La Leyenda de Johane y el Dragón

La leyenda de Johane y el Dragón es la historia épica que recuenta los eventos de la caída del Dragón Tirano, Shast el Terrible, luego de la conquista de las tierras salvajes. Al ser la primera gran hazaña de Tyr y su grupo después de fundar el Imperio, la leyenda se consolidó muy rápido por todo el territorio.   El Gran Shast, de lo que se sabe, era un titánico dragón rojo que se asentó, viniendo de más allá de las islas del Mar Numrial, en las Montañas de Emon, las más altas del Imperio. Este, al ser todavía joven, no podía defenderse contra tal monstruosidad. Shast lo sabía bien, y pedía tributo todos los días de los pueblos cercanos. Uno de estos se negó, y durante la misma noche, ardió en llamas del infierno. Se lo llamó entonces el Tirano, ya que, todos los días, hombres, mujeres, niños y ancianos debían ofrecerse en tributo para preservar su comunidad.   Falkreach, Genk, Bahía Blanca, Singor, Puerto Mali... todas estas ciudades y varias más debieron sufrir este trato. Las armadas del Imperio hicieron lo que pudieron, pero fallaron estrepitosamente. Tyr no estuvo disponible cuando apareció el dragón, ya que estaba en medio de un peregrinaje religioso al monte Malasi, una tradición elfa, junto con su grupo más cercano de comandantes, y claro, amigos.   Vale la pena presentar a cada uno de los actores por separado, dándoles el lugar que merecen. Todos acompañaban a Tyr en este viaje, y todos se aventuraron luego de ello a las Montañas de Emon para terminar con el Dragón Tirano. Primero, Iremir Nightborne, el Gran Elfo, el Montaraz. Esta figura legendaria es conocida como el héroe de los elfos, quien se unió, junto con sus hermanos, a Tyr, y lo ayudó a conquistar lo que se volvió el Imperio. Muchos dicen que sin Iremir, los Dwindal nunca hubieran podido avanzar de Zephra. Luego de la conquista, invitó a Tyr y sus otros grandes amigos a hacer el Peregrinaje a Melasi con él, un honor que pocos dan, y menos reciben. Fue por esta razón que Shast pudo asentarse sin problema: quienes podían desafiarlo estaban perdidos en las praderas de Dwindal.   Luego de Iremir, tenemos a Vulcan Kegrimar, el héroe enano de Duregar. Este individuo tiene una historia extensiva antes de conocer a Tyr, pero de ella no se habla mucho, ya que poco se sabe, y los enanos no comparten información a la ligera. Se habla de como el Conquistador y el Martillo de Magma se conocieron en combate. Las armadas de Dwindal estaban siendo perseguidas, al final de la conquista casi, en los páramos, por un grupo terrible de orcos y otros monstruos. Algunos dicen que estos eran los antecesores de quienes se volverán la Turba Monstruosa. Vulcan y su escuadrón de enanos, sin embargo, salvaron a Tyr y a Iremir de este grupo vicioso, y, un mes más tarde, el Conquistador se lo devolvió ayudándolo a matar a un Señor del Abismo que se había materializado en las profundidades de Duregar. Se hicieron entonces muy amigos. Vulcan aceptó dejar su ciudad y entrar al Imperio como embajador para Duregar, cuando terminó la conquista. Se dejó, claro, la ciudad como independiente, principalmente por la relación entre Vulcan y Tyr.   Por último, además de Tyr, tenemos a Johane, la protagonista, si se puede decir así, de esta leyenda. La chica era nativa de Eva, un pequeño pueblo al lado de las montañas de Shast que fue asediado durante tres semanas por Tyr y sus ejércitos, sin éxito, durante la conquista. Johane era la líder de dicho pueblo, y decidió desafiar al Conquistador a un duelo singular para salvarse de aquella situación, ya que después de tanto tiempo, Eva comenzaba a sufrir el aislamiento. Tyr, extrañamente, aceptó, queriendo conocer a esta fabulada heroína. Se encontraron en el crepúsculo, y lucharon ferozmente durante un largo tiempo. Nunca se decidió un ganador, ya que el duelo fue interrumpido por un intento de asesinato a Tyr, por parte de uno de sus mismos diplomáticos. Se cuenta que Johane lo salvó, tirándolo al piso y recibiendo el dardo envenenado por él. Se levantó, luego de eso, y, furiosa por que hayan interrumpido su duelo, persiguió a aquel asesino y lo molió a golpes. Luego de eso, Tyr decidió tratar a la heroína, salvándole milagrosamente. Muchos dicen que aquel veneno era el más fuerte de todos: Lágrimas de Gorgona. No se sabe cómo resistió Johane lo suficiente como para recibir el antídoto a tiempo. Se la llamó entonces la Indomitable, y Tyr llegó a un acuerdo con ella: lo acompañaría durante su conquista, y Eva se mantendría independiente. Así fue entonces como Iremir, Vulcan, Tyr y Johane se conocieron, luchando por la misma causa, en diferentes momentos. Se volvieron inseparables, y se los mencionaba como los Invencibles, ya que con todo podían.   Juntos, los Invencibles derrotaron al Kraken de Tal'Dorei, que acechaba las costas desde siempre. Llevaron la conquista de Tyr casi solos, derrotando a caudillos y jefes regionales. Mantuvieron el orden en el Imperio cuando se creó, y durante todo su primer año, que fue casi imposible de manejar. Se dice que sin Los Invencibles, no habría Imperio. Al final de este fatídico primer año, necesitaban un descanso. Fue entonces que Iremir los invitó a hacer el Peregrinaje con él.   Los personajes, tanto como los precedentes, se pusieron en lugar a la vuelta de aquel peregrinaje. Johane volvió a Eva para encontrarla completamente destruida: fue aquel pueblo que se resistió cuando llegó el dragón. Transfigurada con rabia, convocó a los Invencibles nuevamente. Vulcan estaba preparándose para volver a Duregar, donde lo esperaba su gente, pero al escuchar la llamada, acudió de inmediato. Iremir, luego de aquel viaje religioso, estaba preparado para tomar su lugar nuevamente en el Consejo de Tal'Dorei, como líder, pero también, acudió. Tyr, que debía rendir cuentas de Emperador, dejó todo de lado para asistir a aquella reunión, casi un dos años después del final de la conquista. Todos aceptaron que aquel dragón no podía seguir haciendo lo que hacía. Se dispusieron a aventurarse en las montañas de Emon, para encontrarlo, cuando ningún batallón pudo, y terminar con su tiranía.