El Filo Silbante

De fiestas y diversión a un combate musical, así fue como el dios más vividor entró en combate para mantener viva la alianza con su creación.

Historia

Cuando inició la Gran Guerra Divina, Hapirith y sus hijos, los Medianos, se mantuvieron distantes, preocupados por su propia existencia y empeñados en conservar una vida de baile y festejo. Los Gnomos eran sus grandes aliados en las celebraciones, pero con la muerte de Eifara, Feberraltir se convirtió en un participante aún más activo de la guerra, llevando a muchos Gnomos a combatir en diferentes planos y dejando a los Medianos como observadores solitarios de un conflicto que su dios parecía querer ignorar.

Esto cambió cuando, en medio de la búsqueda de Tehamú entre los planos de existencia, éste creó un portal que conectó una región habitada por Medianos con un subplano de abominaciones creadas y abandonadas por Arrenjel. Las aberrantes criaturas, desatadas entonces, sembraron el caos entre los Medianos: no sólo los cazaban y devoraban, sino que también los transformaban en seres deformes, apartados de su dios y sumados a sus filas.

Tras resistir y probar múltiples estrategias para enfrentar a sus enemigos, una familia de Medianos, experta en el uso de instrumentos de viento, ideó un método para comunicarse a grandes distancias mediante su música, empleando cánticos sagrados inspirados en el credo de Hapirith. Aquellas canciones resonaban en medio de las batallas, y, a medida que los Medianos menguaban en número, más profundo y elevado se escuchaba su clamor a la deidad, ya no sólo en busca de ayuda, sino como el grito de unos hijos que no querían sentirse traicionados por su padre.

Hapirith escuchó y sintió la desilusión de sus hijos. Comprendió que se estaba convirtiendo en un ausente con su creación y decidió intervenir. Forjó una daga que silbaba con cada movimiento y recitaba, en forma de canción, las palabras que él pensaba. En un concierto conjunto con los instrumentos de sus hijos, el dios blandió la daga contra las aberraciones. Allí donde el filo cortaba, la onda sonora devolvía la carne y los miembros de sus enemigos al Zeclón. Desde entonces, los Medianos crearon y transmitieron a las generaciones posteriores un idioma basado en silbidos, memoria viva de la terrible musicalidad con la que Hapirith los salvó.