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Testamento

Último Diario de Viktor Luria, prefacio

Quizá mis cálculos llevarán al fin del mundo.   Hay cierta paz en saber que todo terminará. Que el fin es inevitable. Quizá tendría que haberme detenido en ese descubrimiento. Debo agradecer, o quizá maldecir, a mis compañeros, por empujarme a continuar, más allá de la Profecía. El viaje a sido uno de ida, y el saber una terrible seguridad de que tenemos que hacer algo al respecto.   ¿Quién se quedaría plantado mientras su mundo se deshace?   Yo, quizá. La realidad es que soy un cobarde. Vivo en la sombra de aquellos con mayor determinación. Soy un vehículo para que ellos terminen sus historias. Yo no me atrevo a llevar a cabo la mía. Creo que he pensado en esto hace tiempo. Creo que cada vez que me detengo en estos cálculos, en estas ecuaciones, llego a un mayor entendimiento. Mi rol ha llegado a su fin. Con suerte, la historia sabrá perdonar mis crímenes.   Todo comenzó con el teorema de Steiner. Postula que toda acción tiene una infinidad de repercusiones, y como tales, podemos ser testigo de diferentes universos, paralelos al nuestro, pero igualmente válidos. Nacen, como ramas de un árbol, en cada acción, cada elección, cada instante de hesitación y cada momento decisivo.   Hay una manera de estudiar estas líneas paralelas. Son visibles, al menos si están lo suficientemente cerca. Algunos hechizos, alguna capacidad de la arcana (en materia de divinación) vislumbra los eventos próximos en lo que Steiner definió Área Próxima de Desarrollo Temporal, o APDT. Esta distribución es difusa en sus límites, pero bien definida en sus eventos más cercanos. Mediante la divinación, uno es capaz de ver el futuro; o un futuro posible.   La verdadera pregunta se presenta al pensar en los límites de la APDT. ¿Por qué vemos tan poco? ¿Por qué llegamos a vislumbrar un solo destino, por ejemplo, cuando se puede comprobar que hay cientos sino miles? Esta pregunta me hizo indagar en los trabajos del profesor Thessar sobre anomalías espacio-temporales. Sobre el viaje interdimensional. Sobre la capacidad de pasar de una línea temporal a otra.   El profesor me reveló para este punto de mis trabajos que él era de otra línea temporal, confirmando cientos de teorías y refutando miles más. ¿Cómo algo tan fundamental pudo ser mantenido en secreto tanto tiempo? Según los escritos, el hombre conocido como Guilliman Thessar está en esta línea temporal desde la Gran Cruzada, es decir que convivió consigo mismo; no solo eso, sino que se vio morir.   Su viaje, en principio, fue génesis de una desesperada apuesta para escapar un futuro inconcebible, una victoria absoluta de demonios y el fin del plano material como lo conocemos. También explicó que el hechizo por el cual viajó no solo era inestable, sino que no podía ser repetido. Más tarde, Steiner lograría con los apuntes de Thessar y los precedentes de su viaje, crear la Puerta de Steiner, y así estabilizar aquellos cálculos apresurados que llevaron al profesor a nuestra tierra.   Lleva a pensar; ¿Por qué nuestra línea temporal? ¿Habrá sido la suerte? ¿El azar? El estudio de probabilidades te diría que, según las hipótesis, la chance de que una línea de tiempo condenada como la del profesor y una como la nuestra se conectaran para crear un pasaje es posible, sin duda. La cuestión viene cuando uno piensa en el concepto de infinito.   ¿Cuántos profesores hay? Si cada acción que tomamos crea un nuevo camino, ¿no debería haber una infinidad de Guilliman Thessars, todos logrando conectar de alguna u otra manera con alguna u otra línea de tiempo, de tal forma que infinitos Cawls se encontraran con infinitos Guillimans e infinitas singularidades como la que lo trajo a nuestra línea ocurriesen una infinidad de veces?   El punto al que quiero llegar es el siguiente. Si el profesor llegó aquí significa que es posible pasar de una línea temporal a otra. Si hay líneas temporales infinitas, como la matemática y divinación sugieren, en alguna parte, en algún momento, alguien encontraría la forma de viajar entre dimensiones, y la compartiría infinitamente con una infinidad de personas, y todo lo posible ocurriría todo el tiempo.   