Vida en el Sacro Imperio Enamés
Condiciones laborales
La labor del trabajador común era una comodidad del mercado. Cada trabajador individual debía buscar la manera de vender su labor en una economía en constante flujo. Antes de la industrialización, la mayoría de los trabajadores se empleaban a sí mismos en áreas como la agricultura y el comercio, y la labor por un salario existía, pero no era común. En años terrestres, medio siglo atrás (antes de la caída de la Sacra Enám) solo el 20% de los enameses trabajaban por un salario. Todo esto acabó eventualmente, volviéndose el trabajo asalariado la norma. El mercado de la labor en Enám era un mercado de compradores. Los trabajadores estaban en suma desventaja debido al hecho de que la mayoría de los trabajos requerían muy poca habilidad y todos eran altamente reemplazables. La experiencia previa no importaba prácticamente nada en los trabajos actuales en fábricas, ya que todo se podía aprender rápidamente. Sin embargo, ¡que esto no deje engañar al lector! Los trabajadores estaban expuestos a ser desempleados siempre que su empleador lo deseara, y en un mar de tanta oferta de trabajo, los precios de los salarios se reducían constantemente. No había ninguna razón por la que un empleador debía escoger a cierto trabajador y ofrecerle un salario digno, pues había muchísimos más desempleados muriéndose de hambre en el 'ejército industrial de reserva' (véase Marx) esperando conseguir un trabajo para satisfacer sus necesidades primarias, quienes tomarán el empleo por la cantidad más mínima posible. El ejército industrial de reserva era básicamente "una parte de la población que resultaba excedentaria como fuerza de trabajo respecto a las necesidades de la acumulación del capital". Los mercados de labor tampoco eran justos por las razones previamente establecidas, y además por la discriminación inherente en la sociedad enamesa. Aquellos que los empleadores identificaban como miembros probables de religiones diferentes a la oficial, o miembros de una especie 'enemiga' del Imperio como los darminos en la última guerra, solían recibir la mitad de un salario normal sin ninguna ley que los amparara. Como se puede ver, los empleadores y los mercados estaban libres de leyes impuestas de manera externa por el Estado, permitiéndoles hacer lo que quisieran, como forzar a los trabajadores a laborar hasta 72 horas semanales. La industrialización también llevó a incrementadas inequidades de riquezas e ingresos. En las últimas etapas de la Sacra Enám, aproximadamente el 10% de la población enamesa era dueña del 70% de los bienes personales. A causa de las crisis por las guerras y las enfermedades, los enameses lucharon para satisfacer sus necesidades básicas con ingresos muy bajos. En caso de que un trabajador quedara desempleado o enfermo, lo más probable es que su destino final fuera la muerte o la mendicidad. Aunque el desempleo oficial fuera sumamente bajo (1%-3%), esto no quitaba que las experiencias de los trabajadores fueran caracterizadas por la inseguridad y empleos de corto plazo.Ingresos
Más o menos el 52% de los ingresos de las familias se iban en comida, y un 33% adicional en otras necesidades como vivienda, calefacción, electricidad y prendas. El resto debía cubrir gastos para la escuela, la vida social e intelectual, la seguranza, la salud, el transporte, las deudas y los ahorros. Previamente, la mayor parte de los ingresos dedicados a la comida eran casi exclusivamente para granos, pan y otros productos, pero últimamente el consumo de carne ha estado incrementando.Viviendas
En ciudades de más de 5000 personas, los apartamentos para miembros de la clase trabajadora solían ser de dos habitaciones, en los que una familia de 7 u 8 personas debía poder acomodarse. En las capitales o ciudades más grandes, donde la población podía llegar a alcanzar los 4 millones de habitantes, las casas de la clase trabajadora solían ser cuarteles de alquiler, similares a los Mietskasernen de la Alemania imperial. Estos cuarteles eran caracterizados por la miseria, el bullicio y condiciones antihigiénicas e inseguras. Estos cuarteles rentales eran de varios pisos y podían tener más de un patio interior. Estos eran hechos por grandes terratenientes o compañías de terrenos en forma de construcciones cerradas. Los