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Predicaciones de Domingo de Guzmán

Religious event

1207AD

Domingo de Guzmán comienza a predicar para atraer a los cátaros a la fe católica.


En mayo de 1206 los legados decidieron regresar a sus respectivas abadías. En el camino de regreso hicieron una parada en Montpellier y allí coincidieron con dos castellanos que regresaban de Roma. Eran Diego de Acebes, obispo de Osma, y su viceprior, Domingo de Guzmán, posterior fundador de la Orden dominica. Este encuentro fue decisivo. Los legados plantearon sus dificultades: cuando predicaban se les objetaba el comportamiento detestable de los clérigos, pero si se dedicaban a reformar a los clérigos, tendrían que renunciar a la predicación. Los castellanos plantearon la solución: dejar de lado la reforma de los clérigos y dedicarse exclusivamente a la predicación pero, para que esta fuera eficaz, era preciso que cumpliera una condición imperativa: la pobreza, es decir, viajar con humildad, ir a pie, sin dinero, en parejas de dos en dos, imitando las costumbres de los Perfectos cátaros y que antiguamente habían utilizado los apóstoles.
Poco a poco, los métodos de Diego de Acebes y Domingo de Guzmán lograban sus efectos, convirtiendo a creyentes cátaros e incluso a algunos Perfectos. Diego regresó a Osma y Domingo de Guzmán eligió entonces como compañero a Guillem Claret, clérigo de Pamiers, con el que se instaló en Fanjeaux, el centro mismo de la región, donde convirtió a un grupo de Perfectas y mujeres creyentes cátaras, a las que instaló en el monasterio de Prouilhe, cerca de Fanjeaux, convirtiéndose en un centro educativo y hospitalario de muchachas, a semejanza de las «casas de las Perfectas».   Los logros de Domingo de Guzmán ponían de manifiesto la eficacia de sus métodos, pero se trataba de una predicación larga y difícil que exigía modestia y paciencia, Domingo de Guzmán parecía adaptado a esta situación pero no así los cistercienses que esperaban una conversión en masa y entusiasta y, en lugar de ello, tenían que ir de población en población enfrentándose a los contrapredicadores cátaros que en ocasiones conocían el Evangelio mejor que sus propios clérigos. Para ellos, la campaña de 1207 fue un fracaso.

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