Algo no cuadra. Algo no tiene sentido. Quizá las líneas de tiempo no son infinitas. Quizá lo que Thessar logró es algo verdaderamente único, que no puede replicarse, lo cual sería algo que llamamos una imposibilidad probabilística. Mis trabajos no dieron una solución a esto, hasta que trabajé en mis experimentos con el Almirante Kazu Fujitora.   No podría considerarlo un amigo. Sin duda nos ayudó mucho al llevarnos a la Perpendicularidad, pero no era parte del círculo. Con el tiempo, me di cuenta que realmente era un hombre de bien, y que fuimos nosotros tres quienes lo arruinamos. Su viaje fue verdaderamente el último, y volvió loco. Bueno, todos volvimos algo cambiados.   El punto es que, antes de todo esto, antes del famoso Viaje de los Tres, me percaté de algo. Fujitora era amigo de Charles, sin duda, y pasaban mucho tiempo juntos. Trabajaban en aquellas técnicas de espada que tanto les llamaban la atención, y luego el viejo Almirante le enseñaba a jugar juegos de azar.   Al principio, no pensé mucho en eso. Los soldados harán lo que los soldados harán. Quizá fueron las quejas de Charles, los gritos de frustración, las risas del almirante. Parecía que, no importa de qué manera tirara los dados, Fujitora siempre obtenía doble seis. No tres, no cuatro, sino dos seises. Lo hicimos intentar con otros dados. No cambió el resultado. Le hicimos entrar en un círculo de abjuración que yo mismo había diseñado, capaz no solo de detener magia arcana, sino también magia de espíritu de fe.   Fujitora rio, diciendo que el día que lograse hacer un hechizo sería el día que el mundo se acabe. No había caso. De alguna u otra manera, el Almirante siempre ganaba en los juegos de chance. Tenía una suerte extraordinaria. Para nada lógica. Completamente antinatural. Hice muchos testeos sobre sus capacidades, escribí un reporte trabajoso sobre su vida, incluso publiqué un folleto pidiendo ayuda a la comunidad científica.   Jedediah Steiner, Caballero de Sangre y notorio profesor en la Universidad de Stormheld, viajó personalmente a Desembarco a ayudarme con mis trabajos en Kazu Fujitora. No voy a aburrirlos con los detalles. Encontramos que, simplemente, el azar no tenía poder sobre el almirante. No solo eso, sino que, después de otros cálculos y de una exhaustiva comparación de datos, comprendimos una terrible realidad.   El azar no existe.   Steiner se fue de los laboratorios al día siguiente. Su camino lo llevó colina abajo desde entonces. Dijo algo sobre "entonces todo fue mi culpa", y partió a trabajar y obsesionarse con unos artefactos llamados los "Frutos del Emperador".   ¿Qué estoy intentando explicar? Simple. La Singularidad de Thessar. El azar de Fujitora. Hay una razón por la cual los límites del Área Próxima de Desarrollo Temporal están tan mal delimitados; alguien los está borrando. Como un jardinero que cuida de un árbol, sólo vemos una cantidad pequeña de posibilidades con la divinación porque alguien está cortando las ramas. Thessar arribó en nuestro mundo porque alguien lo permitió. Fujitora solo saca seis, porque no hay otra posibilidad. En su caso, alguien se olvidó de crear otra posibilidad.   Hay alguien, o algo, con el poder de determinar no solo nuestra vida, sino las infinitas vidas de todas nuestras posibilidades; y se dedican a cortar las ramas cada vez que surgen. Me dio a entender que esto no es el estado natural del mundo. Que esto es un crecimiento excesivo, un verdadero cáncer en el árbol que es nuestra continuidad espacio-temporal.   Este fue el primer paso. Yo, yo y mi estúpida curiosidad, nos había condenado a debatirnos contra una fuerza imposible. Un ser imparable. Una criatura de poder y determinación, un monstruo con una legión de súbditos detrás y un universo que nos quería desechar al momento de desviarnos.   Si tan solo me hubiese detenido ahí.

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