BUILD YOUR OWN WORLD Like what you see? Become the Master of your own Universe!

Remove these ads. Join the Worldbuilders Guild

Halfdan, el Rey Bárbaro

Protector del Norte y los Páramos Frígidos

Conde Odín Aki Halfdan (a.k.a. El Fénix)

Velas negras.   Todos en el océano infinito temen a los piratas. Se les ha intentado erradicar de una u otra manera, pero siempre que una flota de algún imperio lo suficientemente soberbio se adentra en mar abierto, es poco a poco sagrada, hasta verse obligada a regresar con las manos vacías, y con muchos menos barcos. Es un territorio demasiado grande, dicen. Es mucho mar. Los piratas son muy buenos escondiéndose, dicen. Por cada uno que encuentres tres más te eludieron.   Los conflictos entre superpoderes tampoco han ayudado a ponerle un fin a esta plaga. Al fin y al cabo, si un barco pirata asalta a tu rival, ¿porqué deberías intervenir? En esta nueva era, desde el descubrimiento de Tyrath, la piratería aumentó considerablemente. Los mundos ahora están divididos por un enorme océano, y nadie puede contener a aquellos que deseen navegarlo.   Ser pirata también implica ser libre. No pertenecer a ningún dominio, a ningún conclave, a ningún Imperio. Es viajar por viajar, conocer por conocer, vivir por vivir. Es saber que el mundo funciona de una manera muy particular; a los fuertes todo se les dará, a los débiles todo se les quitará. Esa filosofía es la que llevaron en el corazón los vikingos de Steinntoft, las islas de piedra, durante muchos años. Hoy en día, estas islas son consideradas como el archipiélago de Dwindalia, donde se estableció Desembarco del Emperador.   En un principio, los grandes viajeros se instalaron en las islas de Tyrath para escapar de las batallas y los conflictos de Cadia, Borealis y Tal'Dorei. Piratas y navegantes fueron a parar al otro lado del mundo, mezclándose con los nativos, pastores y pescadores, para así formar a un pueblo de hombres y mujeres hechos del mar. Durante siglos se fueron extendiendo, hasta que en su apogeo, llegaron a tomar todo lo que hoy se refiere a Dwindalia, así como algunas partes del mar meridional. Algunos llegaron hasta Callidus, y se separaron de los pueblos del mar para crear grandes ciudades de piedra y hierro. Stormheld, "el fin de las tormentas", fue construida en esta época. A este pueblo, que alguna vez dominó todo el meridional, se le llamaba los Steinnfólk, u "hombres de piedra".   A la hora de la Gran Cruzada, los demonios arribaron primero a Tyrath, escapando de las armadas del Imperio, del Dominio y del Cónclave. Los Steinnfólk, no eran exactamente pacíficos, sino que vivían de la batalla, pero contra las huestes demoníacas, sus tecnologías primitivas y su nivel limitado de estudio arcano los llevó al fracaso. El mar meridional fue limpiado de asentamientos al paso de Abbadon, y mismo si rezaron por la ayuda de sus dioses, ninguno respondió al llamado de los hombres de piedra. Murieron en batalla, eviscerados contra las espadas llameantes, conflagrados en sus propios hogares, ahogados en un mar de sangre.   Se habla de algunos héroes de esta gente, pero hoy en día, no perduró ninguna de sus historias, pues ninguno tuvo ángéxito repeliendo a los demonios. Ellos no poseían primarcas, ni ángeles, ni guerreros legendarios. Lo que restó de los Steinnfólk escaparon fuera del camino de los demonios, ya sea al sur, al Reino de Severen, que era considerado el otro gran país nativo de Tyrath, o al norte, repartiéndose entre las culturas norteñas, desde los orioníes hasta los fanáticos de Kaer Held. Muchos escaparon lo más lejano posible, a un lugar que bautizaron Vinland, del otro lado de la Cuenca Skällde, para fundar el pueblo de Shalla, un santuario para los perdidos.   