Uno de los últimos Teng. Líder de la tumba de los héroes.

La historia de Silvius es un misterio. Algunos pueblerinos, cerca de Diris, aseguran haber visto una gigantesca figura encapuchada, seguida por un culto de muertos. Para quienes nunca tocaron Velheim, aquello parecerá una leyenda urbana. Para los nativos de allí, sin embargo... Escuchar hablar de monstruos como gigantes, trolls, ogros, entre tantos otros, no es una novedad, sino un problema que solucionar. No se tomarían a la ligera las avistamientos de lo que podría ser un futuro peligro. Diris prosperó en base a su gran sistema de mercenarios y mercantes. Uno siempre puede encontrar avisos para terminar con mantícoras, espectros y otros peligros en las montañas o en los bosques.
 
Con todo esto dicho... Nadie en todo Velheim encontró al gigante encapuchado del que tanto hablaron unos locos volviendo de la cadena montañosa. Se han mandado grupos de reconocimiento, magos divinadores, patrullas de búsqueda, etc. De todas las extrañas historias alrededor de Diris, Falkreach, y el bosque Verdum, la historia del Ángel de la Muerte es la más aperplejante, ya que nadie pudo confirmar su existencia.
 
Solo algunos de los más sabios en las ciudades de Velheim pueden indicar el camino a la fábula que es la Tumba de los Héroes, donde reside este gigante encapuchado y su culto. Un gran puente separa las tierras de Diris de las montañas, y es allí donde Silvius evalúa el valor de quien viene a visitarle. Si uno es digno, encontrará a través de los menhires y los pinos un camino empedrado, de baldosas rotas y antiguas, guiando a un edificio metido en la cordillera. Si uno no es digno, vagará sin rumbo por los peligrosos Picos Helados hasta cansarse.
 
Quienes fueron hasta la Tumba de los Héroes y volvieron aseguran haber encontrado al Ángel. Sin embargo, pocos les creen, ya que dicen como, con sus poderes de resurrección, trajo de nuevo a uno de los compañeros. La gente es duda, ya que el supuesto resucitado nunca vuelve con ellos, sino que decide quedarse con el Ángel. O eso es lo que cuentan.
 
Silvius es antiguo, y sin embargo, despertó hace no tanto tiempo. Sabe que algo grande está viniendo. Por ello mismo reanimó. En sus montañas, lentamente, está alistando la ayuda de héroes ya perdidos ante la aventura. Servirían, entonces, como él, a un último propósito. Cuando el momento llegue, la armada de los Revenants se alzaría, marchando hacia la inevitable guerra contra aquel que todo lo terminó, más de mil años atrás.
 
Como líder de la Tumba de los Héroes, entiende su deber frente al mundo. Los poderes que se le otorgaron no son más que un préstamo. Él deberá pagar el precio, tarde o temprano, de su fallo en aquel momento. De su fracaso, y del de toda su raza. Las máscaras nunca serían suficiente... pero fue el mejor esfuerzo que pudieron realizar. Débiles resultaron, por más magia otorgada, por más favores divinos... ni siquiera se pudieron medir contra el Archimago.
 
Estos recuerdos persiguen al Ángel, que, día y noche, trabaja con un solo objetivo: el de corregir sus pasados errores, y redimir su memoria, no solo por él, sino por todos sus congéneres, de los cuales pocos restaron. Edmund no aprobó de sus métodos. Jiran se rindió ante el inevitable fin. Pero Silvius sabía que todavía había esperanza. No era el único que luchaba contra un futuro oscuro, ya que comenzó a visitarlo un gnomo en un carromato, suficientemente poderoso como para encontrarlo sin su permiso.
 
Desde entonces, duplicó sus esfuerzos, encontrándose nuevamente en el foco de la historia. Se recordarían sus acciones, y la de todos los Héroes que trajo de vuelta, como el propósito final de su existencia. Xoth resurgiría, y cuando eso pase, Silvius estaría listo.