El Tercero, hermano de Occuleth y de Iremir. Si te enfrentas al Encadenador... te espera un destino peor que la muerte.
- Gender
- Hombre
- Eyes
- Azules, brillantes como los astros
- Hair
- Negro y largo, tirado para atrás.
- Skin Tone/Pigmentation
- Extrañamente grisácea
Elenrith Aen Nightborne es un elfo con el que no quieres cruzarte.
Como el tercer hermano de la gran familia Nightborne, no se lo menciona mucho, ya que a su lado se alzan paragones como Occuleth y el legendario Montaraz, Iremir. Cuando sí se habla de él, suele ser en secreto, como si los susurros mismos podrían llegar hasta sus orejas. Se habla de su colección legendaria de esclavos, por ejemplo, y de como es el esclavista más exitoso del mar Numrial. Se habla de su posición en el Consejo Elfo, junto con Occuleth y Elena de la Hoja Rota, y de como no la valora para nada. Se habla de sus frecuentes escapadas, de como no vuelve por varias semanas, solo para aparecerse en medio de la noche arrastrando cuerpos por las calles de Melesade.
En la gran ciudad élfica, se aprendió a nunca quedarse más tiempo del debido fuera, ya que los hombres de Aen patrullan las veredas en busca de pobres y desafortunadas almas. Se les presenta una oportunidad podrida a los más desesperados: formar parte de las Galas Astrales, ser uno de los participantes de los Juegos. "Puedes ganarte una nueva vida" dicen los hombres de negro. La verdad es que casi nunca sale de estas galas una de estas almas desafortunadas, y cuando sí, se les ve con gemas y collares, con riquezas absurdas, pero con expresiones vacías, aterradas.
Se dice que las Galas Astrales son el pasatiempo favorito de Aen, cuando se encuentra en Tal'Dorei. No se celebran seguido, ya que pocas veces el elfo atiende a sus responsabilidades como miembro del consejo y se queda por un tiempo indefinido en la isla. Se dice que de los tres hermanos Nightborne, sin embargo, es el más robusto y el más adinerado. Funciona casi como su entidad separada. Hay todo un mundo bajo Melesade controlado exclusivamente por las cadenas de Aen.
En cuanto a él, como persona, pocas veces se le ve formalmente. Cuando sí, es por tener que presentarse con el resto del Consejo Elfo, es decir con su hermano y con Elena. Se le suele ver, sin embargo, informalmente, por diferentes partes de Rel. Nadie sabe si se habla siempre del mismo espectro, pero las coincidencias son demasiado punzantes como para no tener en cuenta. Diferentes pueblos cuentan historias de como un demonio de ojos violetas, lleva con pesadas cadenas a quien sea suficientemente desafortunado como para encontrarlo.
Dentro del Imperio, se han postrado acusaciones a Aen directamente, pero Occuleth siempre terminó ocupándose del asunto, desinflando cualquier argumento y moviendo influencias para que no hayan repercusiones. Se suele decir, en tabernas, de noche, que la nobleza elfica podría matarte en medio de la plaza principal sin ningún problema, y nadie se interpondría. Viven fuera de la ley de hierro. Esto es lo que hace a Aen tan terrible y macabro: por más que sus crímenes salgan a la luz (algunos de ellos), nunca se lo tomará como responsable.
Se le llama Aen el Encadenador por aquellas bizarras y pesadas cadenas que lleva a todas partes. Magia emana de aquel hierro negro como pestilencia de un muerto. Algunos, en Melesade, dicen haber visto personalmente como este elfo azotaba a un niño por robar una migaja de pan, y cuando intervino la madre, la tomó a ella como suya, por el precio del crimen, agregándola a su colección macabra de esclavos. Albergó mucho odio, sin duda, entre las familias destrozadas por sus acciones.
Algunos dicen que todo aquello lo hace por su propio entretenimiento, que se motiva dañando a los demás. Sádico, loco, monstruo, asesino. Le han llamado muchas cosas. Él, se cree un idealista. Verán, sus acciones están justificadas en su macabra lógica: encuentra que un hombre debe construirse del lodo mismo si quiere llegar alguna parte en la vida. Busca eso desesperadamente en los demás. Sus esclavos son terriblemente maltratados, pero nunca sin motivo. Algunos, mismo, pudieron comprar su propia libertad, luego de años de sufrimiento. Las historias de estos se decantan casi siempre en "haber pasado años en el infierno, para salir encontrarse en un paraíso cotidiano".
