Historia: La fundación del Estado de Aurelis
La Guerra de los Tres Reinos
El Conflicto y sus Orígenes
Hace siglos, tres reinos coexistían en una frágil paz, unidos únicamente por sus fronteras y divididos por sus ambiciones. La chispa que encendió el conflicto fue el descubrimiento de una isla mística en el corazón de un vasto lago que separaba los tres territorios. Esta isla, envuelta en misterio y superstición, era un lugar prohibido para todos, y sin embargo, las leyendas afirmaban que escondía un secreto ancestral de un poder inimaginable. Los rumores de una fuente de poder místico o tal vez un artefacto sagrado motivaron a los reinos a reclamar el lugar para sí mismos, desencadenando así la guerra.
La Ambición de las Casas Nobles
Cada reino estaba liderado por una casa noble que creía fervientemente en su derecho divino a controlar la isla y, con ella, el supuesto secreto. Los nombres de estas casas, sin embargo, se perdieron con el tiempo, ya que al final de la guerra no se dejaron registros de sus linajes. Estas familias reales movilizaron ejércitos, alianzas y pactos oscuros para tratar de someter a sus vecinos y conquistar la isla. Pero, con el tiempo, el conflicto se transformó en una sangrienta guerra de desgaste en la que ninguna de las casas pudo prevalecer.
La Decadencia de las Capitales
A medida que la guerra se prolongaba durante décadas, las capitales de los tres reinos —actualmente conocidos como Eldamara, Lindarriel y Hraldar— sufrieron el azote de las constantes batallas y la falta de recursos. La guerra había dejado a sus pueblos empobrecidos y sus tierras, antes prósperas, se llenaron de cicatrices irreparables. Las casas nobles habían dejado de ser símbolos de honor y liderazgo y se convirtieron en leyendas olvidadas, asociadas solo al sufrimiento de una guerra que parecía no tener fin.
El Comité del Alba y la Fundación de Aurelis
Después de 47 años de guerra, los líderes de los reinos decidieron que la única solución para terminar con el conflicto era despojarse del poder y renunciar a sus ambiciones territoriales. En un acto de rendición conjunta, acordaron formar un consejo que podría garantizar la paz y la estabilidad de las tierras devastadas. Así nació el Comité del Alba, un consejo de 15 sabios, cinco de cada reino, quienes fueron seleccionados por su sabiduría y justicia, y no por su linaje. Estos sabios juraron ante Helm, el dios de la vigilancia, y se comprometieron a velar por el nuevo Estado de Aurelis, el cual fue fundado sobre las ruinas de la guerra.
La Sombra del Misterio
Aunque la guerra terminó y Aurelis prosperó bajo el liderazgo del Comité del Alba, el secreto de la isla nunca fue revelado, y su existencia quedó relegada a un mito. Hoy, se sospecha que no hay nada en ella o que el supuesto poder era una ilusión que alimentaba las ambiciones de los reyes. En cualquier caso, en la isla se encuentra hoy Aurengard, la capital del Estado; una seña de identidad del acuerdo y de la misión de paz encomendada a los 15 sabios.
El Legado de los Tres Reinos
Para evitar que el recuerdo de la guerra reviviera el conflicto, las capitales fueron repobladas con personas de otros territorios y sus nombres fueron cambiados. Eldamara, Lindarriel y Hraldar renacieron como ciudades del Estado de Aurelis, sin rastro de las familias nobles que alguna vez las gobernaron. Hoy, cada una representa una región del estado, donde el Comité del Alba mantiene la paz y el equilibrio, cumpliendo su promesa de ser la luz que guía a Aurelis en honor a Helm.
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