patios generalmente eran accesibles desde las carreteras a través de pasajes. Muchos apartamentos podían ser tan pequeños como 5,5 m x 5,5 m. Cada uno de estos cuarteles, con su extensión y cantidad de apartamentos, podía llegar a albergar hasta 700 habitantes en los casos más extremos. En las últimas etapas de Enám, de 5 a 6 personas vivían en una habitación. Incluso habitaciones sobrepobladas por una familia eran abiertas a huéspedes que quisieran hacer parte de ella para dividirse los gastos por alquiler. Al fin y al cabo, la cantidad de dinero que pagaba un enamés por poder tener un techo bajo el que dormir era altamente elevada, obligando a personas a realizar este tipo de cosas para poder gastar menos dinero en alquiler y más en otras necesidades.Salud
Las condiciones de la medicina científica de la época no se prestaban para el desarrollo de remedios y tratamientos necesarios para muchas enfermedades comunes. Una de las enfermedades más graves que azotaron a los miembros de la clase trabajadora era la tuberculosis, la cual se consideraba responsable por la mitad de las muertes entre personas entre 15 a 40 años en las últimas décadas del Imperio. Si bien los científicos habían descubierto qué era la tuberculosis, aún no se había llegado a la creación de un remedio efectivo para esta mórbida enfermedad. La pobreza e inequidad se expresó en altas tasas de mortalidad infantil. Aproximadamente 20% de los niños morían entre su nacimiento y el primer año de edad. La tasa de mortalidad infantil era mucho más elevada en distritos urbanos industriales, donde podía llegar hasta el 40%, especialmente en hijos de madres solteras. Además de ser un lugar terriblemente insalubre, las doctrinas teológicas que regían esta teocracia imperialista evitaban que los hospitales fueran oficiales y, mucho menos, públicos. La práctica de la medicina podía ser condenada con muerte o, peor, Labor Sempiterna (trabajo forzado como muerto viviente sin voluntad propia). La Iglesia exhortaba a los ciudadanos a no interferir con el proceso de 'suicidio lento', pero el instinto de preservación de muchos era más fuerte que su interés en las cosas espirituales. Esto llevó a que la medicina, a pesar de ser ilegal, existiera como una práctica clandestina en la que, quienes la ejercían, ofrecieron sus servicios bajo las sombras por precios elevados, aprovechándose de la necesidad del ciudadano promedio. Aquellos que eran descubiertos por la ley buscando tratamientos o curas podían ser castigados con cárcel y con opción a fianza, pero aquellos que curaban y trataban, como ya se dijo, la tenían mucho peor. Todas las condiciones de vida que sufrieron los enameses llevaron a la clase trabajadora a buscar toda clase de estrategias de adaptabilidad para continuar sobreviviendo, que fueron desde el empleo normal hasta la búsqueda de un segundo trabajo (si tal cosa era posible), compartir apartamentos con extraños, poner a sus propios niños a trabajar (pues la labor infantil era completamente legal) e incluso actividades ilícitas, como lo podía ser la participación en las mafias, la trata blanca, el robo, el asesinato a sueldo y otros.Sindicatos
En los últimos años del Imperio comenzaron a emerger en mayor medida los sindicatos, representados por movimientos como el Social Democrático. Los partidos políticos que apoyaban estos movimientos de trabajadores tenían sus propios periódicos y utilizaban voceros para mostrar al público las precarias condiciones laborales que sufría el proletariado. Los primeros sindicatos formales habían existido desde hace años atrás, pero cesaron cuando las leyes del Estado comenzaron a oprimirlos. De una forma u otra, los sindicatos siguieron surgiendo y los trabajadores continuaron en su cruzada por mejores condiciones, ejecutando paros, boicoteos y usando otros medios para hacer saber sus intereses de clase. Algo a tomar en cuenta es la inspiración que toma el Sacro Imperio Enamés de la Alemania imperial. Si bien en Alemania hubo una gran recesión entre 1873 y 1896, lo cual incrementó tanto los precios como los salarios, redujo la oferta de labor y forzó la mejora de las condiciones laborales, tal recesión nunca ocurrió en Enám y, cuando pasó durante la Guerra de las Cadenas, aquellos trabajadores que intentaron alzarse fueron amenazados con ser reemplazados por muertos vivientes si continuaban uniéndose y entrando en huelgas. El status quo permaneció igual, lo cual quiere decir que el proletariado enamés sufrió significativamente por mucho más que la clase trabajadora del Segundo Reich (y sigue sufriendo).Las luchas de clases