Una voluntad oscura, una sádica premonición, un impulso malvado. Algo guía a Aen a liberar, atado el mismo de sus propias cadenas.
Como el tercer hermano de la gran familia Nightborne, no se lo menciona mucho, ya que a su lado se alzan paragones como Occuleth y el legendario Montaraz, Iremir. Cuando sí se habla de él, suele ser en secreto, como si los susurros mismos podrían llegar hasta sus orejas. Se habla de su colección legendaria de esclavos, por ejemplo, y de como es el esclavista más exitoso del mar Numrial. Se habla de su posición en el Consejo Elfo, junto con Occuleth y Elena de la Hoja Rota, y de como no la valora para nada. Se habla de sus frecuentes escapadas, de como no vuelve por varias semanas, solo para aparecerse en medio de la noche arrastrando cuerpos por las calles de Melesade.
En la gran ciudad élfica, se aprendió a nunca quedarse más tiempo del debido fuera, ya que los hombres de Aen patrullan las veredas en busca de pobres y desafortunadas almas. Se les presenta una oportunidad podrida a los más desesperados: formar parte de las Galas Astrales, ser uno de los participantes de los Juegos. "Puedes ganarte una nueva vida" dicen los hombres de negro. La verdad es que casi nunca sale de estas galas una de estas almas desafortunadas, y cuando sí, se les ve con gemas y collares, con riquezas absurdas, pero con expresiones vacías, aterradas.
Se dice que las Galas Astrales son el pasatiempo favorito de Aen, cuando se encuentra en Tal'Dorei. No se celebran seguido, ya que pocas veces el elfo atiende a sus responsabilidades como miembro del consejo y se queda por un tiempo indefinido en la isla. Se dice que de los tres hermanos Nightborne, sin embargo, es el más robusto y el más adinerado. Funciona casi como su entidad separada. Hay todo un mundo bajo Melesade controlado exclusivamente por las cadenas de Aen.
En cuanto a él, como persona, pocas veces se le ve formalmente. Cuando sí, es por tener que presentarse con el resto del Consejo Elfo, es decir con su hermano y con Elena. Se le suele ver, sin embargo, informalmente, por diferentes partes de Rel. Nadie sabe si se habla siempre del mismo espectro, pero las coincidencias son demasiado punzantes como para no tener en cuenta. Diferentes pueblos cuentan historias de como un demonio de ojos violetas, lleva con pesadas cadenas a quien sea suficientemente desafortunado como para encontrarlo.
Dentro del Imperio, se han postrado acusaciones a Aen directamente, pero Occuleth siempre terminó ocupándose del asunto, desinflando cualquier argumento y moviendo influencias para que no hayan repercusiones. Se suele decir, en tabernas, de noche, que la nobleza elfica podría matarte en medio de la plaza principal sin ningún problema, y nadie se interpondría. Viven fuera de la ley de hierro. Esto es lo que hace a Aen tan terrible y macabro: por más que sus crímenes salgan a la luz (algunos de ellos), nunca se lo tomará como responsable.
Se le llama Aen el Encadenador por aquellas bizarras y pesadas cadenas que lleva a todas partes. Magia emana de aquel hierro negro como pestilencia de un muerto. Algunos, en Melesade, dicen haber visto personalmente como este elfo azotaba a un niño por robar una migaja de pan, y cuando intervino la madre, la tomó a ella como suya, por el precio del crimen, agregándola a su colección macabra de esclavos. Albergó mucho odio, sin duda, entre las familias destrozadas por sus acciones.
Algunos dicen que todo aquello lo hace por su propio entretenimiento, que se motiva dañando a los demás. Sádico, loco, monstruo, asesino. Le han llamado muchas cosas. Él, se cree un idealista. Verán, sus acciones están justificadas en su macabra lógica: encuentra que un hombre debe construirse del lodo mismo si quiere llegar alguna parte en la vida. Busca eso desesperadamente en los demás. Sus esclavos son terriblemente maltratados, pero nunca sin motivo. Algunos, mismo, pudieron comprar su propia libertad, luego de años de sufrimiento. Las historias de estos se decantan casi siempre en "haber pasado años en el infierno, para salir encontrarse en un paraíso cotidiano".
Una voluntad oscura, una sádica premonición, un impulso malvado. Algo guía a Aen a liberar, atado el mismo de sus propias cadenas.
Social
Birthplace
Melesade, Tal'Dorei
Honorary & Occupational Titles
Maestro de las Cadenas, el Tercero