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Orión: Testimonio de R.W Kimmer

Capitulo IV, Paraíso Invernal: Historias y Relatos de los Páramos Frígidos

Era una noche helada. El viento aullaba ferozmente, y silbaba a través de las ventanas. La nieve llegaba hasta las rodillas, y la luna llena iluminaba una típica noche invernal en el norte. El viaje por la cordillera Ilwe tomó muchas semanas, y aunque las montañas y el hielo eran de gran compañía, agradecí que ese capítulo ya había terminado. La taverna Cuerno de Mamut estaba viva anoche. Los ciudadanos de Annesbourg venían a partir el pan y compartir un trago, al ritmo de la avivante fogata. Los bardos canturreaban y las meseras corrían luego de cada ‘’Hey! Otra cerveza.’’   Sentado en una de las mesas al costado, agradecí por la comida caliente y procure revisar mis apuntes e ilustraciones del viaje antes de irme a la cama. Justo en frente mío, tres figuras bien vestidas brindaban con Ron y aullaban de la risa, lo cual, debo admitir, empezó a molestarme. Llevaban un traje azulado, pelo bien peinado y dientes blancos como las perlas.   Al rato, oí a uno empezar a relatar "Hey, Henry, has escuchado lo que el jefe está tramando con los malditos indios caníbales?" a lo que el otro, acercándose, responde "Ni me lo digas, planea sobrepasarlos con grandes ferrovías, por fin se hace justicia!’’   Esto me hizo levantar la mirada y avivó mi curiosidad, "¿Indios caníbales? ¿De qué están hablando?" Me acerqué tímidamente a los caballeros y les pregunté si podía escuchar la historia. Me recibieron, y lo que escuche ahí me fascino, pero también me aterro. ¿Indios caníbales tan cerca de Annesbourg? Deben encargarse de ellos rápido! Pensé…   Esta suele ser la concepción general de la tribu Orion en el norte. Se los ve como bárbaros salvajes, quemando bosques y haciendo un festín de tripas y extremidades de los desafortunados que mueren en el agresivo clima. Sin embargo, en la historia algo nunca es blanco o negro, una cierta civilizacion se rige por sus tradiciones y costumbres, y lo que nosotros vemos como salvaje ellos lo ven como sagrado.   Por eso mismo decidí viajar hacia allí, tenía que verlo con mis propios ojos, no podía creer lo que me estaban contando a menos que vaya y que los conozca. Conociendo el peligro e ignorando las varias advertencias que se me hicieron, me armé de valor y me adentre en lo desconocido, en medio del gran bosque taiga de Potawatomi.   El viaje hasta el supuesto asentamiento tardo unos 4 o 5 días. Cuanto más al norte uno va, más castigante es el frío, quemando las mejillas y endureciendo los dedos. Me preguntaba cómo unos indígenas podrían aguantar tales temperaturas, más en invierno.   Los días eran bastante agradables, más aún cuando el sol brillaba sobre la nieve. Las caminatas de horas se me pasaban como minutos al estar fascinado con la belleza natural del bosque virgen norteño. Por miedo a los supuestos caníbales y a los osos, los leñadores no avanzan más que a unas millas de Annesburg, por lo que todo lo que todo a mi alrededor estaba apenas tocado por mano del hombre. Era más que evidente. Esto sin embargo será hablado más en detalle en el próximo subcapítulo. Fui afortunado de no tener mucho problema en mi camino, más que un aterrorizante encuentro con uno de los osos pardos orionis, con pelaje mitad albino mitad marronesco. La bestia sin embargo no parecía tener mucho interés en mí, y partimos caminos sin molestarnos el uno al otro. Mientras más me acercaba a las orillas del Lago Orion, menos horas de sueño tenía por las noches. “Y si me encuentran? Me mataran? ¿Me quemarán vivo? ¿Cómo hacerles entender que vengo en son de paz para conocerlos?.”   