Hija de Tzara'at
Basic Information
Anatomía
Las hijas de Tzara’at representan una gama de criaturas morfológicamente diversas. Muchas de ellas son entidades humanoides cuyas venas se marcan en sus frágiles pellejos, jorobadas y con caras más alargadas que las de un corcel, con más dientes que un cocodrilo y con su mandíbula y rostro siempre bañado en la sangre de sus víctimas. La tez de estos seres es casi translúcida, permitiendo detallar el color de las venas, así como también el de sus densos músculos. Ellas tienden a ser de la estatura de un humano promedio y poseen una joroba pronunciada. Suelen caminar en cuatro patas y se ocultan con facilidad entre la maleza y los remanentes de materia orgánica muerta en los Yermos de los Metzora.
Otras hijas de Tzara’at poseen bocas que se extienden desde debajo de sus narices hasta la propia pelvis, coronadas por enjambres de colmillos amarillentos, curvados y sumamente filosos. De sus mórbidas cavidades bucales emergen tentáculos que a veces son utilizados para mantener a la presa en su lugar mientras que la criatura se curva alrededor de esta para masticarla y triturarla, permitiéndole digerirla después.
Algo que caracteriza esta segunda cepa de las hijas de Tzara’at es que todas tienen una expresión de agonía y sufrimiento marcada en sus rostros. La manera en que se arrugan sus caras y la forma en que sus pupilas se dilatan tienden a ser la última cosa que sus víctimas también observan y, en caso de que alguien haya tenido la suerte de no ser completamente devorado y su cabeza haya sobrevivido, el mismo rostro de la aberración estará impreso en el suyo.
Ecología y hábitat
Las hijas de Tzara’at solo existen en los yermos de Shianemek. Esto se debe a que fueron originalmente creadas por Tzara’at y su secta dentro del Minarete de los Metzora. La razón por la que estas criaturas horrendas prosperan y florecen en estas llanuras de tierra maldita es que, cuando no hay víctimas, pueden alimentarse de la naturaleza muerta o de los necrófagos heridos y abandonados, así como también canibalizar cuando no queda ninguna otra opción.
Behaviour
Estas criaturas han perdido toda capacidad de raciocinio y de lenguaje a medida que fueron degeneradas por los experimentos a los que fueron sometidas en el Minarete de los Metzora. Empero, no se dejen engañar. Estas criaturas aún son capaces de aprender y de adaptarse a su entorno, por lo cual muchas emplean camuflajes y hacen uso de las sombras y la oscuridad de la noche para aproximarse a sus víctimas. Muchas de ellas, a pesar de que no pueden armar una sola oración en su lenguaje original, aun así logran comunicarse con sus congéneres y atacar en manada a los despistados. Estos horrores se alimentarán de lo que logren conseguir: desde animales salvajes hasta aventureros, y el ritual de alimentación suele comenzar con la destripación y la mutilación de las extremidades para compartirse las piezas, siendo las más exquisitas tomadas por las hijas más fuertes.
Algunas vez hombres y mujeres, los hados jugaron una mala broma con sus vidas y los forzaron a episodios de tortura y experimentación bajo las garras de los abismales del Minarete de los Metzora y del propio Tzara'at. Reducidos a nada más que cáscaras vacías hambrientas, ahora moran Shianemek en búsqueda de carne y sangre viva de la qué alimentarse. No existe un solo ápice de raciocinio en ellos, más que el vestigio de una expresión de horror en sus rostros impreso por los aparatos y procedimientos de los Metzora en sus cuerpos.
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