La mayor parte de los Steinfólk restaron en las islas de Steinntoft, moviéndose del camino de Abbadon y asentando enormes defensas alrededor del Castillo de la Penumbra, Haraldsunn. Durante años y años resistieron, hasta que el Emperador relevó la batalla, creando Desembarco y más tarde tomando todo lo que alguna vez fue el mundo Steinnfólk para sí. En su gran diplomacia, fue el primarca Fulgrim quien creó una alianza con los sobrevivientes de las islas de piedra, y su líder, Halfdan Konungur. Se dice que este hombre compartía sangre con Harlan el Bárbaro, el infame agitador que sembró el caos durante su corto pero terrífico reinado en las provincias de Vintas y Ademre. Si Halfdan era relativo de Harlan, muchos querrían justicia, ya que mismo si el Bárbaro fue derrotado en su época por el Barón Sylvers Rallis, antes de eso había sido responsable de la muerte de la Alta Taumaturga Sadha Vilaren, traicionada por sus mismos compañeros.   Fulgrim hizo desaparecer esta información, acusando esta conexión de ser absurda y falsa, y silenciando a quienes la repetían. Si estos rumores llegaban a oídos de Derrick Vilaren, hijo único de Sadha y Dedo índice de la Asamblea de Hechiceros del Dominio, podrían llevar a un conflicto mayor, sobre todo después de la desafortunada muerte de Eärendil el navegante a penas unos meses atrás. De esta manera, Halfdan fue incorporado al Imperio como aliado.   La diplomacia, sin embargo, no dura en las islas de piedra. A los fuertes, todo se les dará, a los débiles, todo se les quitará. Un año antes de terminar la guerra por el amanecer, cuando incluso el mismísimo Emperador seguía en pie, comenzaron las incursiones. Primero, fueron pequeñas, un barco por aquí, un pequeño asentamiento por allá. Luego, con el tiempo, se tornaron más y más grandes. Con la muerte del Emperador, la asunción de Fulgrim a Protector del Imperio, las guerras territoriales en el sur y el este, nadie tenía cómo detenerlos. Así, se pasó medio siglo de los Años de Ceniza, con los hombres de piedra redando y robando, siempre con precaución de no llamar tanto la atención, escondiéndose en la sombra de otros conflictos.   Halfdan murió, eventualmente, de una picadura de abeja. No habían abejas en esas islas, y fue una de sus exitosas incursiones que lo llevaron a tomar un panal de un barco mercante. Lo picaron dos o tres veces, cosa que probablemente nunca se haya percatado, con lo fuertes y duras que eran sus manos. Resultó que era alérgico. Murió en su cama, horas más tarde, negándose a ser visto por sus médicos por miedo a verse débil frente a sus súbditos. Cuando lo encontraron asfixiado entre sus sábanas, creyeron que fue envenenado. Su hijo de trece años, también llamado Halfdan, asumió por a penas dos meses, para luego ser degollado por su tío, Harkan, que reinó por casi un año. Fue destronado por una familia rival, que al tomar el trono llamaron al nuevo rey Halfdan, para evitar confusiones y darle algún tipo de legitimidad frente a los hombres de piedra.   Estas payasadas continuaron durante años y años, reduciendo el número de redadas e incursiones por un tiempo; cada vez que un nuevo rey tomaba el trono de piedra, sin embargo, los barcos vikingos salían nuevamente, ya que lo único que podía proponer un nuevo dirigente era la gloria del combate. Muchos dicen que Ozen el Inquebrantable tuvo algo que ver con la disidencia política de Steinntoft, ya que era su deber el de controlar el tránsito del Océano Infinito durante los grandes conflictos del siglo XV, y aquellos piratas no le hacían bien a nadie. Vencerlos en combate era posible, pero sin duda costoso, y darles un enemigo en común era una mala estrategia. Se dice que fue él quien encantó aquel panal de abejas para portar un veneno terrible; se dice que él comunicó entre sueños a Harkan que destronara a su sobrino.   Existe la posibilidad de que esto no sea más que las excusas que los Steinnfólk inventan para justificar sus caóticas acciones.   