Pulpo al agua

La preocupación se cernia sobre todo el grupo en el pelambre, solo un idiota incursionaria en las negras y heladas aguas de un mar en sexmón; y Dante no solo era un idiota, era un idiota con recursos para convecer a otros aun mas idiotas para que secundaran su misión. Ahora el excomulgado del fuego se hallaba a la deriva entre Abjanel y La trinsula justo en el momento en el que el grupo decidía ponerse manos a la obra contra la cruzada profana.

Pero la sangre corre y no se detiene, la preocupante teoría de una posible alianza del enemigo con la mano negra punzaba fríamente la mente de aquellos con la suficiente inteligencia para entender lo que aquello significaba.

Dichosos y desgraciados los ignorantes de las tierras del sur a las que nunca ha llegado la podredumbre de Arthus Manonegra, era tanta la inocencia de la serpiente y el gato que podían saborear aún la rancia y tibia cerveza de los barriles de la taberna, pero cuando te has criado escuchando historias de bocas que susurran temerosas palabras enterradas por un reino, cuando creciste a las orillas del agua que vio como una tierra se deshacía en las cenizas solo para levantarse mustia y descarnada, ni la copa de Hapirit puede proveer dulzor tal para apaciguar la amargura.

La bebida de Kradmus se mantenía intacta, el joven druida no paraba de pensar en el último enfrentamiento del grupo, una leyenda de su tierra comprobada con su propia piel mantenía su cabeza ocupada, entre sus compañeros existían grandes habilidades, pero también carencias que debían ser suplidas y sus Luxantes en altamar lo habían amistado con algunos contactos a la altura.

La vida en un bosque es un infierno, o al menos eso diría algún acaudalado sibarita, otras criaturas como Zet’ podrían opinar que nada se puede comparar con la sensación de piel mojada que te deja la fría niebla de su bosque natal, quizá, un explorador con más criterio diría que la supervivencia en un bioma semejante depende del bosque en sí, y tiene razón, no es lo mismo vivir en los bosques vírgenes de Rickcelare que aún no tienen nombre a vivir en un bosque al interior de una gran capital, el bosque Septrón no lo podemos definir precisamente como el más inhóspito sitio, quizá como un cómodo campo de caza para el rey y sus pajes con apellidos poderosos, hogar de ciervos, lobos, algún que otro jabalí, y Kayn, entre el conjunto de criaturas oriundas del bosque Séptron, nadie espera encontrarse un Tiefling.

Se une el picaro Kayn a la mesa y Kradmus casi se mata en el río del esclavo porque necesitaba un estanque para escudriñar a Dante.