Al sexto día, ya muy cerca de las orillas del lago y mientras caminaba sin prestar mucha atención a mi alrededor, algo ocurrió. Fue como si el viento mismo se manifestara y quisiera volarme la cabeza, tan solo un centímetro más a la derecha era suficiente. Me quedé petrificado, mi sangre se congeló completamente. Al mirar a mi derecha, entendí de qué se trataba, vi una flecha clavada profundamente en uno de los árboles, y de mi izquierda escuché en un idioma crudo e incomprensible.   "Moenie verdomp raak nie." Era la voz de una mujer, aunque un tanto más grave de lo normal. No moví ni un dedo. “Hande in die lug”, dijo la mujer, extrañamente tranquila. Luego, otra voz, esta si de un hombre, dijo del mismo lugar que el de la mujer   "Wat doen ons met hom, Ixia?" escuché.   Sentí como mi corazon latía, y lo unico que podía pensar era en lo idiota que había sido en venir hasta aquí. Me van a torturar, cocinar y luego comer vivo, ¿En que rayos estabas pensando Robin? ¡Maldita sea! El pergamino de Comprender Idiomas estaba en mi pequeño bolso, y no había forma de que ellos dos me dejaran tomarlo. No íbamos a poder comunicarnos.   "Dit blyk nie een van Clover se manne te wees nie, Lirio. Ons moet hom na Yutal neem en laat weet wat om te doen" dijo la mujer al hombre, en un tono calmo. Eso fue un poco reconfortante, al parecer no estaban enojados conmigo. Parecían confundidos, no sabían cómo reaccionar a esta situación tan poco habitual.   "Die bome steur hom nie aan sy teenwoordigheid nie, hy lyk nie soos 'n slegte man nie" dijo el hombre en un tono muy gentil y, extrañamente, un tanto alegre. No entendía ni una palabra pero sabía que no tramaban algo malo. Ambos se acercaron a mí, y al darme vuelta vi efectivamente a una mujer y un hombre. La mujer era alta, corpulenta y muy masculina. Cargaba consigo un arco y aljaba con una sola flecha. Llevaban abrigos hechos de piel, probablemente piel de alce. El hombre era un tanto más pequeño, era muy peludo pero parecía menos fuerte que la mujer. Este portaba una especie de cetro hecho de madera, con un abrigo parecido.   Me escoltaron hasta donde se encontraba la tribu. El hombre, mientras caminábamos, se detenía y preguntaba cosas a las varias plantas y árboles.   "Dankie mnr boom" dijo varias veces, a lo que la mujer solía decir, riendo un poco "Ya Lirio, ek dink hulle het jou al verstaan" el idioma que hablaban era seco, hostil, con una fonografía muy distinta al Imperial, pero sin embargo bello. No sabía si estos dos eran extraños, pero no parecían salvajes o bárbaros para mi, si no más bien gentiles. Es más, el camino hacia allí fue dentro de todo agradable, y no sentí miedo.   