Eventualmente, se llegó a una paz entre las islas de piedra y el Imperio bajo la jurisdicción del Apotecario de Política Otto Leman Von Russ, que otorgó al Halfdan de turno el título de Conde. En un principio, la nobleza imperial creyó que esto era una locura, una vergüenza incluso. Uno puede vestir a un perro, pero siempre será un perro. Al pasar lo años, esta decisión política se mostró más valiosa de lo que algunos le darían crédito, creando algún tipo de orden en el nuevo Condado de Halfdan que no había previamente. Hoy en día, es considerado la capital de todos los Páramos Frígidos, que son según el decreto imperial territorios del emperador.   Casi doce años duró el primer Conde Halfdan, antes de, predeciblemente, ser destronado por otro vikingo, más joven, más fuerte, más hábil y sobre todo, más carismático. Aquí entra en juego el corriente Conde Halfdan, considerado por su pueblo el Rey Bárbaro, y por el mundo entero como el pirata más buscado de los siete mares. Poco se sabe de dónde vino, pues su acento no es nativo de las islas de piedra, y su contextura es lánguida y debilucha en comparación a los enormes vikingos de los Steinnfólk. Su reputación, sin embargo, lo precede.   Durante los últimos quince años, viajó por el mundo bajo las negras velas de su abominable barco, el Garathor. Más que un navío, parece un cruce entre hierro oscuro y el cadáver de una criatura marina. Se dice que fue creado por el mismísimo Hacedor de Barcos, Cidrán, a punta de espada. Sin que el pirata se de cuenta, sin embargo, y como venganza por haberle amenazado, se dice que Cidrán reanimó a la bestia marina para que hunda el barco en medio del mar, y consigo al insolente joven, que para ese entonces no tendría más que veinte años. La sorpresa que se llevó el pedante elfo cuando Halfdan domó al monstruo y lo obligó a obedecerle, así partiendo con su barco monstruoso para aterrorizar a medio mundo.   Las historias del rey pirata, como le llaman, van desde las costas de Markett hasta Solstein. Van desde lo más profundo de la Caída de Abbadon hasta la última isla de Yementtor, y mientras su predecesor, el anterior Conde Halfdan, normalizaba su condado y hacía las paces con el Imperio, el pirata se hacía famoso. En esos tiempos, todavía iba por el nombre que su madre le había dado. Un nombre antiguo, demasiado alteño para hijo de una esclava, pero sin duda llamativo. Sus hermanos, ninguno biológico, claro, lo cargarían toda su vida con una pequeña maldad.   Odín, el hijo de puta.   De esta manera, se conoció al capitán del Garathor como Odín, sin apellido, pues ninguno de sus hermanos sobrevivió a la adultez. Se dice que su padre era un noble de poca monta, descendiente de algún antiguo Rey Pirata, llevando en la sangre una técnica de fuego negro que al día de hoy es única en manos de Halfdan. Este padre olvidado fue alguna vez famoso por sobrevivir a una terrible tormenta. Mismo con el dinero de su antepasado y la fama de ser un buen navegante, sin embargo, logró patinarse su fortuna en prostitutas y alcohol.   Al morir su madre de tifus, Odín quedó solo con seis hermanos y un padre odioso, fracasado, bueno para nada. El último de una línea de hombres poderosos. Doscientos años diluyen cualquier sangre, y del viejo Rey Pirata nada restaba en aquel patético hombre. En eso tenía mucho que ver con los Steinnfólk, que le dieron asilo, al llegar con su dinero y sus mujeres, y su fama de haber sobrevivido a la peor tormenta que Calgar levantó en los últimos cien años.   Hipérbole. Qué sabrían los abióticos vikingos sobre las tormentas que el señor de las mareas puede conjurar.   