Las ruinas locas de los ettín
General Summary
Me siento otra vez hobit. Después de haberme perdido toda la aventura en la isla desconocida, porque estaba convertido en piedra, los muchachos volvieron a Capital y me volvieron a la normalidad. Ahora Sorin reclama que le pague los gastos del conjuro con los que corrió el mago que contrató, pero pensaba para mis adentros "sí, ya te los voy a pagar".
Publiqué un aviso para contratar un albañil que pueda viajar a Tronos para trabajar en la remodelación del gremio. No tardó mucho en caer uno. Le di unas monedas y le dije que encontrara a Farunt y a Bristo que ellos le dirían qué hacer.
Un par de días después salimos camino al feudo de Xiomara
Otra novedad es que Darwin y Sorin ya son caballeros, y estuvieron planeando construir cerca de la granja de la indígena.
Un viaje tranqui.
La noche en que llegamos, Ulrich había hecho una barbacoa alucinante; con todas nuestras ganas nos sentamos sin que hayan tenido que llamarnos. Justo antes de comenzar a degustar, cae una niña adolescente... como de 15 añitos... rubia... linda... y simpática, que se sentó con nosotros. Karadajián, con los modales característicos de su tribu, hizo unos comentarios que parecieron no afectarle a la joven, hasta que le dijo "quién so´ vo´". Ella respondió dulcemente:
– Nadia- [¡glup!] cof, cof; me atraganté y mientras se inundaban mis ojos de lágrimas y me ponía colorado por la falta de oxígeno, la miraba entre confundido y asustado. Era la hija de William, la que hace unos pocos años, tenía toda la apariencia de una beba. En ese estupor de pensamientos, me señaló con un solo dedo y dijo:
– ¿Ya pasó? - y, efectivamente ya no tenía nada -¡Willow! Tanto tiempo, ¡¿no me reconociste?!
– ...No - le dije, con voz baja.
– Estás más pequeño, cuando te conocí eras alto.
– ... He... bueno, así son las cosas. Tú si que has crecido -le dije.
– ¿Y William? - preguntó Sorin.
– Está con un obispo o qué se yo.
– ¿Y qué hacé´acá? - otra vez Karadajián.
– Y, me enteré que Ulrich haría barbacoa y no pude resistirlo.
– ¿William te estuvo enseñando cosas? - le pregunté, porque me llamó la atención lo que hizo con mi garganta.
– Eso intenta, pero no es bueno para la docencia.
– ¡Epa, epa, más respeto con el señor Abad William Stone, he! - parece que Sorin ha elevado el respeto por nuestro amigo, cosa que es raro ver en el enano, cuando lo normal es cortar el rostro a cualquiera.
Pasada una cena llena de delicias, terminamos hablando casi de lo mismo que con lo que empezamos. Hasta que Nadia se despidió.
– Mejor me voy antes que el viejo se dé cuenta que no estoy.
– ¡Epa, epa, más respeto con el señor Abad, que no es ningún viejo! -gritó el enano por detrás de la muchacha que ya se iba - era viejo - aclaró.
27 de Ayeshade: nos despertaron temprano porque supuestamente iríamos a buscar a un tipo que se le escapó a Xiomara. Era el minero del castillo, que aún no había vuelto. Y qué lindo, en el desayuno Xiomara largó la noticia de un gigante que rondaba por la zona, en el Este, justo donde tenemos que buscar al tipo.
Por el camino, ya en la última casa que se veía, karadajián se detuvo a charlar con los campesinos mientras nosotros nos adelantábamos. Luego no contó:
– He... sí hay un grandote porahi, yo estaba en el bosque y de yepente se apareció una chemenda cabezota o quizá doh, con unoh pocoh pelo´. Me subí colliendo a un arbol del susto -según Karadajián así fue que dijo el hombre de la casa, tengo mis dudas de si no era otro dialecto de su tribu, los funkies son extraños, pero tienen ritmo.
Llegamos al linde del bosque y decidimos acampar. Darwin me despertó en su guardia, porque había escuchado ruidos entre los arbustos. Con atención escuché en la dirección que Darwin me dijo y sentí que algo se estaba acomodando entre las plantas. Le dije "voy a ir a ver, shhh", y me hizo invisible para ir aún más sigiloso. De todas maneras llegué a una parte en que me sorprendió una masa negra y se me tiró encima, y me pegó. Saqué mi vara de luz y mi espada ultra rápida y encandilé a un fuck´n osobúho que le encajé un espadazo en le estómago mientras gritaba ayuda a mis amiguitos. Me pegó bastante; por suerte Darwin llegó justo para darle calor con las manitos [manos ardientes], y el bicho se cagó quemando. Sorin y Karadajián, así como se estaban poniendo las armaduras, se las sacaron. Sorin me curó y seguimos durmiendo.
28 de Ayeshade: explorando el bosque, encontramos unas huellas un poco grandes que nadie pudo decir para donde se dirigían. Seguimos al Este hasta unas minas; por ahí acampamos.