Al llegar, la escena fue increíble. En el viaje hasta aquí, me imagine el asentamiento de Orión como una tribu rústica, sucia, con pozos de batalla y olor a sangre y muerte. Sin embargo, me tope con un pequeño paraíso invernal. En las orillas del Lago Orion y limítrofe al bosque, la tribu encontró un lugar perfecto para establecerse. Varias carpas a lo largo de toda la zona se extendían y ocupaban la orilla. Niños corrían y hombres y mujeres trabajaban, y lo único que se oía eran los cantos de las aves y el viento rozando las hojas. Nunca me había sentido tan en paz.   Pero lo más sorprendente, sin duda, eran los osos. Estaban por todas partes, gente montada en ellos, algunos sentados y otros dormidos junto a un árbol. ¿Cómo rayos lograron domar a las bestias?   La mujer que me escoltaba pareció dar un silbido agudo, a lo que uno de los osos durmientes respondió y corrió inmediatamente hacia ella. La mujer acarició al animal, y este reaccionó con una lamida en su cara para luego tirarse al suelo panza arriba y exigir caricias sobre su estómago. ¡Era como si de un perro se tratase!   Las miradas de los residentes al principio eran hostiles, claro. Todos detuvieron sus tareas y me miraban, como si estuviesen viendo a un unicornio. La mujer dijo unas palabras y los habitantes parecieron calmarse. Todos tenian caras rusticas, duras, con pelos negros largos y composturas grandes. Aquí solo sobrevive el que trabaja duro.   Eventualmente nos rendimos a lo que parecía una carpa un tanto más grande, con algunos adornos de plumas y carpintería. Estaba en el centro del asentamiento. Un único hombre salió de la carpa, con una extraña gracia que no me esperaba de esta gente. El hombre tenía una cara vieja, antigua, los años ya lo estaban alcanzando, pero se erigía derecho y firme, sin mostrar debilidad, pero también con ojos calmos y gentiles. Vestía con una especie de corona ornamental hecha de plumas, gigantesca, bellisima. El hombre emanaba autoridad y benevolencia.   "Na wie het hulle my kinders gebring? Moenie vir my sê dit is 'n dorp nie" dijo el viejo con una voz profunda.   "Die bome het vir my gesê hy is saggeaard, Yutal, jy moet met hom praat" respondió el hombre que me acompañaba. La cara del hombre, nerviosa, cambió a una de calma. Fue entonces cuando posó sus ojos en mí.   "¿A qué viniste, viajero? Lirio me dice que no sos un burgo, y que fuiste gentil con nuestra tierra."   "¡Oh! Qué sorpresa, ¿sabe hablar común?"   Y así le explique a lo que parecía ser el líder que no venía con malas intenciones, que respetaba mucho su tierra y que solo quería documentar y aprender cómo vivían.   "Con que te contaron que somos caníbales che... No me sorprende de los burgos, difamandonos y contando mentiras."   Yutal y la tribu me recibieron con brazos abiertos. Me invitaron a quedarme unos días para poder completar mi investigación, y así el mundo podría entender como realmente viven. Los dos que me acompañaron son Ixia, una cazadora, y Lirio, un hábil druida.   "Si te vamo’ a conta’ cómo vivimos, más bien que empecemos desde el principio. ¿Porque no das un paseo en el bosque conmigo?" me invitó Yutal.   La realidad no podría haber sido más distinta a lo que se me había dicho y lo que pude recolectar de información. No son salvajes o bárbaros sino más bien sabios y espirituales. En los pocos días que me quede en Orion mi perspectiva a muchos aspectos de la vida cambió completamente, y nunca voy a olvidar las enseñanzas del sabio Yutal y de la naturaleza.