Odín vivió sus años en una casa vacía, con hermanos que lo odiaban por ser diferente, y un padre que los odiaba a todos por igual. De alguna manera, fue un alivio que el viejo se ahogara en el Río Anthur, luego de ser expulsado de una taberna en Zelta. Nunca regresó a cuidar de sus hijos, todos varones, que eventualmente tuvieron que tratar con sus propias vidas. Dos murieron de hambre, dos en la guerra, dos en el mar.   Muchas veces ha contado Odín que fue él quien llevó a la muerte de sus seis hermanos mayores. Nadie puede confirmar esto, como muchas de sus increíbles hazañas.   Se rumorea que mató a su primer hombre a los cinco años, con un cuchillo mal afilado. Que se lanzó del pico del Talón hasta las aguas de la Expensa y sobrevivió. Que peleó mano a mano con un Chuul y venció. Que era parte de la Marina Élfica, mismo siendo un simple humano, y que le expulsaron porque se acostaba con su Vice-Almirante. Que nadó todo el Mar Meridional, desde Baluarte hasta Hygge.   Se dice que robó las gemas de la corona de la Reina Démeter. Que viajó hasta el centro de la Caída de Abbadon. Que asaltó el Caliphato de Zain por órdenes de Von Strähd y mató a la mujer del Caliph. Que secuestró a una princesa élfica y le mostró el mundo más allá del Cónclave, tanto así que ella nunca quiso regresar.   Pero ninguna de sus hazañas se compara con la historia que lo llevó a ser Conde Halfdan, el Rey Bárbaro. Se cuenta que después de años y años viajando, decidió regresar a aquel pueblo, cerca de Steinntoft, donde su padre los había abandonado, a él y a sus hermanos. Allí había crecido, al fin y al cabo, y mismo si siempre sería un forastero por su acento, le reconocían por su reputación. Hizo una breve parada en su casa, ahora una ruina, quemada en algún accidente olvidado. Allí cuentan que lo vieron por primera vez, pálido, con labios azules del frío, pero derecho y sonriente.   Algo había hecho en su último viaje, que le costó un ojo. Llevaba un parche de cuero rojo, como una cicatríz de sangre atravesándole la cara. Y con esa ímpetu, marchó hasta la corte del Conde. Entró por las puertas con una tripulación de magos locos y mudos sonrientes, de monjes arrepentidos y paladines desamparados, de sacerdotes torturados y druidas colgados. Consigo trajo riquezas, y pagó a todos a los que encontraba con dinero de todas partes del mundo, gemas brillantes y armas únicas.   Así, llegó hasta la corte misma, donde su encanto lo llevó lejos. Contó de sus aventuras en la Caída de Abbadon, de sus incursiones en la Jungla de Katacan, de sus viajes en las tierras antiguas y su parada en la Ciudad del Cosmos. Habló de como encontró las ruinas de Icaton y se adentró en sus ciudades enterradas, de como tocó el mismísimo núcleo prismático, y perdió un ojo viendo verdades que nadie podría aguantar.   Trajo inmediatamente varias arcas llenas de artefactos, desde una hacha de viridán hasta una armadura de mitril. Dijo haber viajado más allá del mundo, haber conocido ángeles y demonios, haber comprendido finalmente cómo funciona el mundo. Y con eso, miró a la corte, su sonrisa casi desgarradora, y les preguntó:   "Y ustedes, grandes Steinnfólk, ¿qué han hecho esta última década? Os he contado mis logros, ¡ahora deseo escuchar los vuestros! Estoy seguro que serán increíbles, como lo ameritan las islas de piedra" y su mirada tuerta se detuvo en el Conde Halfdan, en su trono.   Cuando todos se quedaron mudos. Alguno que otro explicó los años de paz, la alianza con el Imperio, el territorio que ahora controlaban. Odín miró a su alrededor. "¿Nada, entonces? ¿Se han simplemente arrodillado frente al Imperio? No han tomado, no han robado, no han traíd gloria..." dejó pasar unos segundos "¿también mean sentados, ahora?". Con eso, la furia del Conde Halfdan no pudo contenerse, y mandó a sus guardias a que lo detengan.   