De Fíndore a Capital
General Summary
17 de Tarasde: Cuando ya nos situábamos en las afueras de la ciudad, revisando que no nos faltara nada, escuchamos un tocotop desesperado que venía de atrás nuestro y mientras más se acercaba, mejor distinguíamos una cabeza de tez sombría, portadora de resortes de camión que a pesar de la velocidad y la posición anti-aerodinámica del jinete, los resortes no dieron muestra de flexibilidad alguna. Una vez cerca nuestro, el caballo suplicante de piedad se torció sobre sus rodillas delanteras dándose la mandíbula contra el suelo y dejando volar a quien llevaba encima; que por cierto, cuando se levantó reconocimos a Karadajián de los mares aún tapado de tierra. Pero detrás, como si lo estuviera siguiendo, venía un halcón volando flipi-flipi como mariposón, yo le venía apuntando pero vi que empezó a bajar en círculos y entonces extendí el brazo y se posó. Lo veía extraño, en realidad sus ojos eran extraños, me miraba como si me reconociera; en el peor descuido me cagó el brazo. Ahí nomás empezó una metamorfosis y empezó a crecer por lo que lo dejé en el piso y, claro, ¡era Artras! Nos saludamos todos brevemente. Artras quiso recuperar al caballo pero no logró hacer mucho, sobretodo porque necesitaba una cocina y en la casa más cercana lo atendieron muy antipática- mente, así que Karadajián hizo un intento de comprar el único caballo del pueblo, cuyo dueño era a quien Artras ya había molestado, y no se lo vendieron, es decir, lo vendían a quinientos ducados.
Comenzamos a caminar, Karadajián tuvo que ir a pata, el enano tenía caballo, Gwynne también y yo también, bueno, me llevaba Gwynne, también Xiomara y Lars venían con nosotros en otro caballo. La ruta que decidimos (mejor dicho que decidí, porque yo pensaba en el bien de todos, si tal vez nos buscaban, yendo por el camino estaríamos perdidos), fue campo travieso, hasta llegar al río y ahí ver si íbamos hasta el puente o lo cruzábamos por ahí mismo.
18 de Tarasde: se acercan nubes. Llueve. Como es natural los días se van haciendo cada vez más cortos y se va poniendo “fresco ¡no toca!”.
19 de Tarasde: sigue lloviendo y nos estamos mojando. De todas maneras ya teníamos todas nuestras cosas de metal que pudieran oxidarse bien protegidas para ahorrarle master el trabajo de hacernos mierda los objetos mágicos. A la tarde sopló viento, y no paró de llover.
20 de Tarasde: a la tarde, una neblina más espesa que el engrudo tapó todo, y Artras que iba adelante se asustó viendo que sus dedos de los pies colgaban de un acantilado. Además se escuchaba y se olía el mar; así que nos desviamos hacia la derecha queriendo encontrar ahora el río.
21 de Tarasde: una hora después de la parada del mediodía vimos que una grieta se adentraba entre los acantilados interrumpiendo la línea costera, llegamos hasta allí y, por supuesto, era el río. Consideramos los 40 m de ancho y la importante altura hasta el nivel del agua, y decidimos ir al sur a cruzar el puente.
24 de Tarasde: al mediodía cruzamos el puente e inmediatamente estaba un pueblito donde encontramos un almacén y compramos abrigos, y comimos una riquísimas tarteletas con un repulgue delicadísimo – desde la cocina llegaban gritos “que no me importa como quede el repulgue, te dije que los hicieras igual, por algo te lo pido”- luego nos fuimos. Artras se llevó unas cuantas para el camino. A Xiomara le gustaron tanto los repulgues que le pidió a la almacenera que le enseñara; Lars se quedó con ella (s).
