier otra. Su abuelo le reveló el secreto de las Máscaras del Destino, y, junto a sus nuevos aliados, los Pibes, decide contribuir con aquella búsqueda tan importante.
En sus aventuras con los Pibes, sufrió de una terrible maldición en Genk, que tuvo que sanar en Lago Helado con la ayuda experta de Dorei'Lir. Luego, esperó, y esperó por el regreso de sus compañeros. Charilus ya había perdido la esperanza, pero ella y Omar todavía eseperaban escuchar hablar nuevamente de los Pibes. Cuando estos volvieron del Feywild, Belén sintió que todo aquello había sido su culpa por no haber podido estar ahí para Igmar, que volvió muerto. Luego de una dolorosa resurrección a manos de Silvius, la clériga comprendió que debía disfrutar del momento, ya que a estas alturas, todos podían morir el día siguiente.
Entró en una relación con Igmar, y poco después partió a Nim con su abuelo y los Pibes, para detener a Pirgus. Este último, durante una batalla, se obsesionó con la belleza de Belén, y la secuestró, encerrándola primero con él en aguas termales. Por alguna razón, sin embargo, Pirgus pareció no estar contento para nada con la actitud de la clérgia, por lo que decidió quemarla como un sacrificio. Allí, fue salvada por los Pibes, y luego, luchó con ellos contra Ganth y la Lámpara de la Dama de hierro.
Charilus, que tuvo que sacrificarse, no está más para la chica. Esta, como su nieta, y legítima heredera, debe recoger sus responsabilidades y tomar su lugar como parte no solo del Consejo Imperial, sino como la nueva Itinerante.
Una fatídica noche, una familia rival mandó mercenarios a destruir la morada. Cuando entraron al cuarto de Belén, sin embargo, un terrible rayo de luz iluminó la noche, y una aparición divina ahuyentó a los criminales. La madre, Amber, era familiar con el Portador del Amanecer, Paelor, y con sus símbolos. Convencida de que su hija fue elegida, la pareja no tardó en llevarla a un monasterio. Allí, se produjo otro milagro. Al acercarse a los enfermos, Belén calmaba sus dolores.
Se formó como una clérgia de Paelor, dios de la luz, desde los nueve años, visitando su familia una vez a la semana, cuando el monasterio le dejaba a los futuros sacerdotes tiempo en la ciudad. Aquellos eran sin duda buenos tiempos. Pasaron los años, y Belén creció, volviéndose una bella y joven mujer. Muchos hombres se le propusieron, pero Victor negó a cada uno, echándolos de las puertas de la gran mansión, que se volvió una fortaleza luego del ataque de los mercenarios, años atrás.
Durante su último año de formación, en el monasterio, Belén tenía mucha más libertad, pero muchas más responsabilidades. Acababa de cumplir los dieciséis cuando ocurrió el trágico evento. Una noche, en la cual la chica se quedó en la sede para sanar a los enfermos y heridos, Victor y Amber invitaron a su casa a una pareja noble de Ki, en Virimil. Belén sabía de esto, y prometió asistir a la cena, pero se encontró sobrecargada de trabajo.
Eso fue para mejor, claro, ya que cuando salió a la calle, la gente se asomaba por las ventanas para ver el fuego de la gran mansión de los Weyrn, en la colina. La chica corrió como nunca antes, ciudad arriba, para llegar a su morada en llamas. Cuando finalmente llegó a la puerta, logró distinguir dos figuras entre el humo. Primero, pensó que se trataba de su familia. Entonces, aquellas figuras mutaron, transformándose en grotescas aberraciones vampíricas, que reían, y reían, y reían a través del fuego.
Aquellas risas quedaron para siempre en la mente de Belén. Fue recogida más tarde por el padre de su madre, Charilus el Sabio, que terminó volviéndose su único relativo. La rubia logró seguir adelante gracias a los consejos de su abuelo, y lo acompañó en sus viajes cartográficos. Terminó realizándose como persona, y creciendo bajo su tutela.
Terminó haciéndose muy amiga del Bardo Omar, acompañante de Charilus desde antes incluso que ella. El músico le encantó tener una chica a la que contar sus historias, además del viejo cascarrabias que siempre guiaba el carromato de seis ruedas, y a la rubia le fascinaba escuchar, aprender de las tierras lejanas, como Markett, Vintas, o incluso Bor.
A los 23 años, se embarcó en una nueva aventura, mucho más importante que cualquier otra. Su abuelo le reveló el secreto de las Máscaras del Destino, y, junto a sus nuevos aliados, los Pibes, decide contribuir con aquella búsqueda tan importante.
En sus aventuras con los Pibes, sufrió de una terrible maldición en Genk, que tuvo que sanar en Lago Helado con la ayuda experta de Dorei'Lir. Luego, esperó, y esperó por el regreso de sus compañeros. Charilus ya había perdido la esperanza, pero ella y Omar todavía eseperaban escuchar hablar nuevamente de los Pibes. Cuando estos volvieron del Feywild, Belén sintió que todo aquello había sido su culpa por no haber podido estar ahí para Igmar, que volvió muerto. Luego de una dolorosa resurrección a manos de Silvius, la clériga comprendió que debía disfrutar del momento, ya que a estas alturas, todos podían morir el día siguiente.
Entró en una relación con Igmar, y poco después partió a Nim con su abuelo y los Pibes, para detener a Pirgus. Este último, durante una batalla, se obsesionó con la belleza de Belén, y la secuestró, encerrándola primero con él en aguas termales. Por alguna razón, sin embargo, Pirgus pareció no estar contento para nada con la actitud de la clérgia, por lo que decidió quemarla como un sacrificio. Allí, fue salvada por los Pibes, y luego, luchó con ellos contra Ganth y la Lámpara de la Dama de hierro.
Charilus, que tuvo que sacrificarse, no está más para la chica. Esta, como su nieta, y legítima heredera, debe recoger sus responsabilidades y tomar su lugar como parte no solo del Consejo Imperial, sino como la nueva Itinerante.
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