El de los mil saberes
Miembro del Concilio Dorado, Daerev Bahi Claug Akkan fue el dragón dorado que lideró la prefectura Akkan en el corazón del imperio. Sin embargo, con el tiempo, cedió su posición a su sucesor. Gracias a esto, se convirtió en el único que podía abandonar el país y fue encargado de vigilar el sello del Rey de la Tempestad. Daerev posee un pensamiento crítico sobre la historia, creyendo que el futuro se encuentra escrito en los grandes patrones históricos. Es un apasionado discutidor del tema con aquellos que pueden tener opiniones diferentes.
Su imparcialidad en los juicios, al no permitir que las emociones interfieran en la búsqueda de justicia, evitó numerosas masacres contra seres cuyo origen desciende de los poderes del abismo. A pesar de su odio hacia estos seres, irónicamente, le profesan una fe y devoción sin igual por haberles perdonado la vida a ellos y a sus seres queridos.
Conocido como "El de los Mil Saberes", Daerev mantiene una postura casi bípeda en su forma dracónica, lo que le ha ganado la reputación de ser uno de los seres más intimidantes en Kiutako, junto al señor de Valin. Se dice que ha derrotado a numerosos demonios poderosos, lo que le otorga el título de uno de los dragones dorados más hábiles en combate. Fue él quien selló al Rey de la Tempestad, y esta proeza le valió el puesto de emperador, que luego cedió a su heredero directo, el príncipe Zhong, tras muchos años de gobierno.
Además de ser un estudioso de la historia, Daerev es experto en cambios planares, un tema que discute con el señor de Tostyn debido a su intención de vengar el asesinato de su pareja. Entre sus antiguos amigos se encuentran un pentadrone y Lorend, el hechicero, quienes comparten su amor por la mecánica detrás de la relojería y su aplicación al tejido mismo de la realidad. En su juventud, se hizo amigo de un djinni al que decidió liberar de la servidumbre; este acto de altruismo hizo que este le custodiase sus tesoros en una ciudadela en el plano elemental del aire.
Conocida es la legendaria enemistad que tiene Daerev con el balor que asesinó a su pareja, un evento que marcó un evento histórico en Kiutako conocido como la gran cacería. Todo esto lo mostró ser un digno baluarte de las virtudes de los Señores Solares, quienes han buscado reclutarle a su voluntad por siglos, a los que siempre les ha mostrado negativas en parte por consejo de su gran amigo Lorend, que le insta a ser alguien libre y capaz de explorar todo lo que Gaeia le puede ofrecer sin limitarse a ser una mera marioneta de los poderes divinos.
Posteriormente a la derrota del Rey de la Tempestad, Daerev se asoció con otra dragona dorada llamada Thanach. Juntos gobernaron sobre la recién fundada ciudad de Akkan. Thanach, sobreviviente de la masacre de dragones del Rey de la Tempestad, fue su compañera por muchos siglos hasta que, durante uno de sus viejes por Kiutako, fue emboscada y asesinada por un balor.
Daerev y el príncipe Zhong lideraron una empresa para cazar y exterminar demonios, uniéndose a ellos la figura del Ki-rin. Diezmaron por completo estas fuerzas y los remanentes fueron cazados por los herederos de esta voluntad, los nacidos de Zhentor. Daerev nombró al más experimentado combatiente, fuerte y líder de entre ellos como Gran Kan, y a los líderes de los demás clanes guerreros como Kans, otorgándoles el título de su liderazgo.
Después de la pérdida de su pareja a finales del siglo XIV, Daerev entregó su puesto como emperador a su hijo, el príncipe Zhong. Este evento marcó profundamente a Daerev, volviéndolo sumamente agresivo con los seres del linaje del abismo y melancólico en sus ratos libres. Loren, un buen amigo suyo, lo convenció de volcar esas energías en los estudios, lo que le valió el apodo de "El de los Mil Saberes" por el vasto conocimiento acumulado en esos tiempos.
Para viajar más libremente, adoptó una figura humana: un hombre de mediana edad, de largos cabellos negros atados en una cola de caballo, complexión fornida y vestimenta entre viajero, estudioso y vagabundo. Se le reconoce por su alianza dorada en forma de dragón y, de vez en cuando, en sus ojos posee la solemnidad de sus tiempos de emperador, acompañada de un resplandor dorado.
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