History

Al principio, no había nada, vastas expansiones de vacío y desolación. Entonces, de un pensamiento, una semilla se formó. La pequeña semilla germinó, y de ahí salió un pequeño plantín, diminuto, insignificante. Con los años y años que pasaron, el plantín crecio y crecio, hasta eventualmente convertirse en lo que hoy los Orionies llaman ‘’Die boom van die lewe, Lewendsur’’ (El árbol de la vida, Lewendsur).   De las vastas ramas que se expanden del árbol, varios frutos crecían. Frutos que al principio eran prematuros, verdes, no-comibles, pero eventualmente tomaron forma, color y sabor. Cada uno de estos frutos, al madurar, estaba cargado de vida. Pues los Orionies afirman que el mismo plano de existencia donde nos encontramos es uno de estos, uno de los millones de frutos que hay.   A cada fruto se le asignaba un protector, alguien que de vida y crea balance, así el fruto no se marchita temprano. En el caso de nuestro fruto, ‘’Aarde’’, la protectora es la Pachamama. La madre de Aarde procuro que nuestro mundo tome una forma adecuada, y así creó la tierra, los ríos, las montañas, los desiertos y los océanos. Sin embargo, por más bello que era, le faltaba algo, habitantes, vida.   Asique de los cabellos de la Pachamama salio el ‘’Wisshgashk’’, o las varias especies de pasto como lo conocemos nosotros. De sus dedos creó los árboles, de sus pechos las frutas, y así hasta crear a todas las plantas que conocemos hoy. Todas una pequeña extensión de su ser.   Sin embargo, Aarde todavía no estaba completa, la naturaleza todavía no estaba en balance. Las plantas podían vivir, si, pero no sin el cuidado de la Pachamama, no podían mantenerse a ellas solas. Es ahí donde la madre decidió crear animales que habitan la tierra. Mientras creaba a las aves, a los depredadores, a los herbívoros, se tomó el tiempo de explicarle a cada uno en detalle su tarea para que nunca jamás la olviden.  
Tu, Ardilla, deberás comer las deliciosas frutas de los árboles, así esparciendo sus semillas y dándoles un ciclo. Tu, León, deberás cazar a las gacelas, impidiendo que agoten su propia comida y así cuidando la tierra. Tu, Abeja, deberás buscar el polen en las flores, así polinizando y manteniendo el ciclo de vida vivo...
  Y por último, la pachamama creó a su más fascinante, pero también su más temible, creación, Un humano. ‘’Orión’’ llamó a este hombre, creado con una pequeña pieza de su corazón. La pachamama le enseñó a Orión, el único animal que tuvo la bendicion (o maldicion..) de la conciencia, que debía cuidar a su entorno, amar y devolver, obedecer el orden de la Cosecha Honorable.   Este concepto, quizá el código de honor, como lo llamaríamos nosotros, es la única ley que rige en esta mágica tribu. ‘’Dejar un lugar en mejor estado de como lo encontraste, amar y devolver’’. La naturaleza es tan amable como para proveer alimento, en forma de frutas o animales, de proveer calor por las noches, en forma de leña, de proveer medicina, en forma de hierbas medicinales, de proveer felicidad, vida y belleza. Lo menos que uno puede hacer es tenerla y amarla, así preservando y dándole un sin fin al ciclo de la vida.   Mientras Orión aprendió a pescar, la Pachamama le enseño que solo debía tomar lo que necesitaba, y nunca más de eso. Si uno toma de más, la población de peces va a reducirse casi hasta la extinción, por lo que no encontraria mas comida allí. Si uno ama y respeta, la naturaleza le responderá de la misma forma, pero si otro es codicioso y destruye, se quedará sin nada.   Con el tiempo, Orión aprendió a amar profundamente a su entorno, cuidar a sus compañeros animales y a sus cultivos lo hacía más feliz que nada. Tanto fue esto que declaró su amor a la Pachamama, a lo que ella respondió recíprocamente, como agradecimiento por su cuidado.   Orión y la Pachamama tuvieron 3 hijos:   Ixtal, la primera nacida de esta unión, heredó el amor profundo por la naturaleza y la capacidad de crear de su madre. Los árboles y las plantas parecían amarla también, y fue la primera en comenzar a cultivar y enseñar técnicas de cosecha a sus descendientes. Es la fundadora de Orión, y es la razón por la que este pueblo nunca pasó hambre. Es la diosa de la cosecha, de las plantas y los ríos y los alimentos.
Su hermano y compañero mas cercano, Amon, era un tanto distinto a ella, como dos caras de la misma moneda. Conocido como ‘’Die voogbeer’’ (El oso guardián), era el rey de los animales, y así el primer oso, animal sagrado en la cultura Orioni. Su tarea fue acompañar y cuidar a Ixtal, pero también así enseñar el arte de la caza honorable, proteger a los animales y luchar contra las plagas y pestilencias.
Y por último, y del que menos se habla, nació Talos, el ave fénix. Se dice que de la pasión de sus padres nació una llama, una llama que nunca podrían apagar, la cual fue heredada en el tercero de sus hijos. Al verlo, todos le temían. Su poder era demasiado grande, y podría destruirlo todo. Talos es el dios del fuego y de la destrucción, pero así también de la regeneración.
"Madre, Padre, hermanos, no se preocupen." dijo Talos "Mi poder puede destruir, pero también regenerar. ¡Confíen en mí! No haré mal a este mundo."   Sin embargo, su gran figura magnífica y prendida en llamas inspiró miedo en sus compañeros y hermanos. Sus padres no le creyeron, y decidieron encerrarlo en lo más profundo de la tierra, dando lugar al núcleo ígneo de Aarde. Esto, sin embargo, fue un terrible error.   "Como aliado, los habría ayudado, pero ahora les juro que cuando me libre de estas cadenas quemaré el mundo hasta sus cimientos" dijo Talos, furioso mientras era arrastrado.   El mundo floreció, nuevas especies nacieron, los humanos crecieron y migraron por varias tierras, respetando la cosecha honorable y haciendo de la tierra un mejor lugar. Ixtal fundó el asentamiento más grande. Orión, en honor a su padre, donde hasta su muerte enseñó y guió a sus descendientes.

