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La Caída de la Casa Edurnegorri

General Summary

DUNCAN y sus compañeros viajan a Vasconia para comunicar a Ander Edurnegorri lo que aconteció con su hija en Normandía, pero al llegar a Guetaria se encontrarán un reguero de muerte que les conducirá a las oscuras tierras del Baztán donde los agotes y otros esbirros de las fuerzas oscuras están llevando un plan que apenas estarán empezando a vislumbrar.
         

Acto I

Guetaria

En el que Duncan, Raoul y Joshue llegan a la aldea de los Edurnegorri y se la encuentra arrasada por los agotes, encontrando allí a sus dos nuevos compañeros: Beñat y Antxon.

La llegada a Getaria

En la primavera de 1165 AD, Duncan de Tremere llega a aldea marinera de Guetaria, en Guipuzcoa para encontrar a Ander Edurnegorri , conocido marinero (más bien pirata) y aide nagusia (patriarca o señor) del lugar. El propósito es claro y triste: comunicarle la muerte de su hija Ainhoa Edurnegorri, asesinada ante los ojos de Duncan, su prometido, por la hermana de este, la temible Oighrig, dentro de las oscuras maniobras de castigo y coacción que su familia, el Clan MacDubhghaill pergeñan contra él. Viaja acompañado por sus amigos Raoul Legrand y Joshue Ben Solomón, que han abandonado la alianza de Montverte para instalarse en Iberia.

