En defensa de la ciudad
General Summary
En este nuevo capítulo se continúa la historia de los aventureros, donde empieza nuevamente en la lucha contra la criatura sin rostro que volvió en forma de la difunta Ve’nikax, junto a la criatura de las adivinanzas y otro de sus ayudantes. Al parecer en este punto quiere recuperar la perla que porta Kaath’ra.
La batalla se desenvuelve en la cueva a la que llegaron buscando a nuestro amigo cambia formas, solo que esta vez se logra ver una puerta de piedra grande, donde se data de una frase que dice “Alto y firme”, allí Kah’lohz, Tuglivydo, Kaath’ra, Olum y un trabajador que se encontraba allí desencadenaron una violenta batalla contra sus enemigos, que en el transcurso de esta tuvo varios giros, peleando contra las criaturas descritas anteriormente junto con una serpiente, al final salen victoriosos pero dejando al grupo casi al borde de la muerte, en especial por el veneno que hacia que se atacasen los unos a los otros. Al final de la batalla el moktus y el monje cáptaqus pierden la vida, dando fin a su aventura, o al menos eso se creía.
De manera análoga, el paladín Arkihin’oz despierta de su sueño, dándose cuenta que en realidad estuvo inconsciente debido al exceso de bebidas ofrecidas en una taberna y no pudiendo ayudar a sus compañeros en esta batalla. Después de unos momentos de divagar, pues se encontraba a unos minutos de la ciudad, logra divisar en el paisaje como unas esferas caían lentamente hacia la ciudad, por lo que en su preocupación, decide nadar a toda prisa para alcanzar esta.
Al llegar allí, empieza a escuchar ruidos de gritos, metales chocando, desenvolviéndose en una batalla en toda la ciudad. A lo que el responde a su llamamiento a las armas. Al llegar allí, el paladín se da cuenta que las esferas en realidad son esqueletos unidos que descienden desde lo alto para atacar a los ciudadanos, son parecidas a las criaturas que atacaron la celebración de los elfos en la mascarada de Ceri, por lo que no tuvo tiempo de dudar y emprender la lucha, pero antes recibió un mensaje de un elfo llamado Danegel, donde dice que debe ir a la Lumera.
En el transcurso de este se ve rodeado por 4 esqueletos, quién este como respuesta, decide desenfundar su martillo y su escudo para luchar contra estas criaturas, de las cuales logra destruir 3, pues uno de ellos fue asesinado por lo que parecía es plankton verde brillante, y este le dice al paladín que debe resguardarse en la Lumera.
Mientras esto sucedía, en la cueva, le llega un mensaje a Kah’lohz de Laz’dalra, donde le pide que vuelvan a la ciudad pues están bajo ataque, pero este da su negativa informándole la situación a la elfa sobre la muerte de sus compañeros. Momentos después, una masa de agua se arremolina en el centro, y de a pocos, va dando la forma de la elfa, quién saca un pergamino en dirección al cáptaqus y con un resplandor este vuelve a la vida.
El hechicero emocionado, le pregunta a la Elfa si puede realizar lo mismo con el moktus, a lo que esta le contesta que no, pues solo tenía uno de estos, al contextualizar al cáptqus vuelto en vida sobre la situación, Laz’dalra los teleporta a la lumera, junto con el cadáver del asesinado Moktus.
Ya en la Lumera, ellos se dan cuenta de que hay un ejército de elfos reunidos, listos para combatir, quiénes estaban un poco escépticos a la idea de contar con la ayuda de nuestros aventureros, pues habían quiénes les apuntaban con sus lanzas de manera defensiva. Por lo que Laz’dalra, que en estos momentos porta una armadura de conchas con dos mazas en cada lado, intercede y quién, junto con el cáptaqus, lograron suavizar las mareas y aceptar la incorporación de estos a la defensa de la ciudad.
Mientras se Laz’dalra informa de la situación actual a los aventureros en la Lumera y explica que su mayor preocupación es llegar a los círculos exteriores pues son las zonas más indefensas, el grupo en ausencia del paladín, es sumergido en lo que parecía ser un pozo, donde se restablecía, poco a poco, la vitalidad de estos, el plankton giraba alrededor de estos y brillaba, dando escena a un baile marino interesante.