Geography

Antes de llegar a Orión, es importante detenerse y analizar el entorno biodiverso en el que se encuentra. En primer lugar, el pequeño asentamiento de la tribu está rodeado por el Bosque Potawatomi, el bosque taiga más grande e importante del norte. Potawatomi alberga una variedad inmensa de especies, tanto de flora como de fauna. De los árboles se identificaron más de 3500 especies de árboles solamente, de los cuales preponderan las Piceas, los Larix, los Maples y los Abetos.   Los Maples son el árbol más sagrado de la región, son famosos por proporcionar Jarabe de arce, un dulce hecho con la savia dentro de ellos. El proceso es simple, uno cava un hoyo dentro de la corteza, no muy profundo sin embargo para no dañar al árbol. Luego, se junta la sabia que chorrea dentro de un pequeño balde. Luego de dejarlo toda la noche, se hierve lo recolectado con agua, y quedará el famosísimo Jarabe para los desayunos fríos. Las calorías que provee el Jarabe ayudan a la tribu a pasar el invierno, siempre y cuando uno no cabe demasiado profundo y cuide a los árboles, el árbol lo ayudará (Cosecha Honorable).   El Wisshgashk (Hierba Dulce), es vista muy comúnmente en el suelo del bosque. Como vimos anteriormente, se cree que esta hierba son los cabellos mismos de la Pachamama, por lo que son usados como un obsequio a ella. Lo que se hace comúnmente es trenzarla, dando lugar a largas trenzas verdes hecha de la misma. Es un trabajo muy metódico, uno debe ir despacio procurando no romper alguno de los cabellos, sin lastimar la tierra. Se debe hacer con gentileza, y con mucha técnica.   Con respecto a la fauna, en Orión es en el único lugar que se encuentra al Oso Pardo Orioni, el típico oso mitad albino mitad marronesco. Esta especia es esencial para el ecosistema del Potawatomi, ya que procuran cazar a los castores y a las ardillas, como también peces en los varios ríos que surgen del Lago Orion. En su ausencia, habria una sobrepoblación de estas especies, y esto obviamente causaría problemas.   Además, los osos son sagrados para la tribu, por lo que no se los caza. Es más, se los domestica. Pero no de la manera que un sureno pensaría, sino de una forma que implica mucho más respeto. Los jóvenes guerreros, al final de su entrenamiento, deben pedir permiso a los osos para domesticarlo, deben hablar con él con sus poderes druídicos y entablar una conexión, es la única forma de que esta unión pueda funcionar. Otros animales de notar son los alces, los cuales abundan en el norte alimentándose de las varias plantas. Estos son comúnmente cazados por los lobos blancos, el segundo principal depredador luego de los osos.   Por otro lado, tenemos el Lago Orion. Decir que las aguas son cristalinas sería decir poco. Se nota que no hay una fábrica a kilómetros del sitio. Este cubre una distancia de 35 kilómetros cuadrados. En invierno suele estar congelado, pero en primavera alberga una gran gama de peces que alimentan a la tribu. Las truchas, las carpas, los piques pero especialmente los salmones. El lago es alimentado por los ríos que bajan de la cordillera Ilwe, que luego desemboca en el Mar Tyrant y la Cuenca de Skallde a través de los varios ríos del norte. El lago es bellísimo, cuando fuimos a dar un paseo en canoa con Yutal la experiencia fue mágica. Lo único que estaba en mi mente era estirar mis piernas y oír el sonido del agua chocando contra el bote y la brisa contra mi cara.   Orion es un ecosistema que se debe dejar sin tocar a toda costa, se debe alejar al progreso de aquí. Los Orionies respetan profundamente su tierra, y su tierra les devuelve con prosperidad. No pude evitar consultarle a Yutal si pasaban hambre, o que hacían cuando alguno se enfermaba  
"La tierra nos cuida, pibe. Si la amamos siempre nos va a amar, y cuando nos enfermamos siempre nos va a sanar"
  • Cacique Yutal, jefe de la tribu Orión
  • Cornelius Clover debe ser detenido a toda costa.

