La Punta Certera
El padre de la ciencia, demostraría que el conocimiento es poder al otorgarles a los humanos un arma capaz de equilibrar la guerra que libraban contra los hijos de los dioses Rebelados.
Historia
Tras el inicio la Gran Guerra Divina, las razas creadas por los Primordiales combatían fieramente contra las huestes de los Rebelados. Sin embargo, eran los humanos quienes sufrían las peores pérdidas. El gran Imperio de Helkadil había caído y las civilizaciones que intentaban surgir para ocupar su lugar se veían sobrepasadas por enemigos que parecían brotar de la misma tierra. A lo largo de muchos planos de existencia, las culturas humanas desaparecían, y aquellas que no dominaban la magia, eran rápidamente superadas en poder y se dispersaban en etnias errantes.
Mientras los dioses Primordiales debatían cómo afrontar la amenaza de sus recién levantados enemigos divinos, Lerman permanecía al margen. Ningún otro Primordial había sido atacado directamente: su esencia había sido alterada, y ahora se dedicaba a reunir información mientras veía a sus hijos caer en cifras exorbitantes. Comprendió que debía actuar en lugar de limitarse a discutir o planear.
Envió numerosos avatares a través de los planos, reunió ejércitos de humanos y de otras razas que aún resistían y aprendió de primera mano las tácticas de sus enemigos. En silencio, comenzó a forjar una espada: un arma definitiva capaz de inclinar la balanza a favor de los Primordiales.
Cuando estuvo completa, la entregó a un grupo de humanos descendientes de un antiguo linaje guerrero. Usando un avatar, los guio hacia un plano donde combatieron abominaciones de Arrenjel, aniquilándolas como si pudieran discernir su anatomía. Luego se unieron a una colonia de elfos acorralada por orcos y muertos vivientes. Allí también vencieron, acabando con los enemigos vivos y dejándolos en un estado en el que serían inútiles incluso como no-muertos. La espada acertaba siempre según el adversario.
Finalmente, humanos y elfos se unieron a los rezagados gnomos que llevaban decenas de luxantes resistiendo contra infernales enviados por Tehamú. Durante una serie de batallas consecutivas, Lerman instruyó a sus fieles a través de la espada, indicándoles la mejor manera de obtener la victoria. Y así lo hicieron, aplastaron a miles de diablos y demonios, cuyas almas eran absorbidas por el arma. Los humanos la bautizaron como la Punta Certera.
Desde entonces, se sabe que el arma ha permanecido vigilada, protegida y reservada para su uso por el Clero de Lerman, custodios oficiales de la espada de su dios.



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