Yreford

Las familias nobles de Yreford se componen exclusivamente por humanos. El resto de la población, sus subordinados, es una mezcla entre humanos y enanos. Yreford es tradicionalista, y subsiste gracias a la agricultura y ganadería a orillas del oasis. Las caravanas comerciales suelen estar más centradas en transportar artículos de importación para la clase alta que otros suministros.

El Conde de Yreford es la mayor autoridad dentro de él. Actualmente, ostenta ese cargo Fresnel del Cerro. El resto de familias nobles ejercen presión sobre él, y hay quien diría que alguna tiene incluso más papel del que se cree.

Yreford era una excepción dentro de los asentamientos de las Islas durante la era colonial, ya que fue el único que no se creó para alojar a trabajadores, sino como sitio de recreo para comandantes y terratenientes. En los círculos de clase alta de Dammascus, se hablaba del Archipiélago Occidental como un lugar exótico y rebosante de maravillas y lujos; muchos comerciantes vieron una oportunidad de negocio y crearon alojamientos en un oasis del desierto de Vild. Estas casas sirvieron de lugar de retiro para comandantes y fuerzas del orden que residían en las Islas, así como lugar de vacaciones de diversas familias nobles. Algunas de ellas hicieron de Yreford su residencia permanente, llevando consigo a sus sirvientes.   Repleta como estaba de comandantes Dammasquianos, Yreford fue un bastión enemigo durante buena parte de la Guerra de la Independencia. Sin embargo, algunos, viendo la derrota aproximarse, decidieron aprovechar la ocasión y tomar la iniciativa. Con una sorprendente maniobra, un buen número de familias nobles, liderada por la familia del Cerro, levantaron a los sirvientes de las casas de los comandantes más importantes contra ellos, matándolos, y proclamaron a Yreford liberada. Esto bastó para convencer a Hipatio de Lindgar, y no hizo ningún ademán enfrentarse contra los nuevos dirigentes de Yreford, la familia del Cerro. Pese a los años que han pasado, aún hay muchos que ven a la familia del Cerro como unos traidores oportunistas, y otros, como valientes y espontáneos.