    Natural Resources

    En Orión se vive principalmente de la caza y de la pesca. Sin embargo la forma en la que caza es muy particular. Ixia, la mujer que me encontró en el bosque, relataba sus hábitos. Salen a cazar temprano a la mañana, cuando el bosque está recién despierto. Ella solo lleva una flecha consigo, junto a su arco. Los alces abundan en Potawatomi, y uno solo de ellos puede dar comida fácilmente durante una semana. Lo que Ixia relata es que ella busca al indicado, al que se ofrezca. Cuando encuentra a su presa, debe asegurarse antes de cazar que esta es la indicada, que esta es la que sabe que va a morir. Si uno caza con respeto, la población de alces no fluctúa, y siempre habrá para tomar. Nunca tomar más de lo que uno necesita. Además, ¿Que van a comer los lobos sí no?
    "Nadie sabe qué ocurrió con R.W Kimmer. Parece que nunca regresó de su viaje al norte. Quizá se lo comió un oso. O se resbaló en el hielo. El Emperador sabe que estaba un poco gordo." Estas fueron las palabras de Cornelius Clover en la entrevista sobre su controversial juicio por difamación al escritor desaparecido R.W Kimmer.  
    "Es extraño, pero yo lo se. Un buen cazador siempre lo sabe, ese alce que se detiene en medio de los árboles, mirando, congelado, viejo, aceptando lo que está por venir, indicando que sabe que su muerte dará comida para los niños que no tienen, solo ahí lanzo mi flecha, siempre respetando profundamente a quien cazo."  
    "Los árboles, tienen mucho para contar, ¿sabe'? No, no, en serio. No es que no quiero trabajar. Estoy ayudando a Betty la Roble a olvidarse de su ex-marido Ceil el arbusto... ¡Hey! ¡No me...! ¡Ixia! ¡Está bien está bien ya deja de arrastrarme! ¡Voy! ¡YUTAL AYUDA!"  
    "Para todo aquel lector que fue cautivado por estos relato' del origen de la vida, lo' invito a contárselas a sus sere' queridos, amigos o familiares. No tiene que ser relatada tal cual, lo mágico de contar historias es cambiar los detalles a gusto, pero que la esencia quede intacta. La historia de la Pachamama debería ser conocida mundialmente, y así poder cambiar nuestra relación con la tierra que nos rodea

    RUINED SETTLEMENT
    1502

    Founding Date
    1200-1300
    Alternative Name(s)
    El Pueblo de los Osos
    Type
    Village
    Population
    Menos de 500
    Inhabitant Demonym
    Orioní
    Sin embargo, una profecía aterraba a los sabios, donde decía que un hombre, lleno de codicia y resentimiento, libraría un poder que nadie podría controlar. Este hombre, claro, fue Windigo. Expulsado de la tribu por no obedecer las enseñanzas de Ixtal, siempre quitando más de lo que necesitaba, tratando sin amor al mundo a su alrededor, fue condenado a vivir solo en el bosque.   Allí, su cuerpo se deformó, su espalda se dobló y largas garras de sus manos salieron. Se transformó en un monstruo. Lleno de odio, Windigo quería destruirlo todo, vengarse por lo que le habían hecho. Una voz le susurro al oído, aprovechándose de la semilla de destrucción plantada en su ser.   "Puedes conseguir lo que quieras Windigo, hijo mío, solo debes liberar mi poder" escuchó de una gentil voz.   Y es así como el Gran Incendio empezó, donde hectareas y hectareas de bosque fueron quemadas, obligando a los Orionies a migrar para encontrar otras tierras. Windigo, con su nuevo poder, creó a sus descendientes, esculpidos del fuego mismo. Y los sabios sabían que algún día sus números serían tales que vendrían a por ellos, y siempre deben estar listos para aquella batalla, El Veldslagshk. Hasta el día de hoy se le dice a los niños que si no cuidan su entorno, El Windigo vendrá a buscarlos. Nunca falla en atemorizarlos."

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