Por otro lado, no queda mucho qué decir sobre la aristocracia enamesa. Estos fueron, en pocas palabras, el clero y los nobles abismales eranoristas que hicieron sus carreras a través de cargos públicos o militares, así como también hubo quienes heredan grandes cantidades de tierras y se volvieron terratenientes rurales y provinciales. Esta clase social era el soporte de los partidos conservadores que apoyaban la monarquía absoluta, el derecho divino, la religión eranorista, las élites económicas y las prerrogativas del ejército. Por otra parte, los trabajadores de cuello blanco, los campesinos, las élites industrialistas y los artesanos rurales, todos por su cuenta, se reorganizaron políticamente para defender sus intereses. Básicamente, personas de estatus socioeconómico similar actuaban en comunidades horizontales de interés: clases. Cada clase veía el 'interés nacional' a través de los lentes de sus propios valores y experiencias generales, y estaba convencida de que su propio bienestar era esencial para el futuro de Enám. De esta forma, todas las clases estaban en oposición directa, buscando sobreponerse sobre las demás, mientras que las clases opresoras buscaban mantener el status quo o extenderlo más aún, como era el caso de la lucha entre las élites industrialistas y la Nobleza Abismal.Esclavitud de facto y de jure
De jure, la esclavitud fue legal en el Imperio Enamés por tiempos intermitentes. Por ejemplo, estatutos previos a la Edad de Nulvin establecían legalmente la esclavitud de aldaros y córvidos en varios de los antiguos ducados del Imperio. Las personas esclavizadas eran consideradas legalmente propiedad privada del esclavista. En los tiempos en que no hubo esclavitud legal, o de jure, existió y continúa existiendo la esclavitud de facto, también conocida como trabajo forzado o, mejor aún, trabajo esclavo contemporáneo. Por ejemplo: en las últimas etapas del Sacro Imperio Enamés se estableció que era legal la resurrección impura como un método de castigo capital contra criminales de cierta índole. La resurrección impura tenía como fin poner a trabajar a estos criminales por toda la eternidad en las infames Fábricas Pútridas como Navdék. Otras formas de trabajo esclavo contemporáneo incluyeron el trabajo forzado de delincuentes que no eran castigados a pena capital de resurrección impura, pero sí a tener que cumplir ciertas horas de labor para el Estado si querían pagar su condena. Además, hasta el final del Imperio existió una forma contemporánea de la corvea, en la que la Nobleza Abismal tenía el derecho de forzar a sus siervos a trabajar de forma gratuita por cierto tiempo. Esto también era posible para los habitantes de las ciudades, pero no todos los nobles tuvieron potestad para hacerlo; solo altos rangos como los Duques, Reyes y el Emperador. Las veces que se solía forzar a merodeadores de las ciudades a atender el llamado de la corvea, las autoridades solían escoger miembros de la clase media o la clase trabajadora, ya que obligar a burgueses al trabajo forzado podía poner a las élites industrialistas en muchísima mayor tensión con la Nobleza Abismal. La esclavitud de jure siempre fue justificada a través de retóricas racistas o xenofóbicas que establecían al enamés o nulvino como la raza superior, y a los córvidos, kasmeos o la raza que en el momento fuese odiada por la cúpula de poder, como aquella de carácter inferior. Un tiempo, fue a través de argumentos presuntamente teológicos, en los que una Scala Naturae de la fe devonista establecía claramente que los nulvinos/enameses eran más cercanos a los dioses que otras razas como los kasmeos o los córvidos. En otros tiempos, se trataba de argumentos menos religiosos como lo podría ser la tesis de que los enameses son naturalmente superiores a otras razas, como los kasmeos, ya que son más fuertes, más inteligentes, etc. Los argumentos xenofóbicos venían de ideas como el hecho de que la Alianza de los Reinos Kasmeos ignorara los gritos de auxilio de Nulvin durante la