La aldea arrasada

No obstante, el panorama que encuentran es desolador. Ya a lo lejos veían la sospechosa columna de humo y aunque temían lo peor, no esperaban encontrarlo: el pueblo había ardido recientemente y solo encontraron cadáveres asesinados o calcinados entre sus habitantes. El fuego y la violencia habían destruido a la otrora bien poblada aldea, y las solidas casas de los prósperos marineros habían quedado reducidas a escombros; pero los destructores parecían haberse ensañado especialmente con la casa principal del pueblo, la de los Edurnegorri. Duncan no dudó en usar sus poderes nigrománticos para invocar a los muertos y averiguar qué había pasado. Las almas le hablaron de un ataque por la noche, y unos protagonistas: los Agotes, el pueblo maldito, que habían descendido desde el Baztán sin más propósito que arrasar el poblado y llevarse a los supervivientes: especialmente las mujeres. Los jugadores observaron que -efectivamente, eran pocos los cuerpos de mujeres hallados entre los cadáveres. Sin embargo, no encontraron al capitán Edurnegorri, ni vivo ni muerto.
Beñat el Fauno
En esto que aparece en escena Beñat, un montero del pueblo y probablemente el único superviviente. Les confirma lo que los muertos han revelado: que los agotes atacaron el pueblo hace dos noches, incendiándolo y llevándose a cuantas mujeres jóvenes pudieron. Beñat llegó tarde porque vive en el bosque -su aspecto extraño, casi monstruoso les hará fácil entender por qué al resto. Hasta la fecha no había podido encontrar el cuerpo de su madre y mientras seguía buscando, se dedicaba a dar caza a los agotes que todavía pudiera seguir por aquí, que no podían escapar al alcance de su arco. Les confirmó que no había visto a Ander, pero conociéndole, si no podía haberse hecho a la mar, se habría refugiado en las cuevas del Sangutxo, señalando al pintoresco islote rocoso, de formas redondeadas que preside y ampara la aldea, y cuyo perfil recuerda a un ratón bebiendo el agua del mar y cuya cola sería el banco arenoso que lo conecta con la costa y donde los arrantzales (marineros) atracan sus barcos.
Beñat el Fauno
Las entrañas del Ratón Duncan pidió a Beñat que les guiara a ese lugar, y Beñat aceptó dudoso. Dijo que es fácil acceder al islote, simplente caminando por el banco arenoso, donde -en marea baja- el agua solo alcanza hasta las rodillas y luego, una vez en la isla que es fácil subir a la cumbre, desde donde los vigías otean la costa y avisan de la presencia de barcos o de ballenas en la lontananza. Pero las cuevas son otra cosa: pocos conocen su ubicación exacta y solo Edurnegorri y sus más allegados van allí; pero el lugar no era seguro para los no invitados, y nadie más del pueblo lo había visitado nunca. Se dice que son unas cuevas secretas que solo los jefes del clan conocen, y donde hacen ofrendas a los misteriosos espíritus marinos que allí habitan para obtener sus favores. No obstante, en los últimos años se habían visto personas extrañas acompañar a Edurnegorri. Viendo la decisión de Duncan y sus compañeros de entrar, se decidió a acompañarles.   Las grutas marinas no tienen acceso desde tierra y usando un bote, consiguieron acercarse al lugar que Beñat les indicó que se deben encontrar los pasos a las cuevas. Pero era necesario saltar al agua y nadar y bucear bajo el potente oleaje para poder acceder a la entrada subterránea. Lo consiguieron arduamente, si bien el médico judío Josué tuvo serias sus dificultades para ello, ya que a pesar del peligro, no quiso aguardar solo en el pueblo con los agotes rondando, pero viendo que no podría llegar a la cueva buceando, decidió quedarse en el bote. ¿Hizo bien?   Finalmente hallaron la entrada a un pasaje subacuático que se abría a una cueva donde finalmente pudieron respirar. Era una gran cavidad cavernosa que a la luz de las antorchas destilaba un color verduzco. En el lugar había huesos, muchos huesos... humanos, de los que se notaba que habían sido devorados por grandes fauces, las marcas de cuyos colmillos podrían verse que habían roído los huesos. Y entonces aparecieron.
Encuentro con los Silcos
De la oscuridad, de entre las paredes roca húmeda, aparecieron cuatro figuras vagamente humanas, de ojos bulbosos y relucientes, piel verde viscosa y grandes colmillos de morena. Se lanzaron al ataque contra los compañeros. Proferían unos gritos horrendos, que recordaban a las focas pero más agudos y espeluznantes. El grupo logró contener el primer ataque de estos seres pero pronto se vieron que tenían que batirse en retirada, aunque eso supusiera volver a regresar buceando al bote. A duras penas lo consiguieron y afortundamente, Josué estaba allí esperándoles. Subieron al bote y vieron a algunas de estas figuras salir del agua. Beñat les iba disparando para evitar que se acercaran al bote, Raoul atacaba a los que lo lograban y Duncan improvisó un hechizo de Rego Aquam para poder dirigir el bote hacia la orilla raudamente.

Los Cazadores de Leprosos

De vuelta al pueblo, y tras secarse, no sabían bien qué hacer al respecto. Consiguieron aprovisionarse de comida en las despensas de las casas menos afectadas por el fuego y decidieron dar una vuelta para inspeccionar los alrededores, ya que Beñat recordaba haber visto al infanzón de Aya, don Antxón y sus hombres dar caza a los agotes que todavía estaban por aquí. Quizá él supiera algo más. Así se dirigieron a las afueras del pueblo en su busca y no tardaron en ver a un caballero montado, seguido por cinco rudos hombres armados.
Rivalidad y revelación
El encuentro no tuvo falta de tensión porque el grupo armado no sabía como considerar a los forasteros. El arrogante caballero no veía con buenos ojos la presencia de estos forasteros sospechosos, y sus hombres estaban dispuestos a seguir ciegamente sus órdenes. Gracias a la mediación de Beñat, pudo presentarles mútuamente y se abrió pasp el entendimiento. Y entonces Duncan y Antxon se dieron cuenta que ya habían oído hablar el uno del otro. Duncan era el prometido de Ainhoa, pero Antxon, el infanzón de la aldea vecina, amigo de los Edurnegorri, conocía desde la infancia a Ainhoa y había sido su pretendiente. Incluso lo era ahora que Ainhoa había regresado tras la muerte de su prometido, pero... ¿Duncan no había muerto? vs. ¿Ainhoa no había muerto? Ambos hombres, en su abierta rivalidad, pudieron contrastar que Ainhoa y Duncan habían creído a su respectivo cónyuge muerto, si bien parece que Ainhoa había decidido pasar página y aceptar el compromiso con Antxon, el bien posicionado amigo de la infancia.   Como fuere, ahora sabían que Ainhoa estaba viva pero en manos de aquellos apestosos personajes: los agotes. Un examen reveló el origen de su inmundicia: todos los cuerpos padecían la lepra. Y los oriundos les dijeron que en esta gente, de la cual se sabe poco, este mal era congénito, que nacían, vivían y morían con este mal, una antigua maldición que su estirpe llevaba desde antiguo, "por ser los descendientes de Judas o de Longinos, uno de esos", dijo Antxon. Beñat en cambo añadió que se decía que el pecado de la envidia anidaba en ellos tan fuerte que se manifestaba en forma de lepra que les devoraba en vida.
Antxon Elkanobarrena y sus hombres
 
