Ápohnin De la saga de literatura chilena de fantasía

La Franja de Ápohnin es un continente subtropical y árido poblado por decenas de culturas humanas con miles de años de historia: con ciudades flotando sobre el agua, fortalezas en la alta montaña, y pirámides extraviadas en la selva. Ápohnin es una civilización de oro, piedra, jade y especia. Al este los flanquea el oscuro y tormentoso Mar Menguante, sus olas colosales azotando los innumerables acantilados que se extienden de norte a sur. Al oeste se perfila la infranqueable Cordillera Mandíbula, sus picos nevados ascendiendo hasta morder el firmamento. En este contexto, las culturas de Ápohnin conocen poco y nada del resto del mundo, y lo mismo podría decir el mundo sobre ellos.

La flora y la fauna del planeta Raén se compone de intrincados ecosistemas muy distintos a lo que se acostumbra en la Tierra, y la Franja de Ápohnin no se queda atrás. Las plantas devastan la tierra con hordas de drones vegetales o se esconden y se defienden con robusta musculatura. Bombean el agua de los ríos y se alimentan de todos los cadáveres. Los animales no son ni mamíferos ni aves ni reptiles, si bien nadan, caminan y vuelan como los nuestros. Grandes seres peludos de sangre caliente se reproducen de manera asexual mediante huevos vivientes. Seres emplumados de cuatro ojos surcan los cielos y envuelven a sus minúsculas crías en nutritivos sacos de seda comestible. Peces escamosos luchan entre sí con sus pesadas armaduras exoesqueléticas al descubierto.

Las mujeres en Ápohnin tienen el don del Pulso, la chispa que enciende la magia. En el cuerpo de toda persona hay un "horno", el órgano que permite hacer milagros. Con el Pulso las mujeres pueden encenderlo para hacer fluir el poder en su sangre y desatar increíbles habilidades: crear materia de la nada, cambiar el peso de las cosas, manipular la gravedad de los objetos, y hasta desentrañar los enigmas de la mente, el alma y el mismísimo flujo del tiempo. ¿Qué proezas pueden urdir las mujeres que tienen a su alcance el tejido mismo de la realidad? o más bien ¿Cuáles será mejor dejar sin urdir?

Dos descubrimientos cambiaron Ápohnin para siempre hace doscientos años, la pólvora y la imprenta. Desde entonces tanto la guerra como la ciencia cambiaron para siempre.

La edad moderna llegó a La Franja para quedarse y con ella los nuevos movimientos se hacen preguntas. ¿Es acaso Diosa el centro del mundo ahí donde el úman ha conquistado la muerte? La mente humana ha desarrollado las armas de fuego, la tipografía y la medicina moderna. Nunca más hay que temerle al yugo de la espada, la ignorancia y la enfermedad. En ese escenario ¿Qué lugar tiene la tradición en el mundo nuevo? ¿Qué poder tiene la Monarca si no es la divinidad la que mueve los engranajes del mundo? Parece evidente que el destino no está predeterminado.

Intrépidos pensadores se han unido a la marea del cambio, y la revolución Refundista se ha desatado sobre el país. Nada volverá a ser como era. La pregunta es ¿intentarás revivir el glorioso brillo del pasado o te unirás a la avasalladora marcha del futuro? Ápohnin te espera, con un glifo de milagrosa teúrgia y una ardiente bala de arcabuz.