Ciudad Férrica
Demografía
Con el turismo en auge, las empresas e industrias más importantes quieren llevarse su trozo del pastel sin importar cómo. Debido a la homogeneidad de la ciudad, la publicidad es el mejor método para abrir un hueco en la mente del consumidor y captar su atención; pero esto conlleva el cierre de las pequeñas empresas que no pueden soportar las grandes inversiones en publicidad.
Por otro lado, los artesanos y constructores pierden poco a poco su hueco en la ciudad. El que no trabaja en la mina o se ha sometido ante las grandes empresas para ganarse su favor o no ha tenido más remedio que acudir a trabajar en los puertos; siendo una mano de obra barata y bastante explotada.
Esta situación ha llevado a un abismo entre las clases sociales; las grandes empresas poseen grandes propiedades y ganan sumas hilarantes de dinero al día, los trabajadores de estas grandes empresas se pueden permitir algunos lujos pero les ponen muchos impedimentos para escalar en su puesto de trabajo y los trabajadores del sector portuario y minero, con salarios mediocres y trabajos cargantes, apenas pueden subsistir; por ello, el sistema de gobierno de la ciudad proporciona subsidios a todo trabajador de dichos sectores.
Historia
La ciudad comienza como un pequeño asentamiento mediante el cuál los primeros colonos se abren paso a través de la isla. Con el aumento de la población y el establecimiento de nuevos asentamientos, la antigua ciudad adquiere suficiente poder como para ganarse el favor del Imperio de Kanto. Poco a poco la ciudad crece; y con ello sus aspiraciones. La minería, mano de obra y el comercio marítimo alimentaban a la población aunque existían diferencias muy marcadas entre las diferentes clases sociales. Hoy en día el turismo y el comercio global se han convertido en los pilares de la economía de la ciudad.
Arquitectura
"[...] De la madera al fuego, del carbón al metal, del hierro al cristal."
Ciudad férrica está construida sobre kilómetros de cemento; de ellos nacen, en perfecta armonía, cientos de rascacielos que miran hacia el océano. Los grises y blancos de los edificios generan una monotonía monocromática que sólo se rompe por los contrastes de los monumentos más antiguos que aún se preservan en la ciudad. Las calles centrales, bulliciosas y con acceso directo al mar, se inundan de publicidad llamativa en pancartas y televisores gigantes que incitan a las compras y el consumo. El puerto y el paseo marítimo, centrados en la fiesta y la diversión, ofrecen uno de los mayores surtidos de bares y discotecas de toda la región. Los suburbios, por el contrario, ofrecen un ambiente de calma y serenidad conservando los colores blancos y grises tan característicos de esta ciudad.
Aunque es un lugar perfecto para la juventud y las grandes empresas; esta ciudad conserva la chispa de un pueblo trabajador que intenta convivir con la tecnología y el progreso.
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