Los Dioses Exteriores, junto con los Antiguos con los que a veces se confunde a los Dioses Exteriores, son seres cósmicos antiguos e inescrutables. Los Antiguos son monstruosidades titánicas encarceladas desde tiempos inmemoriales bajo el mar, en las profundidades del mundo o en otros planetas, pero los Dioses Exteriores son aún menos comprensibles. Estas entidades incomprensibles acechan en el Tapiz Oscuro -el vasto vacío entre las estrellas del Plano Material- y empequeñecen a otras deidades, al igual que éstas empequeñecen al común de los mortales. Adorar a estos dioses es reconocer una fría verdad: el universo no tiene sentido. Todas las cosas que las civilizaciones mortales aprecian -virtudes, deidades, grandes obras- son cosas que esos mortales han inventado para distraerse de su propia insignificancia. La historia es una mentira reconfortante contada porque los mortales tienen miedo a la oscuridad. El universo es inconmensurablemente vasto, más allá de la comprensión, y no se preocupa por la vida. En última instancia, todas las criaturas están solas, sin luto y sin amor. Y como la vida no tiene sentido ni propósito, la autocomplacencia y el nihilismo son las únicas respuestas racionales