Las almas putrefactas
Duncan volvió a intentar sus poderes nigrománticos con los cadáveres de los leprosos, y lo que le revelaron fue que atacaron la aldea como un castigo personal. Edurnegorri habían tenido tratos y negocios con los agotes hace tiempo, pero parece que les debía dinero y finalmente la paciencia del Patriarca Agote tuvo su límite y lanzó a su horda contra Getaria, a cobrarse la deuda en mujeres. Cuál era el destino de esas mujeres: ser vendidas a las brujas de Zugarramurdi para sus ritos y ofrendas: su señora, Gabazkuak les pagaba bien por ello y les ofrecía además su protección. También pudo corroborar sus sospechas: Ander y Ainhoa habían sido llevados prisioneros al Baztán, para deleite del Patriarca.     Esta última revelación fue la definitiva que Duncan y Antxón necesitaban escuchar. Ainhoa estaba en manos de aquellos inmundos seres, y era necesario actuar cuanto antes. Se prepararon de inmediato para marchar hacia el Baztán.
Horda de agotes

Acto II

Baztán

En el que exploran el cubil de los agotes y encuentran a Ander.

Viaje al Baztán

El viaje al valle del Baztán en los Pirineos les llevó algunos días. Intentan pasar desapercibidos pero sospechaban que los agotes tendrían ojos en todas partes y probablemente estarían preparados para su visita. El Bozate o Gran Agote, patriarca del clan, moraba en una caserío apartado en un rincón recóndito del valle, cerca de Arizkún, rodeado por los muchos suyos que vivían hacinados. Al parecer, los agotes intentaban matener su presencia discretamente y evitaban llamar la atención ya que, de alguna manera, a pesar del desprecio que inspiraban entre los baztaneses, gozaban de la protección del Vizconde del Baztán -que no era otro que el Conde de Guipúzcoa, don Vela Ladrón de Guevara, podersoso magnate al que Antxón debe homenaje.
Acampando en el Valle
Para no llamar la atención, evitaron los caminos y guiados por Beñat, decidieron pernoctar en el bosque, algo a lo que todo el grupo -menos Josué- estaba acostumbrado. y decidieron reposar hasta el anochecer siguiente, en el que saldrían de su escondrijo para asaltar el Barrio Bozate envueltos en la noche y la magia de Duncan.

