El León de Hierro

Asterius,

En las filas del ejército de Ápteras, los Leones Celestes representaban la cúspide de la destreza militar. Entre sus guerreros, la infantería pesada era el orgullo de la nación, dominada casi exclusivamente por los leonin, cuyas naturalezas ferales y cuerpos poderosos los convertían en los escudos y lanzas del imperio. En este entorno nació y creció Asterius, un minotauro cuya mera existencia en los rangos de los Leones Celestes era una anomalía.

Aunque los minotauros no eran ajenos a la guerra, su presencia en las filas de élite era poco común. Los leonin se entrenaban desde pequeños para ser la punta de la lanza en las formaciones de combate escalonadas, y cualquier guerrero que no pudiera mantenerse en su nivel simplemente no tenía lugar en sus filas. Para Asterius, esto significaba que la expectativa sobre su desempeño era aún mayor: debía ser más fuerte, más resistente y más letal que cualquiera de sus compañeros para ser reconocido como su igual.

Desde su infancia, recibió la misma formación marcial que cualquier apteriano promedio, pero su ambición lo llevó mucho más allá de los estándares. Cada golpe, cada caída, cada entrenamiento era una prueba constante de su valía. No solo debía demostrar que podía cargar con el peso de la infantería pesada, sino que podía superarlos. Y lo hizo.

Pero su verdadera prueba llegó cuando conoció a Alexios, un joven humano que, contra toda lógica, ascendió rápidamente en el ejército gracias a su astucia, destreza y un arte marcial extinto que dominaba con una precisión sobrehumana. Al principio, Asterius no podía comprender cómo alguien físicamente inferior podía obtener tanto respeto entre los guerreros más feroces de Ápteras. Lo desafió en combate, y aunque su fuerza le daba ventaja, la velocidad y la técnica de Alexios lo mantenían a raya. Fue la primera vez que Asterius encontró un oponente que no podía simplemente aplastar.

Esa rivalidad inicial se convirtió en una alianza irrompible cuando los dos fueron enviados a luchar contra una avanzada serpiana. Asterius era el muro impenetrable que frenaba el avance enemigo, y Alexios, el filo que cortaba con precisión quirúrgica. Batalla tras batalla, victoria tras victoria, se convirtieron en el dúo más temido de Ápteras.

Sin embargo, Alexios tenía un secreto: su verdadero poder superaba al de cualquier guerrero en el ejército, pero prefería ocultarlo para preservar su papel como estratega. En lugar de reclamar la gloria, comenzó a cederle los méritos de sus victorias a Asterius. “Déjales ver en ti la encarnación de nuestra fuerza,” le dijo una vez, cuando Asterius acabó con un monstruo de guerra serpiano de un solo golpe.

Asterius no tomó esto como un favor, sino como un desafío. Si Alexios confiaba en él lo suficiente como para darle ese peso, entonces debía cargarlo con orgullo. Peleó con más ferocidad, entrenó con más disciplina y se convirtió en la punta de la lanza que los Leones Celestes necesitaban. Su ascenso dentro del ejército fue imparable.

Con el tiempo, se ganó un título que resonaba en todo Ápteras: "El León de Hierro". No solo por su fuerza descomunal, sino porque su voluntad jamás se quebrantaba. Entre los leonin, se convirtió en un guerrero digno de respeto, alguien que, a pesar de no haber nacido como uno de ellos, demostró ser su igual y superior.

Hoy en día, Asterius sigue siendo la mano derecha del General Alexios, el ejecutor de su voluntad y el escudo que protege a Ápteras. No importa cuán fuerte sea el enemigo, ni cuán desesperada la batalla, mientras el León de Hierro esté en pie, los Leones Celestes jamás retrocederán.