Eso era lo que Odín estaba esperando. En defensa propia, sacó sus espadas gemelas, y con un movimiento, cortó por entre los dos hombres como si fueran manteca, dejando detrás suyo un trazo de fuego blanco y negro, único, pasado de generación en generación desde las épocas del Rey Pirata. El fénix favorecía a Odín, y mismo siendo hijo de una prostituta, había heredado el poder de las runas. Cuando los demás vieron su poder, tornaron la mirada al Conde. A los fuertes todo se les otorgará, a los débiles todo se les quitará.   Halfdan no tenía otra que luchar por su nombre. Por su título. Por su hogar. Y así fue como el monstruoso conde, fuerte en tiempos de paz, se mostró como el verdadero guerrero que era. Un soldado en un jardín, más que un pirata en una corte. Levantó su hacha y batalló contra Odín, con gran ímpetu y mayor voluntad. El huérfano, sin embargo, tenía consigo tantos trucos. Había aprendido magia de los hechiceros más poderosos del mundo. Había estudiado la espada de los maestros de la blasfemia. Había dado su ojo por conocimiento, que ahora lo hacía intocable. Veía venir todos los movimientos del noble vikingo, y lo dejaba tambalear, como un viejo inútil, frente a su agilidad.   Eventualmente, luego de gritarle a los Steinnfólk "¿¡Este es vuestro rey!?", tomó de la cara al conde, y se quitó el parche. En un instante, miró ojo a ojo al viejo guerrero, y le permitió ver más allá. Una llama imperecedera. Una ambición inmesurable. Un futuro crepuscular. Solo bastó un segundo para que Halfdan se rasguñara los ojos hasta quitárselos, en gritos de frustración y dolor.   "Pobre viejo" susurró el pirata "Nunca volverás a ver un trono." Y cruelmente, lo ató en cadenas, antes de arrojarlo en la Torre del Muerto, para que sufra las torturas de aquel lugar. Sin rivales que lo desafíen, el nuevo Halfdan marchó lentamente hasta estar al lado del trono de piedra, y mirando a los Steinnfólk, lanzó un hechizo para deshacerlo. Aquel milenario trono, por el cual miles de vikingos habían muerto, ya no era más.   "Un verdadero rey... no necesita ni trono ni corona. Solo una tripulación. ¿Quiénes de aquí quieren hacer de las Islas de Piedra lo que alguna vez fue?"   Y así, nadie lloró por el viejo rey. La fuerza lo es todo, y una flota se alzó al comando de Halfdan. De esta manera, los llevaría a la gloria, a la muerte en batalla, que los Steinfólk creen los conduce al Valhalla por las aguas de Calgar.   Odín no cree en esas cosas, claro.   Si hay algo que aprendió en todos sus años viajando, es que ningún dios responde a las plegarias. Solo humanos. Nadie posee la salvación, no habrá vida eterna. Solo oscuridad, y la profundidad del abismo de aquel ojo tapado. El poder solo reside donde los hombres deciden que reside, y no en las manos de algún indiferente Dios.   Ahora, cuando un marinero reza, reza por que Halfdan y sus Steinnfólk no los encuentren en medio de la noche. Y rezan, también, cuando ven aquellas velas negras, por que sus muertes sean rápidas, y sus dioses misericordiosos.   Halfdan no lo es. Todo lo hace por un propósito. Toda acción tiene su reacción. Ve presente, ve pasado, ve futuro. Y poco a poco, se acerca a la era del crepúsculo. Poco a poco, el ocaso llegará a todos.   "Soy la primera y la última tormenta. Tomen mi mano, y veamos una Era de oscuridad cernirse sobre nuestras efímeras vidas. Todos verán, todos verán, la Llama de mi Ambición."
Una cara imaculada, una mirada penetrante, una sonrisa pícara. Su pelo negro, mojado y grasiento, su barba poco cuidada. Es la promesa de una noche inolvidable, es la aventura del mar. Es un hombre sin reglas, el clásico atractivo del peligro. Pero debajo de aquella máscara, se esconde un ojo abisal, una ímpetu asesina, un pensar psicótico. Una llama de ambición.
Divine Classification
Heraldo
Age
31
Children
Sex
Hombre
Eyes
Su ojo visible es azul como el cielo, profundo como el mar. Su otro ojo, debajo del parche; nadie sabe con certeza.