Asalto al Barrio Bozate

Una emboscada nocturna fue llevada a cabo por Duncan, Raoul y Beñat, junto a Anxón y sus los hombres de armas. Por extraño que pareciera, los agotes no esperaban el ataque y el factor determinante de la sorpresa jugó a su favor. Muchos de los cobardes agotes escaparon del caserío aterrorizados por la furia de los guipuzcoanos y los hechizos de Duncan antes que defender sus casas, e incluso el Bozate parece que consiguió escapar de la escabechina. Registrando la sólida y sorprendentemente bien consruida casa del Bozate, hallaron extraños artefactos, cartas de navegación, planos arquitectónicos y mapas de lugares desconocidos; pero no les prestaron gran atención ya que lo que buscaban era otra cosa: finalmente en sus bodegas encontraron a Ander Edurnegorri, prisionero y moribundo: una reciente lanzada revelaba que los agotes le habían dado matarile antes de huir.
El final de Ander Edurnegorri
Ander reconoció a Duncan y solo pudo alcanzar para decir:
Ainhoa vive, búscala en Zugarramurdi antes de que sea demasiado tarde.
Duncan no tuvo bastante e invocó su espíritu, para seguir interrogándole, ya que está más acostumbrado a tratar con los muertos que con los propios vivos.   Ander reveló que los agotes y él tenían una vieja deuda pendiente que Ander llevaba tiempo sin saldar. Los agotes vendían esclavos a las brujas que adquirían secuestrándolos en lugares lejanos, o comprándoselos a piratas sin escrúpulos como el propio Edurnegorri, producto de sus pillajes a barcos y costas. Esto sorprendió ingratamente a Duncan ya que, -aunque sabía a ciencia cierta que su suegro era un pirata saqueador y un gran navegante, no esperaba una catadura tan vil. Resultó que los agotes habían financiado una expedición de Edurnegorri a costas lejanas, más allá del Gran Sol, donde están los Mares Rojos y el sol se hunde en el Infierno.
"Buscaban algo allí pero nunca me lo quisieron revelar. Desconfié pero acepté su oro, y pertreché varias naves en las que se embarcaron varios agotes con nosotros. Parecían saber un secreto que no compartían con nadie. El resto de la tripulación les odiaba, sin siquiera saber algunos qué era un agote. Hay algo repulsivo en esa gentuza: una maldición antigua y la lepra es solo una de las manifestaciones de su vileza. El viaje fue azaroso y perdí dos de las naves, solo quedaba la mía. Los supervivientes vivíamos hacinados en ella: junto a los agotes y el viaje parecía llevar a ninguna parte más que a la muerte. Mi tripulación se amotinó y dio muerte a los agotes, impidiéndome que los salvara. Me obligaron a volver a casa y así hicimos. Al regresar, me pidieron explicaciones y al no quedar contentos me exigieron que les devolviera el oro que habían invertido en su misión. Yo no solo no tenía ese oro sino que no tenía porqué dárselos ya que nos habían hecho emprender una acción suicida. Me dijeron que habría consecuencias y que lo pagaría muy caro. Luego regresó Ainhoa y me contó lo sucedido, que tu familia te había dado muerte y ella había conseguido escapar, llegando a casa a duras penas. La alegría de reencontrarme con mi hija y mi preocupación por protegerla me distrajeron del verdadero peligro. Y así fue como los agotes atacaron Getaria. Eran cientos de ellos. Nunca había visto tantos: son muchos más de los que viven en esta aldea miserable. El Bozate había reunido a una hueste de ellos que se lanzaron esa noche sobre nuestra aldea, arrasándola. Me capturaron mientras intentaba escapar con la gente a los barcos, donde no nos seguirían, pero ya esperaban esa treta y se habían apostado en el embarcadero. Nos dieron caza y mataron a mis hombres. A Ainhoa y a mí nos trajeron presos junto a las mujeres jóvenes del pueblo. Fueron por caminos que nadie conoce, caminos secretos que se abren entre el bosque. Entregaron a las mujeres a las brujas de Zugarramurdi, y entre ellas a Ainhoa. Se aseguraron de que lo viera, como una más de sus muchas torturas. ¡Debes ir a salvarla! Solo así descansaré en paz. ¡Sálvala! Una muerte horrible le espera en manos de las sorgiñak."
Apenas se detuvieron en saquear el caserío Bozate, emprendieron el camino hacia Zugarramurdi.
Casa del Bozate