Maldición de Eneter. También, durante los años del Imperio, se decía que los kasmeos fueron tan estúpidos como para permitir que su nación entera fuese destruida por la experimentación con el sanguíneo (véase la Crisis Kasmea). Aunque la esclavitud de jure no fuera legal en los últimos años, las retóricas que sirvieron para justificarlo aún siguieron con vida. En pocas palabras, incluso en la caída del Imperio existió un sistema de desventajas para las razas inferiores y ventajas para las razas superiores a nivel cultural. En el mercado de labor, esto se veía reflejado como kasmeos y darminos consiguiendo salarios que, a lo sumo, solo alcanzaban la mitad de lo que un enamés ganaría por hacer el mismo trabajo. Incluyó costos más elevados para estas minorías y desinterés de parte de las autoridades en ayudarlas.Entretenimiento
La mayor parte del entretenimiento de la clase trabajadora provenía de los bares, las fiestas populares, las apuestas, los juegos de cartas, los casinos, los juegos de mesas y los deportes. Juegos similares al croquet y al tenis eran populares entre los jóvenes, así como también la arquería entre algunos círculos sociales, no necesariamente los de la clase proletaria. Deportes parecidos al fútbol y al béisbol también fueron altamente populares entre las masas, sean como espectadores o como jugadores. Adicionalmente, la gente disfrutaba mucho de las bicicletas. Por otro lado, el teatro también era bastante popular entre la clase media, la clase alta y algunos miembros de la clase baja. Los salones de música también despertaban mucho interés en la gente. Los ciudadanos de Enám disfrutaban de ver bailarines, cantantes, comediantes, acróbatas, emanadores de pacotilla, etc. El circo era bastante común entre la clase baja y la clase media, mientras que el ballet y la ópera fue popular entre la aristocracia y las élites industrialistas. Los géneros musicales más populares fueron los que hoy en día llamaríamos 'música clásica'. Géneros similares al blues y al ragtime ya estaban asentados gracias a las interacciones que había tenido el Sacro Imperio Enamés con Bakset, y durante la caída de Enám el jazz compitió contra la música clásica por el puesto al género más popular. Las radios estaban entrando en su apogeo y la televisión comenzaba a popularizarse como un medio de entretenimiento masivo para las masas. Aunque la gente creía que nadie sería tan estúpido como para pasar horas en frente de una pantalla, una vez más la humanidad demostró cuán bajo puede caer y cada vez más personas fueron sometidas a la posesión del televisor.
La sociedad enamesa se basó en las agresivas dinámicas entre sus diferentes clases sociales: la Nobleza Abismal, las élites industrialistas y las clases trabajadoras. Esta es la historia de cómo unos buscan mantener su dominio y otros buscan cambiar las direcciones de opresión para ponerlas a su favor.
Los enameses apenas ganaban para vivir, y si algo les alcanzaba para sus tiempos libres, probablemente se irían a una taberna o salón de música. Los enameses disfrutaban del baile, de la música y de los nuevos géneros urbanos que surgieron de fusiones de la música clásica y de músicas folclóricas que estaban siendo importadas de otras naciones. Los enameses también eran amantes de los deportes, habiendo al menos un par que llamaban la atención de las masas como espectadores y que también motivaron a muchos a jugarlos en las calles o los patios de los infames cuarteles de alquiler.
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Detalles generales
Labor
El trabajador promedio laboraba hasta 72 horas semanales, expuesto a la posibilidad de ser desempleado en cualquier momento y entrar al ejército industrial de reserva otra vez. No tenían beneficios por trabajar más que un sueldo miserable que apenas les permitía subsistir.Salud
La tuberculosis fue uno de los males que más muertes causó en el Sacro Imperio Enamés a causa de la falta de higiene y las condiciones en que vivía gran parte de la clase trabajadora. La tasa de mortalidad infantil fue anormalmente alta, y la medicina estaba muy poco desarrollada como para elaborar curas o tratamientos para las enfermedades más comunes que azotaron al pueblo.Remove these ads. Join the Worldbuilders Guild
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