El tabernero de Falkreach, transformado en Ministro de la ciudad.

Hagrid nació en Falkreach. Nunca en toda su vida dio más de dos pasos fuera de Velheim. Y ahora es alcalde de su ciudad? Cómo puede haber ocurrido algo así?
 
El hombre en cuestión creció en esta pequeña ciudad, y heredó la taberna de su padre luego de una muerte súbita a manos de un ataque goblin. Se dedicó durante años a acoger extranjeros, ayudar locales e intentar mejorar la ciudad. Siempre tuvo altas esperanzas. Uno de sus grandes amigos terminó siendo elegido como alcalde. Otros lo conocían ya como la figura política del pequeño pueblo, pero para Hagrid, siempre fue Calvin, un gran compañero.
 
La vida de estos dos se entrelazó en cuanto comenzó a expandirse la influencia de una nueva iglesia, prometiendo el paraíso a quienes siguieran sus códigos de conducta. "No somos quiénes para interponernos entre alguien y sus creencias, Calvin" decía siempre Hagrid, cuando el otro traía noticias. Lentamente, el problema se fue volviendo cada vez más grande, hasta que eventualmente, pocos eran quienes no estaban mesmerizados por los sacerdotes y sus milagros de pacotilla.
 
Antes de llegar a esta fatídica situación, sin embargo, Hagrid tuvo el tiempo de vivir una plena vida. Se casó con una bella mujer de Nim, que lo ayudó a manejar la taberna. Asistió meses mas tarde a la boda de su amigo, que también tuvo la suerte de encontrar a su otra mitad. Falkreach prosperaba. Aquellos eran los buenos tiempos, cuando la única presión era la de levantarse a la mañana para limpiar los vasos y alistar las mesas.
 
Eventualmente, la influencia de esta misteriosa iglesia se volvió tan fuerte que se le ordenó a todos los Escudos Dorados de dejar la ciudad. Estos aceptaron de buenas ganas, ya que estaban bajo el mismo hechizo. Calvin y Hagrid, extrañamente, no, junto con una parte de la población. Se comenzaron a juntar secretamente, charlando sobre qué había pasado con la ciudad. Entonces, se llegó a una conclusión: si alguien puede saber algo de aquello, tiene que ser el Archimago, encerrado en su torre.
 
Fueron enviados algunos de los mejores hombres a consultar. Nunca volvieron. Se contrató entonces una banda de mercenarios: Los Pibes. Estos lograron desvelar el secreto de la criatura viviendo en la torre, y mostraron que la iglesia no era tan buena como se mostraba. Muchos de los pueblerinos pudieron entonces sacarse de encima aquella influencia. Poncho, uno de los mercenarios, se quedó con Hagrid y Calvin para asegurarse que nada les pasase, ya que la Iglesia tenía intenciones morbosas.
 
Eventualmente, una revolución explotó contra aquella opresión, que resultó ser demoníaca. La ciudad quedó en ruinas luego del ataque, pero Hagrid pudo sobrevivir, con ayuda de los Pibes. Fue terrible para él, sin embargo, encontrar a Calvin bajo los escombros, muerto. Además, perdió a su esposa en el frenesí del culto, intentando defender a unos niños.
 
Hagrid no tenía nada nuevamente, pero era el único, junto con Calvin, que se había enfrentado abiertamente contra aquella falsa iglesia. No fue para nadie una sorpresa que se lo elija como nuevo alcalde, mismo si no estaba calificado. Eventualmente, con el paso de los meses, aprendió a manejarse, y se tomó su trabajo muy en serio. Falkreach comenzó a crecer excelentemente, y todo el pueblo se unió para la reconstrucción.
 
Hoy por hoy, Hagrid sigue trabajando. Extraña aquellos días de verano, cuando podía quedarse durmiendo hasta tarde, con su esposa, en aquella cama doble demasiado pequeña para los dos. Extraña a su amigo, que dio la vida por la ciudad. Pero no tiene tiempo para aquello. Su pueblo cuenta con él, y no terminará su deber hasta que Falkreach diga que se termine. O eso le gusta pensar. Todavía le debe una gran deuda a los Pibes, y continua sobrellevando la construcción del bastión de Pibesreach, en las afueras, que funcionará como la primera Guild de aventureros en todo Velheim.
 
Hagrid es feliz, hoy, y vive, gracias a los Pibes.