Desierto Ceniza

Fragmentos recogidos de los testimonios de algunos supervivientes del desierto.   "[...] Después de tantos años, por las noches sigo creyendo verlo de reojo. Una figura humanoide, inmóvil, con un sombrero ocultando su rostro. Demasiado lejos para hacerme nada, demasiado cerca para perderme de vista. Esperando, hora tras hora, que el calor y el agotamiento me hagan caer rendido. Como un sediento asesino de sangre fría [...]"   "[...] Por fin había conseguido llegar a una de las cuevas del desierto. El sonido del río subterráneo era música para mis oídos. Me refresqué con el agua y llené mis cantimploras. Fue entonces cuando alcé la vista y no pude creer mi suerte: ¡Un Trapinch! Y lejos de arena con la que hacer sus sucias trampas. Por fin tendría mi dragón... o eso pensé, hasta que vi de cerca que era otro repugnante Joltik. ¡Quiero un Flygon, leñe!"   "[...] tener el poder de sentir la mente e intenciones de cualquier bestia antes de que ataque, te puede volver algo imprudente; por eso me acerqué sin miedo a la pila de huesos. De no ser por la rápida reacción de Gardevoir, habría perdido más que mi brazo aquel día. [...]"   "[...] Te juro que lo vi; estaba allí, como si fuese el gobernante del desierto, como si nada le importase, imponente y majestuoso con su pelaje azotado por el viento. ¡No era un espejismo, estoy convencido! ¿Qué? ¡No! No era un sueño, no estoy loco; ¿Por qué no me creéis?"   "[...] Me desperté y eran más de las 12 de mediodía del día siguiente. Algunas de mis pertenencias habían desaparecido y la tormenta arreciaba desde el Este. No me paré a mirar a mi alrededor más de lo necesario; corrí como Gengar que lleva el diablo y conseguí llegar por los pelos a un refugio en la linde de la montaña. No fue suerte; cuando me desmayé estaba en medio del desierto y es imposible que no me despedazase algún Pokemon ni que recorriese más de 10 Km inconsciente. [...]"   "[...] Sus alas eran gigantescas; aunque era una noche oscura y sin luna, se veía a la perfección; ese pájaro se abalanzó contra la arena en picado, sin titubear. Se hundió en ella como si fuese agua y salió de ella desplegando sus alas y agarrando a su presa mientras la mitad de su cuerpo inerte caía contra el suelo. En cuestión de minutos los trozos de carne manchaban el suelo y la bestia y su séquito de pájaros se concentraban en acabar con los restos que quedaban. Estaba petrificado, suplicando que alzasen el vuelo y no me viesen [...]"