A la noche me despertó una persona agarrándome de los hombros y diciéndome “te encontré”, lo primero que pensé fue “¡la policía!” y lo segundo “oh no, Murchio me siguió”; pero ningún pensamiento fue certero, lo miraba sin llegar a una identificación hasta que Artras que estaba haciendo la guardia me dijo que era Tirion. Solté un suspiro de medio minuto, y me alegré de verlo de vuelta: el famosísimo bardo amigo, Tirion. Conversamos bastante, aunque resumidamente, pero fue agradable hablar con él. En un momento le conté que quizás nos estarían buscando, y sacó de su bolso un pergamino con una lista de nombres y dijo “no, no están en la lista de buscados”, me tranquilizó mucho, además porque podía confiar en sus palabras, Tirion, que lleva novedades a todos lados sabe del reino más que el mismo rey. –Debo remarcar que antes de sacar el pergamino, sacó una especie de maletín sólido que abrió al medio y apretaba unas cosas cuadradas y repetía en voz baja los siguientes pasos “www.Altatierra.com”; “palabras clave: buscados”; “search”; volvió a cerrar todo y adentró del bolso sonó una cosa de carretes y engranajes y entonces al final de todo sacó el pergamino; dijo por último, también en voz baja “hu, se me está acabando la tinta”.-
También me advirtió del paso a Belindon: que hubieron algunos ataques de las bestias que viven en las marismas.
29 de Tarasde: al medio día, un jinete nos pasó raspando a los repedos, y más adelante, donde el camino dobla bordeando un bosquecillo, escuchamos unos gritos que imaginamos que serían del apurado. Rajamos para ver qué había sucedido, y había una banda de lizardsman que enseguida dijeron “háganlos papilla”; entonces me enfrenté a ellos valientemente, los estábamos haciendo mierda: además mientras Sorín cantaba sobre los triunfos de las batallas enanas expandiendo su reino, Gwynne también repartió palos, y Karadajián, muy entusiasmado, licuaba cuanto se le cruce adelante, todo favorecido por los sortilegios de Artras. Cuando pensábamos que fue demasiado fácil, fue que salió un bicho con cuerpo de búfalo, y cabeza de jabalí, el pelaje entre rojo rosado y un largo flequillo de mala peluquería. Lo dirigía otro lizard desde arriba. Tenía el cuello tan largo que el jinete tenía que ayudarlo (en verdad, el jinete le hacía levantar la cabeza), en esa elevación el flequillo se le corrió y todos sentimos una incómoda sensación por esos ojos de rojo vivo; algunos esquivamos la mirada pero Gwynne cayó al suelo como haciéndose la muerta. Terminamos matándolo. Antes de arrojar todos los cuerpos al costado del camino, revisé al apresurado que se comió la emboscada, encontré un pergamino y una bolsa con monedas. Verificamos el estado de la semi-elfa: no ha cambiado su situación, sigue muerta. Seguimos.
30 de Tarasde: en mi guardia intenté leer el pergamino y no entendí nada. Más para la tardecita nos cruzamos con un grupo de paladines y clérigos de la orden de Sialac que iban con la misión asignada por la contestable de Belindon, de “limpiar” el pantano de esos insectos verdes. Llegamos a Belindon. Con el enano fuimos al palacio mientras Artras y Karadajián llevaban la tomuer al templo. Con el enano nos arrepentimos de entrar en el palacio y nos fuimos a la posada a encontrarnos con el resto. Estando en la posada, Artras dijo que dejó el cuerpo con los resucitadores.
1 de Inverya: fuimos a buscar a Gwynne y como ya estaba bien, fuimos a saludar a la contestable. Le contamos algunas cosas, entre ellas la situación de Aldaron, el clérigo del sur de Genanrost. La noble nos aconsejó que lo advirtamos en el templo, y así lo hicimos.
3 de Inverya: Llueve. Llegamos a una posada "La Bruma Azul"
4 de Inverya: A las 4 de la tarde llegamos a una posada " El escualo desbocado" y nos quedamos a pasar la noche
5 de Inverya: Paramos en "La perla de Gormoth"
6 de Inverya: Llegamos a la "Posada del labrador"
7 de Inverya: Dormimos a la intemperie
8 de Inverya: ¡Llegamos a Capital! Oh, yea, baby, hu!, decíamos con Karadajián. Quisimos ir derecho a verlo al rey pero las puertas del castillo real estaban cerradas, así que fuimos a “El hombre y la vaca”, que nos alegró que el dueño empiece a hacernos descuentos.
Report Date
14 Jan 2022
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