Sat Arr-Kah

Dios del Tiempo y Dador de Fortuna   Sat Arr-Kah es uno de los Olvidados, dioses que surgieron tras los conflictos entre dragones y gigantes en la era primigenia. Bajo su guía, los primeros pobladores de Tír nan Ryu fundaron Aurora Lux, una civilización que prosperó gracias a las enseñanzas de estos dioses. Con el tiempo, sin embargo, los ciudadanos cayeron en decadencia, llevando a la destrucción de su civilización y al Ocaso de los Dioses.   Sat Arr-Kah es único entre los Olvidados, pues es el único cuya muerte está confirmada, lo que hace su legado aún más impactante y trágico.   Sat Arr-Kah se presenta como una figura envuelta en un manto oscuro que parece hecho de la misma esencia del tiempo. Su cabello y barba, plateados como la luna, fluyen con un movimiento etéreo, y sus ojos, profundos y enigmáticos, reflejan un conocimiento infinito y el flujo constante del tiempo. Lleva un reloj de arena dorado, cuyas arenas nunca se agotan, simbolizando su dominio sobre el tiempo. En su otra mano, sostiene un bastón adornado con runas antiguas que brillan débilmente, otorgando fortuna a quienes son dignos. Un aura de misterio y poder lo rodea, destacando su rol crucial en el equilibrio del destino.   Como dios del tiempo, Sat Arr-Kah tenía la capacidad de controlar y manipular el flujo temporal. Su reloj de arena dorado era un símbolo de su poder, permitiéndole influir en eventos pasados, presentes y futuros. Además, como dador de fortuna, podía otorgar suerte y prosperidad a aquellos que consideraba dignos, utilizando su bastón adornado con runas antiguas.   Una de las leyendas más destacadas sobre Sat Arr-Kah es su intervención en momentos críticos de la historia de Aurora Lux. Se dice que en tiempos de gran cambio y turbulencia, su presencia se hacía evidente, guiando el destino de la civilización. Antes del Ocaso de los Dioses, Sat Arr-Kah tomó dos aprendices, preparando a la próxima generación para mantener el equilibrio temporal. Esta acción se tornó crucial, pues con la caída de Aurora Lux, Sat Arr-Kah también encontró su fin, un hecho confirmado y llorado por los pocos que aún conocían su historia.   El culto a Sat Arr-Kah era uno de respeto y reverencia, especialmente entre aquellos que comprendían la importancia del tiempo y la fortuna en sus vidas. Los templos dedicados a él eran lugares donde los sabios y estudiosos meditaban sobre el flujo del tiempo y buscaban su guía para tomar decisiones importantes. Los rituales incluían la observación de relojes de arena y la invocación de runas antiguas para atraer la buena fortuna.   Con la confirmada muerte de Sat Arr-Kah, su legado persiste a través de sus dos aprendices. Estos individuos, elegidos por su potencial y devoción, continúan su labor, manteniendo el equilibrio del tiempo y otorgando fortuna según los principios de su maestro. Su existencia es un testimonio del impacto de Sat Arr-Kah, y su trabajo asegura que su influencia no se desvanezca por completo, a pesar de la desaparición de su culto.   Aunque Sat Arr-Kah ha fallecido, su impacto sigue siendo tangible. Sus aprendices, ahora custodios del tiempo y la fortuna, son una constante recordación de su legado. Se dice que en momentos críticos, aquellos que sienten un cambio súbito en su suerte o una percepción del tiempo alterada están sintiendo la influencia de estos aprendices, guiados por los principios de Sat Arr-Kah.   Sat Arr-Kah enseña la importancia de comprender y respetar el flujo del tiempo. Sus historias enfatizan que el tiempo es una fuerza poderosa que puede moldear el destino de individuos y civilizaciones. Además, como dador de fortuna, subraya la necesidad de ser digno y merecedor de la buena suerte, enseñando que la fortuna favorece a los preparados y a los sabios.   El legado de Sat Arr-Kah continúa a través de sus aprendices, quienes mantienen vivas sus enseñanzas y principios. Su mito ofrece lecciones sobre la importancia de la paciencia, la sabiduría y el entendimiento del flujo temporal, recordando a las futuras generaciones que el tiempo y la fortuna son fuerzas que deben ser respetadas y manejadas con cuidado. La confirmación de su muerte añade una capa de solemnidad y reverencia a su figura, destacando la trascendencia de sus enseñanzas y el impacto duradero de su vida y muerte.