29 de Ayeshade: Seguimos explorando. Parece que la búsqueda había cambiado de objetivo: ahora era buscar un gigante para golpear. En el recorrido me hablaron de los anteojos de vista de águila: al parecer caducó su funcionamiento, dijo Sorin (estaban malos), al igual que la flauta que tenía Darwin.
30 de Ayeshade: en un momento encontramos a un tipo en una piedra, escribiendo. La monada fue por el frente y yo, precavido, por un costado. Era Karel, el tipo que buscábamos. Ahí nomás había un fuerte en ruinas que Karel muy amablemente nos invitó a pasar. Ya entrados en un edificio del que solamente quedaba la planta baja, empezaron a caerse pedazos del techo. Pude esquivar las piedras metiéndome entre unos escombros, pero el resto fue dañado. Encima de los trozos del techo también cayó un semejante etín, que no era veleta. Y ahí estaba el otro que estabamos buscando; enseguida le empezaron a pegar. Yo me quedé escondido esperando darle un espadazo por la espalda. Llegado el momento me posicioné detrás de él y le clavé a 'gonzalez', mi espada ultraveloz; pero estaba más durito de lo que creí; así que, mientras peleaba con los que tenía en frente, yo le daba golpes de furia, rabia, y... con las dos manos. Concentrado en mi trabajo, no advertí que el tetín se estaba cayendo para atrás; de pedo lo esquivé, rebotando la cabeza del gigante justo al lado de mis pies.
Como vaca a la avena, Darwin se subió al gigante a revisarlo y pensé en ayudarlo. Mientras, Sorin festejaba su victoria gritando "¡lo bajé, lo bajé!". Karadajián había atrapado a dos enanos que también estaban atacando. Habló con ellos pero dice que dicen mentiras. El que se nos perdió fue Karel, el arquitectónico, pobre, se quedó bajo el techo que se cayó: que descanse en paz.
Cerca, había una laja en el piso que, obviamente, nuestros olfatos decían "mmmhhh, mazmorras". Después de un buen trabajo logramos abrirla y bajamos. Por un pasillo encontramos unas gallinas. Sorin, que iba adelante, gritó "¡Darwin, quemame!", y todo el resto corrió hacia atrás, menos el negro más cabeza que se tiró al suelo. Desde atrás, Darwin lanzó una bola de fuego y quemó a todas las gallinitas, y casi, casi, a Karadajián también; no pudimos revisar la habitación dado que las llamas no lo permitían y que el oxígeno era escaso. Seguimos caminando por otro lado. De pronto otro tetín se apareció por un costado y dos osobúhos por el otro lado. En cuanto iba a empezar a correr cargando hacia un osobúho, a Darwin se le ocurre quemarme el orto. Igualmente cargué contra el bastardo. (Haaaay, se me fue la espada, por suerte no le pegué a nadie). El guacho me hizo el aguante hasta que tuvo que llegar Xiomara para terminar la pelea.
Por otro pasillo, encontramos una puerta que lo cortaba y salió por detrás nuestro un enano piojoso que activó una trampa, el que iba último, lo mató. El jodido había salido por un panel secreto que me encargué en abrir, pero dentro no había nada. En otro pasillo, otra puerta que lo cortaba casi como el anterior. Apoyé mi oreja para escuchar a través de ella; escuché unas cosas pero no distinguí qué. Abrí la puerta muy despacito y muy poquitito y dentro había un par de enanos. Les avisé a los demás, entonces nos alejamos un poco y ¿por dónde comenzaron? Por lanzar bolas de fuego. Después de eso entramos a darles pero creo que quedaba uno o dos. Al toque, salieron de otra puerta, más malditos enanos. ¡Estos hijos de puta son todos muy parecidos! Terminada la lucha, y considerando que Karadajián estaba caído y el resto muy lastimados, salimos a la superficie a tomar aire y descansar. Una vez afuera, nos dimos cuenta que era muy temprano, entonces decidimos hacer huevo hasta el anochecer.
En ese rato, me encargué de desenterrar al minero y revisarlo, porque un muerto de que le van a servir las cosas a los muertos si no pueden usarlas. Encontré... y unos papeles medio raros. Uno que me detuve en observar, tenía algo escrito pero no se entendía nada, no parecía escritura convencional ni nada por el estilo, además estaba borroso; de a poco se fue haciendo cada vez más frágil, hasta que quedó en mi mano una lámina de ceniza que al instante se deshizo. La pregunté a Xiomara si quería llevar el cuerpo a su castillo pero respondió "no, mejor que quede entre las piedras para que ningún carroñero se lo coma" así que me tomé el trabajo de volver a enterrarlo. Dormimos en una carpa y dentro de una cabaña de Leomundo y con una vela curativa que llevaba Karadajián.
1 de Yannade: Por la mañana llegaron Gwynne
Report Date
17 Jan 2022
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