En este punto, se observó que parte del plankton se dirigió hacia el cádaver del moktus y lo despedazó mediante un hilo rojo que atravesaba su cuerpo y lo desmembraba de una forma muy sútil y rápida, que luego de unos momentos, estos envolvieron en su totalidad la masa de carne de lo que antes era el moktus para dar paso a lo que parecía un hombre serpiente, lo que en el mundo se conoce como súbrido, un súbrido de color negro, y así es como Tuglivydo reencarna y se pone a disposición del grupo nuevamente.
De manera análoga, el paladín Arkihin’oz en su camino logra ver que las esferas que caen de arriba llevan en su interior una criatura que parece ser un humano, humano de piel violeta con armadura, por lo que este decide apurarse y logra llegar a la Lumera, pero al no encontrar una entrada o un sitio donde se pudiera resguardar, decide recorrer el lugar en busca de una entrada, pero es sorprendido por lo que parece ser plankton. De uno de los orificios de la estructura, sale una oleada de agua y una voz que gritaba “alto ahí” y posteriormente lo golpean para quedar inconsciente nuevamente.
En este estado, el paladín tiene sueños, visiones, donde aparentemente surgen esferas de luz, luz tierna y tenue que trata de combinarse con él y luego de esto sueña con las fauces de un tiburón y el iba en estas, pero no era comido o asesinado, si no que viajaba dentro de este, mientras una voz le habla, dejándole una enseñanza “Que tu dolor no te cegue”
Al despertar, el paladín se encuentra en lo que parece un hoyo, donde el plankton se arremolina alrededor de él y toma la forma de una cara, de un rostro parlante y este cuestionaba al paladín sobre su fé, su dogma, este es el camino que todos los que profesan la fé deben emprender, pues siempre habrán obstáculos, así es como el rostro le dice “falso profeta, pero todos lo fuimos alguna vez”. En su decisión y en la incertidumbre de lo que ocasiona el pensar en Eifara, la pérdida y las cuestiones sagrada de su fé, como paladín de Eiláatir, decide expulsar estar aberraciones de la ciudad, pero es impensable que esto quede impune, cree que así puede demostrar su valía en el clero, pero el camino es largo si esto es lo que se desea.
Cuando el grupo está listo, restaurado y renovado para partir, son expulsados junto con el ejército de elfos a través de un chorro de agua y parten con el objetivo de salvar a las personas que están en los círculos exteriores. El que lidera la marcha es el cáptaqus quien decide llegar hasta lo más externo de los círculos, seguido por el grupo y mientras esto sucede el paladín tiene una interacción extraña, pues a su lado, hay una criatura que se forma de la misma manera que vio las luces en su visión, poco a poco se materializa en un tiburón y este le sirve como montura.
El primero en llegar es el monje, quien ve que los esqueletos son lentos y que, después de matar, a los inocentes cogen sus cadáveres y son llevados hacia arriba, de donde caen estos mismos, y al ver a los ciudadanos dispersados corriendo hacia la Lumera, decide organizar un plan de acción para minimizar las bajas y tratar de acabar con los esqueletos.
Este les dice que sigan corriendo hacia la dirección a la Lumera mientras distrae a los esqueletos, posteriormente llegan todos los demás y enfrentan a todas las criaturas posibles mientras ayudan a los ciudadanos a llegar a la Lumera a través de los círculos. En este proceso, el cáptaqus logra ver como un humano de piel violeta, parecido a los que vio Arkihin’oz es despedazado por el plankton.
Al final, se logra divisar a Laz’dalra salir de una casa, ensangrentada y mientras se reúnen se logra escuchar como el ruido mengua y las mareas se calman, mientras la ciudad se llena de plankton brillante. Por ahora parece ser que el ataque fue repelido, pero todos sabemos que esto no acabará hasta dar con el culpable de todo esto, por lo que el grupo se dispone a debatir sobre su siguiente objetivo una vez puesto a salvo a los demás. Se hace un conteo aproximado de que se salvaron alrededor de 60 ciudadanos.
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