Hair
Su pelo es largo y negro, pero por más que lo lave, nunca podrá quitarle la sal marina que lo mantiene innaturalmente fijo.
Skin Tone/Pigmentation
Su piel es pálida, como quien nadó mucho en el mar.
Height
1,74 cm
"El antiguo Conde Halfdan había llegado a un complicado acuerdo con el Apotecario de Política Otto Leman Von Russ, pero como todos los tratos del Canciller, siempre favorecían al Imperio. Al fin y al cabo, Dwindalia podría destruír las islas de piedra si así lo deseaban, pero las fortificaciones de los Steinnfólk y el enorme castillo de Steinntoft aguantarían durante años. Era simplemente inviable. Sin embargo, Leman estaba dispuesto a tomar esa decisión si significaba terminar con los ataques en el Océano Infinito.   Le propuso a Halfdan un trato por el cual se le otorgaría el título de Conde y control absoluto sobre los enormes territorios de los Páramos Frígidos, que, siendo honestos, nadie podría mantener realísticamente, además de permitirle atacar los navíos que no lleven el sello imperial."
Cuando era pequeño, no teníamos mucho para comer en casa, ¿sabes? ¿Alguna vez siquiera has pasado hambre tú? Oh, no se lo deseo ni a mi peor enemigo, chaval. Es como... es como devorarte por dentro. Joder, me voy de tema.   El punto es que, en una de esas que intentabamos robar algo del mercado, me atrapó este tío, este, este monstruo, ¿comprendes? Una criatura de... de tres metros, y, y, y estas, estas cadenas, deberías haberle visto chaval, que no podía más de la risa viendole la cara.   En fin, este monstruo me levantó de, de una sola mano, ¿sabes? Así, dejame mostrarte. Me levantó así... ay joder que gritas mucho, ¿no te parece? No te mueras que todavía no te conté la mejor parte. Mira me levantó así, me torció la mano, y en un movimiento me partió el codo, ¡Así!   Ah, ¿duele, verdad tío? Oh, pero lloras más que yo a los siete. Definitivamente no recordaba tanto llanto. Oh mira, mira, se te está poniendo todo rojo el codo, waaaaa, ese ángulo sí que es guay. Bueno, como te decía... Espera, ¿has caído inconsciente?
Una vez, encontré este pequeño librillo, ¿sabes? Un cuentillo así que le cuentan a los niños. Se llama la Torre de Babel. Oh, como me encantaba. Contaba la historia de esta civilización, antigua, muuuy muuy antigua, que construía esta torre... ¿hasta ahí vamos bien tía? Oh, no te voy a mentir, te ves muy mona así colgada.   Bien, entonces, alzaban esta torre, ¿verdad? Y poco a poco, se acercaban cada vez más al paraíso. Era alta, muuy alta, y se construía sobre los cadáveres de sus trabajadores. Así, brutal, no era mucho un cuento para chicos, ¿eh? Joder, es que los Ylm estaban medio locos, no te voy a mentir. Bueno, el punto es que, siguieron subiendo, y subiendo, y subiendo, hasta que se encontraron con las puertas del paraíso. Allí, siete bestias les esperaban, con armas de todo tipo. Sí, una de las armas que tienes tú, ¡muy bien!   Joder, eres inteligente eh, y no gritas para nada. Mucho mejor que el último chaval. Bueno, te estaba diciendo, estas armas, eran las armas de Dios, y a Dios no se lo desafía así. La torre de Babel era eso mismo, un desafío. No importa el sacrificio de los mortales, ni el dolor, ni el sudor, ni nada. No no, era un desafío. Y así, las siete bestias tiraron la torre abajo en un santiamén, dejando nada más que ruinas, sobre polvo y arena. Moral de la puta historia, ¿ínteresantes armas, los Ícaros, no? Bueno, ahora te toca a tí.   ¿De donde has sacado al Embajador?

Remove these ads. Join the Worldbuilders Guild

Comments

Please Login in order to comment!