Acto III

Zugarramurdi

La Cueva de Zugarramurdi

Beñat les contó que ese lugar es conocido en toda la Vasconia por siniestras leyendas. Que es una de las puertas al Infierno, al Mundo Subterráneo de la Mari y de Akerbelz. Que uno de los mayores Akelarres de sorgiñas se celebra ahí y que el poderoso círculo de brujas que controla el lugar ofrece grandes sacrificios a Akerbelz a cambio de sus favores. Pero le extrañaba que sacrificaran vidas humanas ya que Akerbelz es temible pero benefactor y no exige tales tributos.
Sexo nefando
El lugar no estaba lejos, unas horas andando, y encontraron, antes de que amaneciera, los restos de una execrable ceremonia. En el bosque, mujeres casi desnudas, ataviadas solo con jirones de pellejos y máscaras de animales, corrían lascivas, presas de un frenesí erótico: desde los árboles les llamaban para la cópula. Raoul, por desgracia no pudo resisitirse y acudió a su llamada en el bosque. Josué fue tras él para hacerle entrar en razón pero... cuando encontró a Raoul ya entregado a la faena, no pudo convencerle e ideó sedarle. Lo consiguió pero la bruja rápidamente se convirtió en un temible dusio (sátiro infernal de gran tamaño) que inmediatamente le tomó y le violó, y después a Raoul -aunque este no se enterara ya que estaba drogado. Cuando Raoul volvió en sí, encontró a Josué semidesnudo sollozando en el suelo, y él mismo sintió un punzante escozor en el ano, y se lo notó impregnado de un repugnante semen negruzco, igual que el que supuraba Josué. Se limpiaron y volvieron al camino donde el resto les esperaba agazapdos, temerosos de los demonios y las brujas que por allí danzaban.

Asalto a la cueva

Una vez recompuestos, se lanzaron al ataque organizadamente, intentando repetir el éxito que con los agotes. Sin embargo las brujas y sus dusios protectores resultaron enenigos más temibles que los agotes y tres de los hombres de Antxón cayeron en la refriega. Consiguieron entrar en la Cueva de la que salía un reguero de sangre. El cuerpo sin vida de un centenar de mujeres yacía allí, liberando aun sangre tibia del hueco vacío de sus pechos donde se había localizado el corazón. Beñat pudo reconocer entre ellas a su madre. Pero en posición destacada, probablemente la última de todas en recibir el frío puñal atravesando su pecho era Ainhoa: muerta.

Recompensas otorgadas

Duncan, que inició su personaje con el Defecto Amor Perdido, ha visto recuperado, momentáneamente a su amor, perdiendo este Defecto hasta el último momento.   20 peones de vis Aquam.
Fecha del informe
23 Nov 2000
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Protagonistas
Duncan de Tremere
Magus escocés educado en Normandía y con un oscuro origen. Se ve eternamente hotigado por los tejemanejes de su familia mundana y ha sido maldito por estos para que no pueda reposar bajo techo hasta que regrese al seno familiar para cumplir con un misterioso destino vinculado al antepasado mítico de su clan que le protege a la par que le atormenta.

Raoul Legrand
Vital e inquisitivo guerrero franco-normando, hijo bastardo de un noble de ilustre linaje, de quien es su viva imagen. Para evitar conflictos en la herencia, fue apartado, primeramente destinado al clero acabando después en la alianza de Montverte donde trabó una profunda amistad con el atormentado magus Duncan y con el médico hispano-judío, Josué. Ahora acompaña a estos a Iberia, en busca de labrar su fortuna en las prometedoras tierras del sur.

Joshue Ben Solomon
Joven y brillantísimo médico sefardita que viajó a tierras de los francos esperando labrarse allí su fortuna en un entorno con menos compencia. Tras servir en la corte del duque de Bretaña fue contratado por la alianza de Montverte y allí trabó una extraña amistad con el joven magus Duncan y el vital custos Raoul. Ahora, siente que debe regresar a su Toledo natal y su amigo Raoul está dispuesto a acompañarle en pos de nuevas aventuras y un prometedor futuro en las tierra llena de oportunidades de Iberia.

Beñat
Antxon Elkanobarrena

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